37.

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—Tiene dos semanas sin hablarme, Yukhei, ¡dos semanas! —pronunció un Nakamoto algo desesperado.

—¿Y yo qué podría hacer en ese caso? Usted fue quién la hizo enojar, usted lo arregla. —encongió los hombros con desdén y comenzó a caminar.

—Espera —Yuta lo tomó del brazo—. Tú podrías ayudarme. Sólo dile que me escuche. —lo miró suplicante, Yukhei rodó los ojos.

Sabía que no lo dejaría en paz si no accedía a convencer a su amiga, por lo que debía sacar provecho de aquello.

—Bien lo haré —Nakamoto sonrió al escuchar aquello—, pero... Tiene que darme una mejor nota en su clase.

—Eso es...

—Entonces no lo ayudo.

—¡Bien, lo haré! Pero habla con ella, por favor.

—Lo haré —alargó rodando los ojos—. Ahora suélteme.

Forcejeó un poco y se deshizo del agarre de Yuta para irse a paso apresurado.

Nakamoto subió a su auto y emprendió rumbo a su hogar.

Trataba de idear algún plan para hacer que su pequeña volviera a hablarle. Se la pasó toda la semana siendo cortante o ignorándolo de una. Yuta estaba consciente de que cometió un gravísimo error, por eso no la culpaba por sentirse así.

Justo cuando bajaba de su auto, distinguió la silueta de su pequeña caminando hacia él, pero no venía sola, un chico la acompañaba. Ya lo había visto con ella un par de ocasiones atrás y eso le molestaba mucho, demasiado. Además, parecía divertirle estar con él. Esas risillas no eran por nada.

En el transcurso de esos pocos días, ___ se encontró con Hansol tantas veces que era inevitable no entablar una conversación con él, por ende, se dio cuenta de lo bien que congeniaban.

Nakamoto se quedó allí esperando que ellos estuvieran cerca. Cuando el par se percató de la presencia del japonés, sus carcajadas cesaron.

—Bien, Hansol, te veré luego.

Sonrió hacia él de manera amigable, ignorando por completo a Nakamoto, cosa que le encendió la sangre y, por inercia, frunció su entrecejo.

—Adiós, pequeña.

Hansol le devolvió el gesto y, sin más, se giró para comenzar a alejarse.

¿Pequeña? Repitió un Nakamoto celoso en su mente. Si bien recordaba sólo él la llamaba así y también Yukhei en ocasiones, pero aparte de ellos, nadie más.

—Hola. Yo estoy bien, gracias por preguntar. —entonó sarcástico cuando ella pasó por su lado sin siquiera dirigirle la mirada.

Y otra vez lo ignoró.

Bien, eso ya era demasiado.

Le había repetido tantas veces que lo sentía y que estaba más que arrepentido por haber besado a Yurih, sin embargo, parecía que ella hacía oídos sordos a sus palabras. Incluso ignoraba sus llamadas y sus mensajes eran cortantes. ¿Para qué mentir? Eso le dolía horriblemente.

La tomó del brazo en cuanto ambos estuvieron dentro de la casa.

—Suéltame. —mencionó a regañadientes.

—No hasta que me escuches. ¿Cuántas veces tengo que repetirte que lo siento mucho y que Yurih no significa nada para mí? La única a quien amo ahora, y desde que conocí, eres tú. 

La observó molesto, pero eso no descartó el hecho de que sus palabras cargaban sinceridad pura.

—Sí, me amas mucho que incluso la besaste sin importar lo que yo sintiera —espetó irritada y forcejeó para liberarse de su agarre—. Suéltame. 

—Fue un error. ¿Qué no entiendes? Por favor, perdóname.

En ese instante, ella recordó esa llamada que había recibido de Yukhei unos minutos atrás, donde este le decía que escuchara a Yuta. ¿Por qué tenía que arrastrar a Yukhei a sus problemas?

—Tampoco tienes que contarle a Yukhei sobre nuestros problemas. Él no tiene que cargar con cosas así.

Él la soltó y llevó sus manos a su cabello para sacudirlo con desesperación. Esa actitud que tanto aborrecía de ella, cuando se hacía de rogar.

—Escucha, ¿quieres que te ruegue? Pues ¿sabes qué? No lo haré más.  Enójate cuánto quieras. No me interesa.

—Sí, eso lo sé de sobra; no te intereso —soltó más molesta que antes—. Puedes ir con ella ahora. Ya que no estoy para cumplir tus deseos, tienes a la otra.

—¡Basta! No quiero y nunca quise nada con ella —vociferó harto—. ¿Y qué hablas tú? Si al momento en que te molestas conmigo, corres con otro chico que ni idea de quién sea.

—Un amigo es muy diferente a un ex. Hansol es mi amigo. —recalcó la última palabra.

—¡Y eso me pone celoso! —admitió en un gruñido. Se acercó a ella y colocó sus manos sobre la pared, rodeándola — Por favor, amor —lloriqueó, a la vez que recargaba su frente sobre el hombro de la chica—. Odio estar así contigo, por favor, ya perdóname.

Ella respiró pesado mientras reprimía sus ganas de abrazarlo. Le dolió mucho que él hiciera eso y ni hablar de las noches en las que lloró por su culpa. Trataba de olvidarlo, pero era difícil. Aun así, no podía negar que Yuta sonaba muy sincero en sus disculpas.

—Yuta... —mencionó por lo bajo.

—No quiero que esto arruine nuestra relación.

Parecía que él estaba a punto de llorar, por lo que lo alejó de ella y sostuvo su rostro.

—Es que me dolió. ¿Qué pensarías tú si te digo que me besé con Yukhei? —elevó ambas cejas mientras formaba una linea con sus labios.

—¡¿Te besaste con Yukhei?! —articuló exaltado.

—No, tonto —bueno , pero eso es muy del pasado—. ¿Ves? Tu reacción no fue la mejor. Ahora imagínate cómo me sentí yo al saber que tu ex-enamorada hizo lo que sólo yo tengo derecho a hacer.

—Lo siento —frunció los labios con tristeza—. Prometo que ella no se acercará más a mí.

La castaña se quedó pensativa unos segundos. Ya tenía su respuesta, sólo quería hacerlo sufrir e intrigarlo un poco más. Sin deshacerse de esa expresión convincente, Nakamoto juntó sus propias manos en un ademán suplicante.

—Está bien, acepto tus disculpas, pero no me hagas sentir así otra vez.

—Lo prometo.

Nakamoto sonrió satisfecho y la rodeó con sus brazos, acción que ella permitió gustosa. Lo había extrañado tanto.

—Y tampoco te pongas celoso de Hansol. Él es sólo un amigo que vengo conociendo.

—Hey, no prometo nada. Si lo hago con Yukhei que es cómo tu hermano, no digamos con él.

—Yuta...

—Ya —alargó riendo bajo—... Por cierto, ¿podrías hacer eso a lo que sólo tú tienes derecho?

—¿Ah? —lo miró confundida, pero enseguida recordó lo que ella misma había dicho previamente— Oh... está bien. —rió y besó cortamente sus labios.

—Eso no es suficiente.

—Shh, yo lo haré cómo quiera. —entonó dominante y una vez más beso sus labios pero de manera prolongada.

Be with You ; Nakamoto YutaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora