05.

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Con el paso de los días continuó viendo al profesor Nakamoto para seguir con sus tutorías. Claro, sus coqueteos no faltaban y cada vez eran más obvios, lo peor era que ella se estaba volviendo más accesible, sin embargo seguía siendo muy tímida con él.

En el plazo de esos días crearon un tipo de relación, se podía decir que amistad pero ¿con coqueteos? Sin embargo Yuta no pasaba de miradas, sonrisas juguetonas y roces de manos, simplemente que lo hacía más seguido.

Estaba sentada esperando a su profesor quien se estaba tardando en llegar y el cansancio ya la estaba venciendo. Esperó unos minutos más y al ver que Yuta no llegaba, recargó su cabeza en sus brazos, que descasaban sobre el pupitre y lentamente fue cerrando sus ojos.

Nakamoto movía ansioso su pierna, deseando que eso ya tuviera fin. Se le había olvidado por completo avisarle a su alumna que tenía una reunión de profesores, y honestamente no veía la hora para salir de ahí. Pensaba que tal vez ella aún podía estar esperándolo, y si era así, se sentiría mal por dejarla sola. Después de una hora, la cual le pareció enterna, el director dio las últimas indicaciones y con eso todos se podían retirar.

Yuta se levantó y se dirigió a su salón con paso apresurado, prácticamente corriendo. Al llegar a este se encontró con la sorpresa de que ella aún estaba ahí, y descansaba plácidamente.

Se aseguró que ningún otro profesor rondara por ahí y se acercó lentamente a ella para verla mejor.

Qué niña más linda, pensó, y muy cuidadosamente acercó su mano.

Sus facciones estaban completamente relajadas al igual que su respiración. Apartó un mechón de cabello y lo colocó detrás de su oreja. Con la yema de sus dedos, acarició su rostro y deslizó los mismos hasta sus labios; ella sintió un cosquilleo y se movió lentamente, al abrir los ojos lo vio a él con esa amplia sonrisa tan característica de él.

—Lamento hacerla esperar —musitó—. Pero veo que no hizo mal uso de su tiempo.

Ella restregó sus ojos y se estiró un poco.

—No hay problema, pero ¿dónde estaba?

—Tenía una reunión y se me olvidó avisarle, pero ya estoy aquí.

—Aún así ya es tarde —miró el reloj colgante—. Mamá no tardará en llegar y seguramente se preocupará al no verme.

—Siento no haberla ayudado esta vez.

—Está bien, de todas formas estaba cansada —pausó cortamente—. Entonces... lo veo mañana. —tomó su mochila y se levantó.

—¿Me permite llevarla?

—Los profesores aún están aquí —sonrió a medias—. No quiero causarle problemas.

—Bueno, espere, ¿me ayuda en algo? Será rápido, no tomará mucho.

—¿Con qué?

Era tan fácil hacerla quedar un momento, eso le encantaba, ¿o tal vez lo hacía por él?

—Quería limpiar el salón y también llevar estos materiales al laboratorio. ¿Sí me ayuda?

—Oh... Está bien.

No era tonta, sabía que lo único que él quería era que se quedara, pero ¿por qué lo estaba complaciendo? Tal vez ella también quería estar con él.

—Gracias, primero llevemos todas estas herramientas al laboratorio. —le dio una pequeña caja y él tomó la otra.

Fueron juntos hasta el dichoso lugar y una vez allí colocaron rápidamente cada cosa en su lugar, mientras la fémina colocaba algunas cosas, retrocedió un poco y chocó con una repisa alta haciendo que un recipiente de vidrio se cayera, pasando muy cerca de ella. Dio un pequeño grito al escuchar el ruido que provocó cuando se impactó contra el suelo, Yuta no dudó en acercarse al escuchar el ruido.

—¿Está bien? —la tomó cuidadosamente por las muñecas.

—Sí, fue sólo un susto. Lamento haberla roto. —lo miró preocupada.

—No se preocupe, es sólo algo material, lo importante es que no se lastimó. Será mejor que dejemos esto aquí.

—¿Pero y el vidrio?

—Le pediré al señor de mantenimiento que lo limpie. No quiero que usted se lastime. —la tomó por los hombros y la sacó de ahí.

Mientras iba por el pasillo pudo notar que todo ya estaba vacío, lo que indicaba que la mayoría de profesores ya no estaban.

—¿En que le ayudo aquí? —se refirió al salón.

—Limpie la pizarra, por favor. —le indicó mientras él tomaba una escoba.

Comenzó a borrar todo lo que tenía en la pizarra, eran tantas formulas que sintió marearse con tan sólo verlas. Río ante su pensamiento y negó. Yuta limpiaba el piso del lugar yendo de aquí a allá cuando una idea pasó por su cabeza. Se acercó a ella con la intención de rozarla y ponerla nerviosa.

Chocó suavemente contra ella quien inmediatamente se giró, quedando muy cerca de Yuta, su pulsó se aceleró y tragó ruidoso, algo que él pudo notar y sonrió ladino.

—Lo siento, no me fijé. —dijo en un tono muy bajo.

—No se preocupe, fue sólo un pequeño accidente —respondió tímida ya que Yuta no le quitaba la mirada de encima—. Ya terminé. ¿Le ayudo con algo más?

—Sólo falta limpiar mi escritorio y colocar aquellos libros. ¿Qué quiere hacer?

—Mhm... Limpiaré su escritorio. —Yuta asintió y continuó barriendo mientras ella comenzaba a ordenar todo los papeles que él mantenía ahí.

Al cabo de unos minutos el piso ya estaba limpio por lo que Yuta prosiguió a ordenar los libros.

—Esto es basura —dijo tomando un papel de su mano, haciendo nuevamente contacto con ella—.  Déjeme ayudarle.

—¿Y los libros por colocar?

—Ya lo hice, eran pocos —ella no contestó nada—. ¿Sabe? Hasta podría darle puntos extra por ayudarme tanto por todos estos días.

—Bueno, ¿y si mejor lo toma como un pago por ayudarme? —sonrió.

—Aún no pienso en como le cobraré eso. —bromeó, a lo que ella volteó a verlo y Yuta sólo rió.

—¿Qué más podría hacer?

Al instante se arrepintió de haber hecho esa pregunta, Yuta la miró sonriente, algo inquietante a decir verdad.

—Lo pensaré. —se limitó a decir.

Hay tantas cosas que ella podría hacer por él, pensó.

Después de eso ninguno emitió palabra alguna y se dedicaron a terminar lo que hacían. Al cabo de unos minutos el salón ya estaba limpio.

—Bien, ya está. —dijo ella sacudiendo sus manos y viendo el lugar.

—Muchas, muchas gracias por ayudarme, pequeña. —tocó su nariz con la punta de su dedo, acción que la obligó a arrugarla mientras sonreía.

Eso de estar con él comenzaba a gustarle.

Be with You ; Nakamoto YutaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora