54.

4.1K 310 75
                                    

La velocidad de su respiración disminuyó y una mueca de sorpresa tomó lugar en su rostro. Llevó ambas manos a su cara y quiso golpearse allí mismo. Incluso la persona a su lado le preguntó si se encontraba bien, a lo que ella asintió.

De esta no saldrán vivos, pensó.

Sí, realmente todo había sido un vil engaño planeado por sus amigos, pero ¿qué más podían hacer? Todos querían que ese par se reuniera sí o sí.

Le envió un mensaje de texto a su mamá, quien se molestó en un principio pero luego de que su hija le explicara la situación, entendió. Aunque no le agradaba del todo la idea de que viajara sola.

Estaba bastante molesta con los chicos por hacerle algo cómo, pero no había retorno. Además, le emocionaba el hecho de verlo otra vez, aunque no podía dejar de sentirse tan nerviosa.

Sacudió su cabeza e inhaló hondo. Habían ocurrido tantas cosas en tan poco y se sentía estresada. Se acomodó en su lugar y decidió dormir.

(...)

Ya estaba allí con su equipaje a su lado y su móvil en la mano, intentado llamar a Nahyun para que esta le dijera la dirección de Yuta. Primero intentó llamar a los chicos, pero ninguno atendió y ya comenzaba a desesperarse.

Marcó una vez más al número de Nahyun, este timbró un par de veces pero no contestaba. Llevó sus manos hasta su cabello y lo acarició con desesperación. Estuvo a punto de colgar e intentar llamar a Yurih cuando escuchó a alguien llamar su nombre.

Bajó lentamente el celular y se giró para encontráselo a unos cortos metros de distancia. Su corazón se aceleró a mil y una amplia sonrisa se formó en su rostro. No dudó ni un segundo y corrió a sus brazos; Nakamoto la recibió gustoso y la estrujó suavemente contra él.

Cuánto la había extrañado.

—Mi amor, estás aquí. —acunó el rostro de ella y, aún sin que la menor rompiera el abrazo, besó sus labios con delicadeza.

Cuando se separaron, ella lo miró. El nudo en su garganta anunció el inminente llanto, por lo que escondió su rostro en el pecho de su novio y lo apretó más contra ella.

—Yuta —mencionó en un hilo de voz—. Te extrañé como no te imaginas.

—No llores, bonita. Ya estás conmigo. —acarició su cabello y le obligó a mirarlo una vez más para depositar un tierno beso en sus labios.

Qué bien se sentía volver a tenerla entre sus brazos.

—¿Cómo sabías que vendría?

—Los chicos —fue lo único que dijo, y con eso ella entendió—. No puedo creer que te hayan dicho eso. —negó riendo.

—Son unos desquiciados.

—Me alegra que estén así de locos. ¿Esperaste mucho? No dejaste nada importante allá sólo por venir aquí, ¿verdad?

—No y, descartando a los chicos y a mamá, en realidad no. Sólo mi trabajo pero no era la gran cosa. —agitó su mano con desdén.

—¿Segura?

—Muy segura.

—Bien, ¿nos vamos? —entrelazó sus manos.

La felicidad que Yuta sentía era inmensa que hasta sentía que su corazón se le saldría del pecho.

—Espera —soltó su agarre y fue a tomar sus cosas para así regresar nuevamente a él—. Listo.

Nakamoto asintió y salieron del aeropuerto para tomar un taxi. En todo el transcurso, Yuta se dedicó a darle pequeñas caricias en el dorso de su mano acompañadas de tiernas sonrisitas y miradas. Ella recostó su cabeza en el hombro de él y se mantuvo así hasta llegar.

Nakamoto pagó el pasaje y le ayudó a bajar sus cosas, aún debían caminar un poco más para llegar.

—Tú tampoco dejaste de hacer algo importante sólo por ir a buscarme, ¿no es así?

—Estaba ayudando a mis padres con algo, pero en cuanto les dije que vendrías, me dijeron que lo dejara y viniera por ti.

—Ay no, ¡qué pena! No llevo ni una hora aquí y ya estoy causando molestias. —llevó una mano a su frente y negó apenada.

—No es ninguna molestia. Ellos te adoran, ¿sabes? Les he hablado mucho de ti y créeme que te aman.

—No exageres.

—No lo hago —dijo serio—. Antes de conocerte, pasaba triste debido a lo que pasó con Yurih y porqué me sentía solo, hasta que te conocí —esto último lo dijo con una enorme sonrisa—. Ellos mismos se han dado cuenta del cambio y por eso están muy felices y agradecidos contigo, al igual que yo.

—Yuta, eso es tan lindo —lo miró conmovida y entrelazó su brazo con el de él—. Te amo mucho.

—Y yo a ti, amor —lanzó un pequeño beso al aire, cosa que le hizo la reír—. Ya estamos aquí.

En ese instante, los nervios de la chica reaparecieron. Finalmente conocería a los padres de Yuta y, aunque este ya le había asegurado que les agradaba, era imposible mitigar esa sensación de inquietud.

—¡Yuta, estás de vuelta! —su madre apareció tan pronto como cruzaron la puerta.

—Sip, y traje a alguien muy especial —se hizo a un lado y la dejó a la vista—. Mamá, ella es ___, mi novia. —

Sonrió orgulloso al mencionar estas dos últimas palabras.

—Hola, cariño. Yo soy Sayumi, la madre de Yuta, cómo ya lo sabes —dijo obvia y rió—, pero pues llamarme suegra. —entonó divertida.

La castaña no pudo evitar sonrojarse y rió por lo bajo, la señora se acercó para abrazarla.

—Encantada de conocerla, señora. —hizo una reverencia.

—El gusto es todo mío, preciosa. —le sonrió amablemente.

—¿Por qué tanto escándalo, mujer? —su padre apareció detrás de ella.

Su mirada se colocó sobre la chica y luego miró a Yuta con una sonrisa.

—Papá, ella es mi novia. —entonó más emocionado que antes.

—Tatsuo. Es en gusto —el señor no le permitió hacer una reverencia y, en su lugar, tomó su mano y la estrechó mientras le regalaba una cálida sonrisa—. Yuta nos ha hablado mucho de ti. Nos alegra por fin conocerte.

—Es un honor para mí conocerlos a ustedes también — la castaña sonrió ampliamente—. Son tan acogedores cómo él.

—Por supuesto, estás en tu casa. Y bien, ¿tienen hambre? Prepararé algo mientras, tú, Yuta, le ayudas a acomodarse.

—¡Oh, no! Estoy bien —se apresuró a decir ella—. No quiero causar molestias, de verdad.

—Nada de eso. Les cocinaré algo que les encantará.

Sin dejar que la castaña pudiera negarse de nuevo, la mujer se adentró a la cocina.

—Yo iré a verificar algo al restaurante. Regresaré cuando la comida esté lista. Siéntete cómo en casa, hija. —el señor Nakamoto le sonrió una última vez y se marchó.

La menor se giró hacia Yuta y soltó un suspiro de alivio.

—¿Ves? Te dije que les encantaría conocerte. —se acercó a abrazarla, gesto que ella aceptó.

—Nada me pone tan contenta cómo eso.

—¿Ni siquiera yo? —hizo un puchero. Ella rió, rodando los ojos.

—Después de ti, no hay nada que me llene más de alegría que eso.

—Así está mejor.

—Celoso. Estás loco. —le sonrió y se empinó un poco para besar su mejilla.

Realmente no había nada que la llenara más de alegría que estar de vuelta con él.

Be with You ; Nakamoto YutaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora