02.

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—Espero no ser la única ahí. —hablaba con ella misma mientras se dirigía al salón del profesor Nakamoto.

Llegó a la puerta y observó los alrededores; sintió alivio al ver que no era la única. Había un chico más. Decidió pasar y tomar asiento, en cuestión de minutos el profesor Nakamoto ya estaba cruzando la puerta.

—Joven Hwang, necesito de su ayuda —le habló al chico, este se levantó—, ¿puede llevar estos documentos a la oficina?

No, joder, no quería quedarse sola con él.

—¿Puedo llevarlos yo? —intervino.

—He dicho, joven Hwang. —remarcó el apellido. Ella resopló.

Yuta entregó los papeles al chico y este salió. Ahora sí eran sólo ella y él. Se acercó a paso lento a ella y se inclinó un poco.

—¿Quiere ayudarme con algo? —dijo en voz baja, tanto que la ponía nerviosa.

—¿En qué? —se limitó a mirar donde sea que no fuese sus ojos. Nakamoto se alejó.

—Ayúdeme a llevar estos libros a la biblioteca —ella asintió y se levantó para tomar algunos y salir, seguida de Yuta—. Su profesor de Cálculo me ha dicho que le ha estado yendo mal en algunos temas, ¿qué ocurre?

¿Realmente era algo que le importaba o sólo quería sacarle plática?

—Son muy difíciles. —se limitó a responder.

—¿Sabe? Cálculo y química tienen mucho en común, en ambas se requiere estudiar matemáticas.

—¿A dónde quiere llegar con esto?

—Me refiero a que yo podría ayudarla.

—No gracias, yo puedo sola. —contestó de inmediato.

—Me preocupo por mis alumnos y sólo quiero ayudarlos, es todo. —comentó sólo para borrar cualquier pensamiento erróneo que ella tuviera.

—Agradezco mucho que quiera ayudarme, profesor, pero...

—Oh vamos, no sea así o ¿prefiere que el profesor Cha llamé a su mamá?

Ella resopló resignada. Nakamoto tenía razón, el profesor Cha ya le había advertido que si no mejoraba su nota, él y su madre tendrían una charla y lo que menos quería era oír a su madre repetirle lo mismo en cuanto al estudio.

—¿No tengo otra alternativa, verdad?

—Podría pedirle al profesor Cha que le dé tutorías él mismo.

—No, gracias —hizo una mueca de desagrado—. Él es muy gruñón. —musitó pero Yuta logró oírla y sólo se limitó a reír.

Dejaron los libros en sus respectivos estantes para luego regresar al salón. Ella pudo notar como la encargada de la biblioteca no le quitaba la mirada a Yuta y hasta podía jurar que la vio babear. Qué obvia.

—¿Cúando comenzamos el repaso?

—Cuando usted elija, aquí el profesor es usted.

—Por mi parte desde mañana. ¿Le parece?

Se limitó a asentir sin decir nada, aún no estaba segura si fue buena idea aceptar aquello, le temía a su profesor y que él quisiese sobrepasarse con ella. Intentó eliminar todos esos pensamientos y mejor pensó en el beneficio que eso le traería, si ponía de su parte podía subir su nota y liberarse de un regaño.

—¿Puedo ir al baño?

—Claro. Vaya.

Ella tomó dirección al baño mientras Yuta se dirigía al salón. Una vez allí le dio permiso a su otro alumno para que se retirara, pensó que no sería mala idea estar unos segundos a solas con ella. Cuando ella regresó y no notó la presencia de el otro chico, se alarmó y no dudó en preguntar:

—¿Dónde está el otro chico?

—Me está ayudando con unos papeles en la oficina, ¿por qué? —caminó hasta la puerta para divisar el pasillo.

—Oh... No, por nada. —habló titubeante.

—¿Me ayuda a limpiar la pizarra, por favor? —metió ambas manos en sus bolsillos.

—Ahm... Sí, está bien. —tomó el borrador e hizo lo que su profesor le pidió.

Yuta la observaba desde la puerta, no dudaba que era una chica amable, bien portada, inocente y sobre todo linda. Desde que la conoció esa fue su primera impresión, le agradaba tanto que podía asegurar que era su tipo. Las veces en las que la ponía nerviosa y él lo notaba, o cuando la pillaba observándolo y ella se sonrojaba, aunque aveces pretendía como si no lo conociera. ¿Todo eso era algo bueno?

Se acercó lentamente a ella y se recargó sobre la pizarra. Ella lo miró de reojo y continuó haciendo lo suyo, mientras Nakamoto no le quitaba la mirada.

—¿Ya quiere irse? —preguntó esta vez mirando su reloj, la chica asintió aún sin mirarlo— Está bien —acercó su mano a su mejilla y la apretó suavemente, ella se asustó—, puede irse. —sonrió, ella volteó a verlo y Yuta no dudó en regalarle un guiño. Bajó la mirada y con mucha rapidez tomó sus cosas para salir del salón—. No vemos mañana. —escuchó decirle antes de salir.

Soltó el aire que había retenido esos segundos y llevó ambas manos hasta sus mejillas sólo para comprobar lo caliente que estas estaban. Joder, definitivamente no había sido buena idea aceptar su ayuda, pensó.

(...)

—¿Puedes creer que la hija de Soyeon no lleva bien sus notas? Por Dios, jóvenes que no tiene nada más qué hacer que estudiar y aún así no se esmeran en ello. —negó.

Eso era tan su caso, pensó, y con tan sólo escuchar la forma de hablar de su madre sabía que no aceptaría que ella reprobara ni una clase, lo que significaba que no podía negarse a la ayuda que Yuta le estaba proporcionado.

No podía ser tan malo, después de todo a Nakamoto no se le ocurriría sobrepasarse con ella o se tendría que atenerse a las consecuencias, pensó.

Sin tomar en cuenta que después de todo ella no haría nada para detenerlo.

Be with You ; Nakamoto YutaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora