Le contó a Yuta sobre el problema que había tenido con su madre y, aunque al principio trató de mostrase calmada, terminó llorando mientras le hacía saber a Yuta lo mal que se sentía con todo lo que estaba sucediendo. Él lo entendió y no dudó en refugiarla en sus brazos para tratar de calmarla. No le mentiría diciéndole que todo estaría bien porqué ni siquiera él estaba seguro de la veracidad en esas palabras.
Al final de todo quedaron en lo mismo. Hablaron sobre el tema de dejar las cosas ahí y esperar que todo se arreglara e intentarlo una vez más en el futuro, pero lo cierto es que ninguno quería separase y eso era lo que su madre y Yukhei jamás entenderían, no por el momento.
—¿Te gustaría un vaso de agua?
—No, gracias. Estoy bien así.
—Lo traeré de todas formas.
La separó suavemente de él para ponerse de pie e ir a la cocina por dicha bebida. Sólo fue cuestión de segundos para que Yuta estuviera de regreso con ella y entregarle el vaso.
Le dio un pequeño sorbo y lo dejó a un lado para después fijar su vista en algún punto de la habitación y hundirse en sus pensamientos. Los dos estaban bajo un silencio un tanto abrumador e incómodo, hasta que la escuchó soltar otro suspiro y preguntó con voz débil:
—¿Puedo quedarme aquí hoy?
—Claro pequeña, sabes que jamás me negaría a darte refugio.
—Gracias —sorbió la nariz—. Me quedaré a dormir aquí en la sala. Quiero estar a solas.
—Oh, no. Si quieres tener un momento a solas, puedes quedarte en mi habitación y yo me quedaré aquí.
—Mhm... No me parece. Estaré bien aquí, Yuta, no te preocupes.
—No me parece a mí que siendo un caballero deje a una dama dormir en un sofá. Vamos, mi habitación para ti y yo aquí. No se diga más. —sonrió, logrando contagiarla.
—Aceptaré porqué ya tuve suficiente de discusiones.
—¿Si te das cuenta que al tú estar mal me pone mal a mí, verdad? —hizo un puchero un tanto gracioso, haciéndola reír otra vez.
—Lo siento. —miró hacia el suelo, cesando su, si se podía decir, risa.
—No pasa nada. Mejor ve a descansar.
—De acuerdo.
Ella se puso de pie con mucha pesadez y él le imitó.
—Si necesitas algo no dudes en hablarme.
—¿Tú dónde estarás?
—En mi oficina. Debo terminar de organizar unas cosas.
—Me encantaría ayudarte, pero...
—No te preocupes. Tú sólo descansa ¿sí? —le sonrió suavemente.
Ella asintió y antes de desaparecer, Nakamoto le lanzó un pequeño beso al aire, haciéndole sonreír por última vez.
Se dirigió a la habitación y tan pronto como cruzó la puerta, se recostó y hundió en las sábanas que le brindaban mucha calidez en esa fresca temporada.
Estuvo pensando en toda la situación por unos largos minutos, incluso soltó un par de lágrimas más hasta que finalmente se cansó y el sueño comenzó a ganarle, cayendo completamente dormida.
(...)
Despertó porque tenía que usar el baño y después de hacerlo quiso ver si Yuta ya estaba desocupado. Antes de salir miró la hora en el reloj sobre la mesita de noche; este indicaba las 10:37 p.m.
Salió de la habitación hacia la oficina de Yuta, cuya puerta estaba entreabierta y entonces se asomó por allí para verlo. Se encontraba de pie ordenando unas carpetas, portaba solo unos pantalones de pijama y traía su torso desnudo. Su corazón comenzó a latir más rápido de lo normal ante la imagen. Definitivamente sentía algo más que atracción, más allá de un simple gustar, y no le gustaría en lo absoluto que él saliera de su vida.
Abrió la puerta un poco más, causando que esta chillara, lo que llamó la atención de Yuta.
—Hola, bonita —le sonrió—. ¿Todo bien?
—Sí, sólo quería un vaso de agua... pero me distraje.
—Mhm, ¿te distrajiste espiándome? —entrecerró los ojos con una mueca graciosa. La castaña se recargó sobre el marco de la puerta.
—Quería saber si ya habías acabado con tu trabajo.
—Ya casi. ¿Por qué?
—¿Puedes quedarte conmigo? Sé que no vas a permitir que duerma en el sofá pero tampoco quiero que pases la noche incómodo en él y que mañana tengas que trabajar.
Nakamoto no dudó ni un segundo en aceptar aquello y tan pronto cómo acabó con sus deberes, fue a la cama con ella. Una vez allí, ambos estaban cubiertos con la misma sábana pero mirando a direcciones opuestas. Era extraño, se sentía muy incómodo y la tensión era dominante. Por primera vez ambos se sentían así.
—Te quiero, lo sabes ¿verdad? —se giró a modo de poder verla.
La chica no respondió y creyó que tal vez ya dormía. Hasta que ella también se giró para encararlo con una mueca de tristeza.
—¿Qué estamos haciendo mal, Yuta?
Él llevó su mano hasta su mejilla para acariciarla con su pulgar y se movió para estar más cerca de ella.
—Nada, pequeña. ¿Crees que está mal enamorarse?
'Enamorarse'. Aquella palabra hizo que su estómago se revolviera y su corazón diera un brinco. ¿Él estaba enamorado también?
—No... —contestó por lo bajo.
—Entonces no hay de qué preocuparse. —se inclinó un poco para plantar un beso en su mejilla.
—En realidad hay mucho de que preocuparse.
—Lo sé, lo sé. Sólo trata de no pensar en ello.
Otra tarea difícil. ___ suspiró y se acomodó en vista al techo, acción que Yuta imitó.
—Faltaré a clases mañana.
—Está bien. Llevaré una excusa en tu nombre a la oficina principal.
—¡Estás loco! —le miró con el semblante lleno de pánico y Yuta rió.
—Sólo juego. Debiste haber visto tu cara —continuó riendo, contagiándola también.
Ni siquiera podía con su pequeño problema familiar, ya podría cargar con uno en el instituto.
—Debo hablar con tu madre —soltó repentinamente, haciendo que la sonrisa de la chica desapareciera—. Sólo dame tiempo, pero yo mismo debo arreglar todo lo que causé y quitar ese mal concepto de tu madre hacia mí.
—No es sólo tu culpa, Nakamoto, pero si quieres hablar con ella, está bien, no me opondré.
Él tenía razón. Hablar con su madre era la mejor opción y tal vez eso podía arreglar las cosas. También tenía que hacerlo con Yukhei, ya no quería verla triste por su amigo, pero tampoco permitiría que nadie lo separar de su pequeña.
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Be with You ; Nakamoto Yuta
Fiksi Penggemar"-¿En serio te arriesgarás a esto, a perder tu trabajo? -¿Y tú arriesgarás tu reputación? Ella lo miró por unos segundos. Era el hombre más lindo que jamás había visto y que le hacía experimentar sensaciones inefables. Sin duda le gustaba él. -Por...