Yuta se dirigió al estante de los cereales para tomar una caja. Buscó detenidamente su sabor favorito y, al encontrarla, la tomó.
—¿Yuta? —escuchó una voz femenina a su espalda.
Él volteó el rostro, encontrándose con ella por tercera vez en lo que ya iba de esa semana. El japonés sonrío incómodo y carraspeó la garganta.
—Ah... Hola, Yurih.
—Qué gusto encontrarte una vez más.
Nakamoto apretó los labios sin saber que decir. No podía decir lo mismo, pues no le parecía un gusto encontrársela tan seguido.
—Eso creo... —habló por lo bajo.
—¿Viniste solo?
¿Por qué no se iba y lo dejaba en paz de una vez? Comenzó a sentirse confundido desde el momento en el que ella reapareció.
—Amh... Sí.
—Genial. ¿Te gustaría ir a tomar algo conmigo? —sonrió amplia. Esa sonrisa que le robó el aliento en más de una ocasión.
¿Qué le ocurría? Por alguna razón no quería negarse. Quiso aceptar, pero su pequeña pasó por su mente en ese preciso instante. No podía salir con esa chica teniendo a ___.
—Lo siento, es que estaré muy ocupado.
—Qué lástima —curvó los labios con pesar—. Tal vez la próxima estás libre.
—Ajá —aquella situación lo tenía muy incómodo. No quería estar cerca de ella—... Si me disculpas, debo irme ya.
—Está bien. Nos vemos.
—Adiós.
Tomó la carreta y caminó lejos de ella lo más rápido que pudo.
¿Por qué aparecía ahora que él estaba bien? Tenía miedo de que sus sentimientos por ella volvieran. En su momento, la valoró tanto hasta el punto de amarla, pero no podía permitirse caer una vez más. Él estaba bien con su pequeña, ella lo hacía feliz.
—¡Alto ahí! —gritó la menor, sacándolo de sus pensamientos— ¿A quién planeas atropellar? Fíjate por dónde vas. —rió.
—¿Qué? —sacudió su cabeza con disimulo— Lo siento, buscaba algo.
—¿Sabes lo que encontré? —lo miró sonriente, él asintió en señal de pregunta—. ¿Recuerdas esa vez en la que llegaste a mi casa sólo por una bolsa de gomitas que había olvidado?
—Claro que sí, fue la mejor excusa para ir. ¿Te imaginas si no lo hubiese hecho? No habrías aceptado salir conmigo. ¿Por qué? ¿Las encontraste otra vez?
—¡Sí! —sonrió con emoción— Pensé que no lo haría ya que no es una marca nacional. ¡Me encantan!
—Si que estás loca por los dulces. —negó, abriendo sus ojos un poco más de lo normal.
—Es que son muy ricas.
Yuta volteó el rostro a su izquierda y se percató de que aquella chica se aproximaba nuevamente. Maldijo por lo bajo y comenzó a caminar.
—¿Por qué no vamos por esas golosinas que tanto te gustan?
—Estoy bien. No quiero... —se vio interrumpida por él mismo.
—Nada de nada, vamos. —apresuró su paso, dejándola atrás.
—Espera —corrió hasta su lado y lo miró con el entrecejo fruncido—. ¿Por qué la prisa?
—Quiero salir de aquí ya. Tengo hambre y prometí llevarte a almorzar.
En parte era cierto, pero la realidad es que tenía miedo de encontrarse a Yurih estando con ___. Lo que menos quería era que su pequeña se cruzara con ella.
Una vez teniendo todo lo necesario en la carreta, se formaron en la fila y esperaron su turno de pagar. La castaña notó lo desesperado que lucía Yuta y aunque ya le había dicho que era por su promesa de llevarla a almorzar, sentía que esa no era la única razón.
Nakamoto tomó las bolsas para llevarlas al auto sin permitirle a ella tomar ni una sola, según no quería que alguien tan delicado se esforzara. No sabía si tomarse aquello bien o mal.
—Después del almuerzo me gustaría ir a hablar con tu mamá. —dijo sin apartar la vista del camino.
—¿Ah? —entonó desconcertada, Yuta sólo asintió— Está bien, si así lo quieres.
Gracias a eso, no pudo disfrutar de su comida por los nervios que la invadían. Yuta también estaba inquieto, pero trataba de mantenerse sereno por ambos.
La castaña deseaba que aquel almuerzo durara para siempre y así poder liberarse del juicio que le esperaba con su madre, aunque tenía la esperanza de que todo estaría mejor una vez hablando las cosas.
—Ya no estés tan inquieta. —tomó su mano mientras se acercaban a la puerta de su casa.
Sus nervios incrementaban con cada paso que daban. Ella lo miró siendo incapaz de relajar su ceño por la preocupación.
—Tú no la conoces.
—Y por eso estoy aquí.
Se aseguró de sostener bien la mano de la chica antes de dar tres golpes en la puerta. Fue ahí dónde la menor comenzó a rogar que su madre no estuviera en casa. No obstante, sus ruegos se vieron interrumpidos cuando la puerta se abrió, dejando ver a la mujer.
—Mamá... —pronunció, apretando su mano entrelazada a la de Yuta.
—Viniste.
La menor no fue capaz de descifrar su tono de voz; incluso sus expresiones eran ambiguas. No sabía si estaba sorprendida, molesta o contenta de verla.
—Sí —su voz tembló. Debido a esto, aclaró su garganta—. Yuta y yo queremos hablar contigo.
Su madre dirigió la mirada al japonés por unos segundos y asintió.
—Soy Yuta, un gusto. —sonrió, extendiendo su mano.
—Es más que obvio que ya sabes quien soy así que... también es un gusto —aceptó el saludo—. Pasen.
La castaña volteó a verlo afligida; Yuta sonrió tratando de darle a entender que todo estaría bien.
Una vez estando dentro y haber tomado asiento, su mamá la obligó a irse a su habitación diciéndole que sería una plática entre Yuta y ella. La menor trató de negarse un millón de veces, sin embargo, no logró cambiar las órdenes de su mamá.
Yuta le aconsejó que era mejor obedecerle y que le dejara todo a él y, sin más alternativa, la menor se retiró. Intentaba escuchar de lo que hablaban, pero sólo acataba un montón de balbuceos.
Pasaron alrededor de treinta minutos cuando escuchó a su madre llamarla y prácticamente corrió hasta la sala. Yuta se encontraba sonriente, lo que indicaba que todo salió bien. Su madre comenzó a interrogarla a ella, quien contestó con mucha seguridad y tranquilidad a cada una de sus preguntas. Pese a que estas eran un poco incómodas, se mostró serena.
Al final de toda esa larga charla, su madre quedó convencida de que Yuta era una buena persona para su hija, sin embargo, les prometió que mantendría un ojo sobre su relación.
Ambos lograron respirar con calma al poder encontrar una solución y llegar a un acuerdo. Aunque, por dentro, Yuta estaba consciente de que para él no todo estaba bien.
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Be with You ; Nakamoto Yuta
Fanfiction"-¿En serio te arriesgarás a esto, a perder tu trabajo? -¿Y tú arriesgarás tu reputación? Ella lo miró por unos segundos. Era el hombre más lindo que jamás había visto y que le hacía experimentar sensaciones inefables. Sin duda le gustaba él. -Por...