14.

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Tal cómo lo había pensado, Yukhei se la había pasado todo los días rogándole para que fuera con él a la excursión pero ella se seguía negando. Incluso él llegó a decir que sin ella no iría pero no fue así porqué llegó ese día y Yukhei estaba más que listo para ir.

—Suerte con el profesor Cha, seguro estarás con él todo el día por andar de aburrida.

Eso es lo que crees.

—Igual no haré ni uno de sus trabajos. —se encogió de hombros.

Una de las maestras comenzó a llamar a todos los alumnos que irían y así Yukhei se fue con los demás chicos, quienes agitaban su mano, despidiéndose de su amiga. Ya todos comenzaban a subir a los autobuses y ella no tuvo más opción que ir hacia el salón del profesor Cha. Los chicos de su clase que no irían debían estar ahí.

Se mantuvo ahí por unos largos minutos que comenzaba a aburrirse. Nakamoto le había prometido que iría por ella pero se estaba tardando y el aburrimiento la mataba, así que se recostó hacia enfrente escondiendo su cabeza entre sus brazos y se mantuvo así por otros largos minutos.

Ya estaba comenzando a arrepentirse de haber ido hasta que por fin escuchó la voz de Yuta, quien le dijo algo al profesor Cha y este asintió, otorgándole el permiso a Yuta para llevársela.

—Discúlpeme, es que estaba ayudando al director con algo.

—Está bien, pero casi muero allí —bromeó y Yuta rió—. En serio, el profesor Cha es un aburrido.

—A la mayoría de ustedes no les agrada. —negó con la cabeza.

—Si usted fuera su alumno sabría por qué. —comentó notando lo vacío que estaba el lugar, sólo con un par de alumnos rondando por ahí.

—Si le soy sincero, con tan sólo hablar con él me doy cuenta de cómo es.

—¿Ve? Por eso a nadie le agrada.

—Ay no... —se quejó Yuta al entrar a su salón.

—¿Qué pasa? —preguntó ella, estando detrás de él.

Yuta se hizo a un lado y dejó a la vista su escritorio en donde se encontraba una caja color marrón con un moño rosa. La menor frunció el ceño y dirigió su mirada a Yuta.

—Estas chicas... —dijo tomando la caja y abriéndola para encontrarse con una bufanda de rayas.

—¿Sus admiradoras otra vez?

—No es normal que me aparezcan regalos cada vez que salgo y regreso. —dijo cerrandola y colocándola en el suelo bajo su escritorio.

—Tal vez, pero creo que ya debería irse acostumbrando. Además, es linda y le servirá para este tiempo.

—Tiene razón, pero es estresante no recibir un regalo de la persona que uno quiere. —la observó mientras se recargaba sobre el escritorio y cruzaba sus brazos. Ella rió.

—Yo no soy su admiradora.

Caminó hacia el pupitre más cercano a él para tomar asiento.

—Tiene razón. ¿Qué es usted de mí?

La castaña desvió su mirada hacia el pizarrón, colocándose pensativa. ¿Qué era ella de él?

—No lo sé. ¿Qué somos? —lo miró con timidez.

—Yo sé qué somos, pero no se lo diré —le guiñó un ojo aproximándose a ella—. Usted debe descubrirlo.

Impactó sus palmas contra el pupitre y le acercó su rostro hasta el punto de rozar sus narices y sentir su respiración chocar contra sus labios.

—Espere —dijo bajo, tomó un libro y lo abrió, colocándolo frente a ella. Yuta la miró confundido pero a los segundos entendió—... Ahora sí. —sonrió, apoyando el codo sobre el pupitre para recargar su cabeza en el dorso de su mano y se acercó a él para besarlo.

—Profesor Nakamoto —lo llamó el profesor Cha, ella se separó rápidamente de Yuta y bajó su vista al libro mientras él volteaba hacia el hombre—. Aquí están los papeles que me pidió.

Yuta se apresuró a tomarlos.

—Muchas gracias. —sonrió, el hombre sólo asintió y después de darle un vistazo a la chica, quien fingía interés en el libro, se marchó.

La menor dirigió su mirada a Yuta y él a ella y, después de unos segundos mirándose, soltaron una leve risa.

—Sabía que este libro no sería mala idea —lo palmeó y Yuta sólo sonrió—. Estoy aburrida. ¿Hacemos algo?

—¿Cómo qué? —preguntó a la vez que ojeaba los papeles que recién le habían entregado.

—No lo sé... ¿Hablemos?

—¿Sobre qué? —dijo aún sin voltear a verla.

—Sobre lo que sea de nosotros. Quiero saber más de usted; cómo sus gustos y cosas así. La última vez casi no supe nada porqué usted quería que sólo yo hablara de mí y eso no fue justo, así que esta es una buena oportunidad para hacerlo, ¿no cree? —dijo rápidamente.

Yuta apartó su vista de los documentos y la posó sobre ella. ¿Por qué le parecía tan tierna en su modo parlanchín?

—Bien —dejó los papeles a un lado y arrastró un asiento para estar cerca de ella—. Pregunte lo que quiera y yo responderé.

La chica sonrió satisfecha mientras pensaba con que preguntar comenzar.

(...)

—¡No! No me refería a eso. Yo... sólo... ¡Aahh! —cubrió su rostro con total pena.

—¿Entonces a que más? Usted misma lo ha preguntado.

—Fue algo que pensé en voz alta. —admitió en voz baja mientras miraba hacia abajo.

—Está bien —Yuta se acercó y le sonrió, le parecía tierna así—. Pero si es algo que usted quiere sí lo haría.

—¿¡Qué!? Yo no dormiría con usted.

—¿Y quién dice que haríamos algo más que dormir? —elevó una ceja. Ella mordió el interior de su mejilla mientras miraba en dirección opuesta a Yuta. ¿Por qué estaba pensando esas cosas?— A menos que así lo quiera.

Volteó el rostro de la chica y la besó delicadamente.

—Obvio —Yuta sonrió ladino—... que no. —completó.

—Qué mala, pero ya lo veremos. Por cierto, necesito ayuda con la ristra de papeles que debo revisar y si bien recuerda usted me ayudará así que... ¿Podría ir a mi casa hoy?

Ella lo miró con los ojos entrecerrados.

—¿No estará tratando de hacer que duerma con usted, verdad? —el chico soltó una carcajada que le hizo sobresaltar.

—Claro que no. ¿Por qué está teniendo esos pensamientos? Sólo necesito ayuda. ¡A-yu-da!

—Ya entendí. Sí iré.

—¿Sí?

—Sí. —afirmó, estando insegura.

¿Por qué aún se asustaba de su profesor? Sabía que él no le haría nada malo pero no podía evitar sentirse así, además, iría a su casa, ¡su casa!

Be with You ; Nakamoto YutaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora