04.

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—¿Qué tal te fue? —cuestionó su amigo llevando una cucharada de helado a su boca.

Ella dejó de saborear su helado y recordó lo que sucedió. Tragó fuertemente y miró a Yukhei con una sonrisa.

—Muy bien, Nakamoto sabe bastante sobre cálculo.

—¿Hoy irás otra vez?

¿Lo haría? Por alguna razón deseaba que llegara la hora en la que las clases terminaran para ir con él. ¿Qué le pasaba? Si antes sentía una simple atracción por Yuta, ahora con sus constates visitas podía caer ante él.

—Claro, aún quedan muchos temas por repasar.

—Ya veo, ¿quieres que te espere?

—No, no Yukhei, está bien, no quiero hacerte esperar, es mejor que vayas a casa en cuanto las clases terminen.

—Oh bueno. —Yukhei alzó los hombros y continuó devorando su helado.

(...)

—¿Aquí multiplico los exponentes y sumo las variantes? —lo miró, Yuta asintió y ella continuó resolviendo el problema.

Como era de esperarse, Yuta tenía su vista clavada en ella. Era algo loco sentirse atraído por su alumna sabiendo las reglas del instituto, pero es que ella era muy bonita. Además de ya ser mayor de edad, lo que le daba esperanzas de poder invitarla a salir. Observaba sus facciones y gestos mientras ella pensaba; le parecía muy dulce y tierna.

—¿Tiene novio? —soltó.

—¿Ah? —ella levantó la vista, totalmente desorientada ante la pregunta—... No.

—¿Y no le gusta alguien?

—Ahm... No, supongo.

¿Tal vez él?

Ni uno de los dos siguió hablando y ella continuó resolviendo su problema. Una vez ya resuelto soltó el lápiz y miró a su profesor quien tenía la vista hacia la ventana.

Dios, que hombre tan guapo... —mordió levemente su labio—... Esperen, ¿¡qué!?

Bueno, no iba a mentir, Yuta era el chico más guapo que jamás había visto en el instituto. Era una lástima que fuese su profesor y allí no permitían ese tipo de relaciones.

Yuta giró su rostro hacia ella e inmediatamente fingió mirar el cuaderno; él sonrió, pues la había pillado mirándolo. Mordió su labio nerviosa, dudosa de lo que estaba a punto de preguntar.

—¿Y usted tiene novia?

¿Estaba interesada en saber de su vida personal?, pensó él y rió.

—No —negó—, no hay alguien que me atraiga estos momentos... O bueno, hay alguien pero no creo que me corresponda.

Ella tragó ruidoso y bajó su mirada ante la fuerte de su profesor.

—Ya terminé de resolverlo. —comentó aún sin mirarlo.

Luego de terminar con todo eso y cuando al fin ambos estaban listos para irse a casa, una fuerte tormenta comenzó a caer.

—Tal como lo dijeron —comentó Yuta viendo a través de la ventana como las gotas caían y se impactaban contra el suelo. Miró a su alumna ya lista para irse—. ¿Se va?

—Sí, no quiero que la lluvia venga más fuerte y luego no pueda irme. ¿Usted ya se va?

¿En que momento había comenzado a interesarle lo que hacía su profesor?

—Tengo unas cosas rápidas que hacer —se sentó en su escritorio—. ¿Me ayuda? Tal vez cuando terminemos la lluvia haya cesado.

—Bueno —jugó con su pie, insegura, pero ¿qué más daba?—... Está bien, ¿en que le ayudo?

—Sólo separe estos papeles por clase, por favor.

Ella asintió y tomó los papeles para hacer lo que él pidió. Al menos Yuta se había comportado mejor ese día y trató de que sus coqueteos fueran más discretos.

Mientras recorría y separaba los papeles miró la prueba de Yukhei y río, lo que llamó la atención de Yuta.

—¿En serio Lucas sacó un cuarenta de cien? —rió para ella misma que por un momento olvidó que tenía a su profesor en frente.

—¿Quién es Lucas? —frunció el ceño.

—Oh —dejó de carcajearse—, hablo de Yukhei.

—Oh, el joven Wong... Tiene mucho que aprender aún, puede mejorar, su problema es que se distrae mucho en clase.

—Ni que lo diga, aveces por su culpa yo no presto atención. —negó.

—Aún así usted es muy buena, no entiendo como va mal en cálculo, ¿o acaso le gusta mi clase? —sonrió ladino.

¿No podía dejar de ser coqueto un momento? Pero le comenzaba a gustar, lo admitía.

—Su clase es un poco menos aburrida que la del profesor Cha. —se encogió de hombros con una sonrisa.

—¿Debo tomar eso cómo un cumplido? —rió junto a ella.

—Tal vez —ordenó los papeles golpeándolos contra el escritorio y se los dio—. Ya está.

—Gracias. —sonrió.

¿Podía dejar de sonreír? Su sonrisa la estaba matando.

—No hay de qué —miró hacia la ventana—. La lluvia aún no para. —musitó con preocupación.

—Yo podría llevarla.

—¿Qué? No, estoy bien, yo veré como llegar. —negó rotundamente.

—¿Por qué no? No es como si tuviera otra intención más que llevarla a casa.

Parecía que le leía los pensamientos ya que precisamente por eso no quería ir con él, le desconfiaba.

—Lo sé —mintió. No, no lo sabía—. Pero ¿qué pensarán si me ven con usted?

Yuta chasqueó la lengua.

—No es como si hubiera alguien aquí, ya todos se fueron.

Ella miró hacia la ventana, no estaba para nada segura si sería bueno aceptar aquello, sin embargo sabía que tendría un resfriado si se mojaba, y lo que más detestaba era estar enferma.

—Ahm... Está bien.

En su tono de voz se podía notar la tremenda inseguridad.

—No se preocupe —Yuta se acercó a ella, quedando a una distancia muy corta—. No le haría nada... A menos que usted quiera. —susurró y sonrió.

Sentía que se desmayaría ahí mismo, alguien detenga a ese hombre.

Una vez en el auto, Yuta emprendió camino. Ella odiaba ir a su lado, puesto que él no quiso abrir las puertas traseras y mucho menos la dejó irse caminando. Ahora se encontraba a su lado y podía jurar que por momentos él volteaba a verla.

—Es por aquí. —le indicó. Yuta siguió sus indicaciones y en cuestión de minutos estaba en frente de su casa.

Literalmente, tomó un respiro de alivio, al menos Yuta no había tratado de secuestrarla. Qué pensamientos más locos y exagerados.

—Ya está servida, bella dama. —dijo en un tono gracioso. Ella rió suavemente.

—Muchísimas gracias. —dijo tomando sus cosas.

Cuando estaba a punto de abrir la puerta, Yuta tomó su muñeca y ella lo volteó a ver, él recorrió su mano suavemente hasta soltarla.

—Cuidese. —sonrió.

Ella asintió y salió del auto como un rayo. Su corazón latía rápidamente y no dudaba que sus mejillas estaban rosadas, lo peor era saber que aquello le encantaba y no quería aceptarlo.

Be with You ; Nakamoto YutaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora