56.

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A la mañana siguiente, Yuta la llevó a desayunar al restaurante de sus padres, donde pasaron un buen rato. Después de eso, fueron a casa de él.

Era bastante linda, pequeña pero acogedora y, aunque Yuta había estado ausente por un largo tiempo, tenía muy buen mantenimiento. Cómo si alguien se hubiese hecho cargo mientras él no estaba.

—Qué linda casa, Yu. —comentó ella, echando un vistazo a su alrededor.

—Gracias. Siempre me ha gustado mantenerla de esta manera —sonrió, mirándola también—. Cariño, tengo mucho que hacer por hoy, pero prometo que estaré libre para ti mañana. Regresaré antes de que anochezca.

—Está bien, Yuta. Sé que tienes trabajo.

—Acomódate a tu gusto y siéntete cómo en casa. Si necesitas algo, sólo llámame y si te da hambre, ya me encargué de comprar cosas para ti.

—No tienes porqué hacer tanto. —sonrió enternecida.

—Sí tengo —se acercó a ella y plantó un beso en sus labios—. Bueno, me voy. Te amo.

—Yo igual. Cuídate.

—Adiós.

Fue lo último que dijo antes de salir y cerrar la puerta.

La menor se dispuso a echar un vistazo alrededor de la casa. Se percató de que había un poco de desorden y polvo, así que decidió hacer una limpieza rápida. A fin de cuentas, no tenía nada más que hacer.

(...)

Una limpieza rápida que se convirtió en un trabajo para toda la tarde. Ahora se encontraba sentada en la barra de la cocina, bebiendo un vaso de jugo mientras esperaba a Yuta.

Nakamoto cruzó la puerta después de unos minutos. Ella descansaba su cabeza sobre la barra y su cabello cubría su rostro. El japonés se acercó sigilosamente y dejó un pequeño beso en su cabello, lo que inmediatamente la despertó.

—Ya estoy aquí —susurró sonriendo—. ¿Qué hiciste que te dejó tan cansada?

La chica restregó su ojo izquierdo y prosiguió a estirar su cuerpo.

—Limpié un poco todo el polvo que había y de paso el cuarto de huéspedes.

—¿El cuarto de huéspedes? —Yuta elevó una ceja.

—Ajá. No dormiría ahí con todo ese polvo. —rió negando, mas Yuta continuó con su semblante serio.

—¿Por qué actúas así?

—¿Ah? —ella lo miró confundida.

—¿Por qué limpiar el cuarto de huéspedes si se supone que dormirás conmigo? —dijo en un tono obvio. La chica no respondió— Está bien que de pronto quieras algo de privacidad, ¿pero no se supone que viniste hasta aquí para estar conmigo?

Wow, ¿por qué ese cambio de actitud?

—Lo sé, pero yo... —dejó las palabras en el aire cuando él agitó su mano con desdén.

—Está bien, está bien. Iré a tomar una ducha y descansaré. Que pases buenas noches.

Se giró y abandonó la cocina.

—¿No tienes hambre? —elevó la voz para que él pudiera escucharla.

—Estoy bien, gracias.

Genial, su primer día con él y ya lo había hecho enfadar. Suspiró bruscamente y estrelló la palma de su mano contra su frente. Aquello había dolido un poco, pero después de todo, se lo merecía por bruta.

Más tarde, luego de estar unos largos minutos ahí regañándose a sí misma, Yuta ingresó a la cocina para tomar un vaso con agua. Ni siquiera se molestó por voltear a verla, simplemente ignoró su presencia.

—Yu... —intentó llamarlo, pero este desapareció antes de que pudiera decir algo. 

La menor apretó los ojos y mordió su labio. Se puso de pie y salió de la cocina para ir directo a la habitación de huéspedes.

Veremos quién ruega a quién, pensó.

Decidió tomar una ducha y así darle tiempo a Yuta para pensar en una manera de hablarle, según ella, pero nunca se imaginó que él jamás se asomaría por aquella puerta para hacerlo.

Se encontraba sentada de piernas cruzadas en la cama. Quería estar con él, pero estaba molesta por haberla ignorado, pero ella se lo buscó, ¿no? Ella lo hizo enojar.

Al resignarse y aceptar la culpa, se puso de pie y se dirigió a la habitación del japonés, quien todavía estaba despierto.

Tenía su computadora sobre sus piernas y toda su atención en la pantalla. Al escuchar el crujir de la puerta, echó un rápido vistazo y volvió a concentrarse en lo que veía al percatarse de que era ___.

—Yuta... —musitó una vez que estuvo a su lado.

—Si necesitas más sábanas, en el armario de esa habitación hay algunas —dijo sin voltearla a ver—. Cuando salgas, por favor asegura la puerta.

Ella frunció el ceño con tristeza y mordió su labio inferior, soltando un suspiro inaudible.

—Yuta, lo siento, pero tienes que saber que si actúo así es porqué aún me pongo nerviosa al estar frente a ti. Estoy tan enamorada que por momentos actúo de forma estúpida. Estar lejos de ti me afectó tanto y ahora más que nunca no sé cómo debería actuar contigo. Lo siento, ¿sí? —explicó con tanta rapidez que casi fue difícil entenderle.

De nuevo, Yuta no se inmutó.

—Buenas noches, Yuta.

Salió de la habitación con su corazón pesado y desanimado. Estaba a punto de llegar a la cama cuando él la tomó suavemente del brazo; ella ahogó un gritó, pues aquello la tomó completamente desprevenida. Yuta la miró detenidamente y le sonrió amplio.

—¿De verdad creíste que estaba molesto contigo?

—¿No lo estás?

—... Un poco, pero no iba a permitir que durmieras sola. Además, me gustó lo que acabas de confesar.

—Yuta... —alargó, cubriendo su rostro.

—¿De verdad te sientes así?

—Mhm... —asintió despacio mientras mordía su labio inferior—... Por alguna razón.

Nakamoto rió y la tomó por los muslos, elevándola del suelo y obligándola a aferrarse a su cuello y a enredar sus piernas alrededor de sus caderas.

—Yo también estoy muy enamorado de ti. —admitió mirándola directamente a los ojos.

La chica escondió su rostro en el cuello del japonés y soltó un suspiro entrecortado.

—Te amo mucho. —musitó desde su escondite.

—Yo más —susurró él e hizo una pequeña pausa—. Bebé, estamos solos.

—Lo sé y sé a lo que te refieres. —sonrió mientras mordía su propio labio y apretaba los ojos.

Nakamoto depositó un tierno beso sobre la mejilla de la menor mientras acariciaba su cabello.

De un momento a otro, llegaron a la habitación de Yuta, dónde él la recostó delicadamente sobre la cama y unió sus labios a los de ella mientras acariciaba delicadamente todo su cuerpo. Ambos sabían a lo que se dirigían y esta vez no había nada ni nadie que los pudiera interrumpir o impedírselo.

Be with You ; Nakamoto YutaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora