22.

4.6K 423 141
                                    

Los siguientes días sólo contribuyeron a hacerla sentir peor. Yukhei intercambió su asiento con alguien más a modo de no estar cerca de ella; ahora se juntaba con la Xiao por la que tanto moría y que alguna vez lo rechazó.

Con respecto a Yuta... Pues aún no le había visto y tampoco quería hacerlo. Le marcaba, enviaba textos, intentaba llamar su atención pero ella sólo lo ignoraba. Tenía la cabeza hecha un lío y sólo quería que todo se arreglara de una vez por todas, pues ver a Yukhei con esa chica la prendía en celos.

Lo único que le alegraba era saber que su madre finalmente regresaría. Quizás la encontraría en casa cuando el horario escolar acabara.

—Hey... —escuchó la voz de Nakamoto detrás de ella cuando estaba a punto de salir del salón.

Ella suspiró y se giró a verlo.

—Disculpa Yuta, ahora no estoy de humor para hablar con nadie. Perdón si sueno grosera pero no me siento bien. —habló con tranquilidad y luego se giró para salir de ahí.

Yuta sacó levemente su labio inferior y encorvó un poco los hombros. Tenía la sensación de que en parte era culpa de él que Yukhei y su pequeña tuvieran problemas, y por eso ella no lo quería ver. Se resignó a esperar hasta que se sintiera mejor y así hablar mejor las cosas con ella. La castaña había intentado muchas veces hablar con Yukhei, pero él la ignoraba o mantenía su atención sobre su nueva amiga.

Ya una vez fuera de clases, salió rápidamente para ir directo a casa. Tal cómo lo había pensado, su madre ya se encontraba ahí, descansando sobre el sofá mientras veía algún tipo de show. Rápidamente dirigió la vista a su hija al escuchar la puerta cerrar.

—¡Mamá! —se acercó a ella a paso rápido y la abrazó.

—Wow, sí que me has extrañado.

—Claro que sí, no tienes idea de cuánto.

—Mhm... ¿pasa algo? —entrecerró los ojos—. Te noto diferente.

Agh, las mamás y su poder de saber cuando algo anda mal. No es de extrañar que en algún momento su madre se enteraría de que algo le ocurría y a ella no le debía mentirle.

Soltó un largo suspiro y apretó los labios para luego asentir. Se quedó en silencio por unos cortos segundos, pensando en cómo decirlo.

—¿Y bien? ¿vas a contarle a tu madre lo que te pasa? —tomó su mano.

—Es que tuve problemas con Yukhei...

—¿Eso es todo? Siempre discutes con él y al final terminan buscándose el uno al otro.

—Esta vez es diferente —jugueteó con su mano. Su madre elevó las cejas, dándole a entender que continuará—. Mamá, yo... estoy saliendo con alguien. —mordió su labio inferior con nerviosismo.

La mujer frunció el ceño ante aquello, un tanto confundida.

—... ¿Y? ¿qué hay de malo con eso? No me digas que Yukhei...

—No, no. Él no gusta de mí... El problema es la persona con la que yo salgo.

La expresión confusa de la mujer pasó a ser una seria y llena de intriga.

—Señorita, ¿con que tipo de persona te estás juntando?

—No creas que salgo con un vago sin futuro mamá... Al contrario.

—Bueno, déjate de tanto misterio. Dime ahora con quien estás saliendo, ¿quién es esa persona?

Una expresión de temor e inseguridad se apoderó de su rostro y cerró los ojos antes de soltarlo.

—... Mi profesor.

Luego de decir aquello todo quedó en silencio y segundos después sintió cómo su madre soltaba su mano, obligándose a sí misma a abrir los ojos. La cara de la mujer no era una buena señal. Presentía que se venía lo peor.

—¿Tú profesor? —la miró incrédula— ¿Estás saliendo con tu profesor?

Ella asintió lentamente con inseguridad—. Sí, mamá. —su voz tembló.

—¿Qué clase de broma es esta? Ya déjate de juegos, ___.

—No estoy jugando. Yo estoy saliendo con el profesor Nakamoto. —dijo en voz baja.

—¿Pero qué está mal contigo? ¿Por qué con tu profesor?

—No es cómo tú crees mamá. Yuta no es un viejo cuarentón cómo seguramente lo estarás pensando.

—Veinte, treinta, cuarenta... No me interesa. Es tu profesor. ¿Te imaginas lo que dirán todos en el instituto si se dieran cuenta? Además, ese tipo es un aprovechado. Sólo eres una adolescente y él un hombre.

—Pero mamá, ¿qué tiene de malo que salga con él? Seguramente si no fuera un profesor no estarías reaccionado de esta manera.

—Eres tan inmadura. ¿¡Crees que por tener diecinueve años puedes hacer lo que quieras!? Y ni hablar de lo que pudiste haber hecho mientras yo no estaba.

El nudo que comenzaba a formarse en su garganta le hacía más difícil el hablar. Tragó ruidoso y procuró retener las lágrimas que amenazaba con salir.

—No saques conclusiones y tampoco me estés señalando de algo que no he hecho. Sé lo que piensas pero no es así, Yuta es muy respetuoso.

—Seguramente lo único que quiere es aprovecharse de ti y no permitiré eso. ¿Quieres acabar con tu vida destrozada?

—¿Qué parte de que él no es así no entiendes?

—¿Y que parte de que sólo eres una chiquilla inmadura no entiendes?

—Crees tener razón sobre mí cuando ni siquiera me has prestado la atención suficiente cómo una madre debería. Durante todos estos años has pasado ocupada con tu trabajo, viajando a todos lados, esto y lo otro. Casi nunca te das cuenta cuando algo me pasa. Yukhei y su familia han sido los únicos conmigo cuando tú no estás.

—¿Qué eres? ¿Una niña de ocho años que no se puede cuidar y necesita mucha atención? Déjate de tonterías y madura. Pensé que vendría a casa para descansar, pero vaya sorpresa.

—¿Y que harás ahora? —las lágrimas que tanto intentó tragarse, se habían escapado— ¿Obligarme a terminar con él?

—No te obligaré a hacer algo que no quieres y sé que no lo harás, pero mientras tú sigas con ese sujeto, mantente lejos de mi vista.

—¿Eso significa que me estás corriendo de casa?

—Tómalo cómo tú quieras, pero no vengas a mí cuando te ocurra alguna desgracia.

Dicho eso, la señora se levantó bruscamente de su lugar para ir a su habitación. Mientras ella, una vez más, se encontraba soltando lágrimas de dolor. Primero Yukhei y ahora su madre. No quería perderlos pero tampoco a Yuta; ya no sabía qué hacer.

Se dirigió a su habitación y tomó una rápida ducha. Se vistió aún sin dejar de llorar y salió de su casa en dirección a la de Yuta. Tenían que hablar con él lo más pronto posible.

Be with You ; Nakamoto YutaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora