Be with You ; Nakamoto Yuta

41.

Nakamoto llegó a casa tan cansado cómo de costumbre y sobre todo derrotado. No sabía qué más hacer para que su pequeña lo escuchara. En verdad la extrañaba y necesitaba más que a nada. Ni siquiera lo que sintió por Yurih se comparaba con la magnitud y conexión sentimental hacia ella.

Venía saliendo de su auto con la intención de entrar a casa y descansar, cuando escuchó una ronca voz a su espalda.

—¡Oye, imbécil!

Era Yukhei, quién sin dudarlo un segundo, impactó su puño con mucha fuerza contra el rostro de Yuta. Nakamoto mantuvo su rostro hacia un lado y apretó la mandíbula mientras respiraba con brusquedad.

—¿Pero qué...

No pudo terminar ya que recibió otro golpe en el mismo lugar.

—¡A ver idiota, resolvamos esto de hombre a hombre! —gritó Yukhei.

Seguidamente, se abalanzó encima de Yuta, apuntando directo a su estómago, donde su puño aterrizó sin piedad alguna. Nakamoto se contuvo para no devolverle los golpes; en su lugar, sólo procuró esquivarlos o detener a Yukhei que parecía haber perdido la cordura.

De un momento a otro, ya lo tenía encima de él. Yukhei intentaba golpearle el rostro, pero Yuta tomó control de sus manos y en un brusco empujón, acabó lanzándolo lejos de él. Lucas se impactó contra el frío suelo.

—¡¿Qué demonios pasa contigo, Wong Yukhei?!

Ambos se pusieron de pie con agilidad y Yukhei cogió el impulso suficiente para embestir a Yuta y enviarlo cerca de la acera. Nakamoto soltó un quejido al caer sobre su espalda.

—Pasa que eres un estúpido que sólo jugó con mi hermana.

Lo tomó por el cuello de su camisa y dejó ir otro puñetazo en su rostro. Yukhei se preguntaba porqué Yuta aún no se defendía devolviéndole los golpes. ¿Por qué sólo se dedicaba a intentar detenerlo?

Lo cierto es que Nakamoto no quería empeorar la situación. Su pequeña ya estaba bastante molesta con él y sabía que no toleraría que él golpeara a su mejor amigo.

—¡Yukhie, basta! —lo empujó lejos de él.

Pequeñas lágrimas comenzaban a acumularse en sus ojos. No sabía si era la impotencia, el enojo o la tristeza. Tal vez una combinación de los tres.

—¿Por qué no te defiendes, ah? Te crees muy hombre para jugar con una chica, pero no puedes defenderte de unos golpes. ¡Ponte de pie!

—¡No voy a golpearte! —llevó una mano a su pómulo izquierdo, donde comenzó a sentir un punzante dolor— Deberías de hablar y escuchar antes de lanzarte a golpes con alguien.

—¿Qué más necesito saber aparte de lo que ella me ha dicho? —lo miró con enojo mientras apretaba los puños. Su respiración estaba muy agitada.

—¿No es ella quién está malinterpretando las cosas? ¿También eres cómo ella que prefiere sacar conclusiones antes de escuchar la verdad?

Con mucha dificultad, se puso de pie. Su abdomen también dolía y, por inercia, posicionó una mano en este. Yuta estaba igual de sacudido y pequeñas gotas de sudor resbalaban desde su frente.

—¿Y qué quieres que haga? Ella no me mentiría. Está muy triste por toda esta situación de mierda y es todo tu maldita culpa, Yuta.

—¡Por lo mismo! Sólo sabes su lado de la historia, aún no sabes el mío.

Yukhei se cruzó de brazos aún con el entrecejo fruncido, sintiendo interés por la versión de Yuta.

—Estoy dispuesto a escucharte sólo si lo que dirás es la verdad.