39.

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Ahora estaba solo y probablemente lo estaría el resto de sus días. Yurih había cruzado la línea; eso fue demasiado por lo que no se pudo contener y le gritó. Le reclamó por todas las veces en las que se había entrometido en su relación, la maldijo una y mil veces hasta que esta salió llorando, pero poco le importó hacerle llorar.

Ella desmoronó la bonita relación que había construido con ___ y eso jamás se lo perdonaría.

Intentó llamarla durante toda la noche y, aunque sabía que jamás atendería, no perdía la esperanza de que ella le diera una última oportunidad para hablar.

Esa noche fue un martirio para ambos. Ninguno pudo dormir sintiéndose solos y tristes. Las lágrimas y el dolor era lo único que los conectaba.

La mañana siguiente no fue para nada mejor.

—A ti te ocurre algo. —insistió Yukhei.

—No me pasa nada.

—¿No me quieres decir? ¿Algo malo pasó?

—No, Yukhei.

—Dime.

—No ha pasado nada.

—Algo me dice que sí. —entrecerró los ojos, mirándola con recelo.

—Qué no. Ya déjame en paz. —alargó notablemente irritada; Yukhei chasqueó la lengua.

—No sé qué problemas hayas tenido con tu mamá o probablemente con Yuta, pero no te desquites conmigo.

—Pero es que sigues insistiendo con que algo me pasa y no es así.

—Esa actitud no la tienes por nada.

—Xuxi, por favor... —le rogó con la mirada para que ya no siguiera hostigándola con preguntas.

—Más te vale que no me estés ocultando algo porqué sabes que estoy dispuesto a ayudarte en lo que sea.

—No oculto nada, Xuxi, en serio.

Trató de sonreír, pero esto se convirtió en una mueca de mal gusto al ver a Yuta yendo camino a su salón. 

Evitó el contacto visual y sintió un malestar en su pecho, algo que también se manifestó en su faz. Yukhei no pasó por alto su triste expresión, pero se abstuvo a preguntar.

Yuta, por su parte, no se molestó en disimular y en ningún momento le quitó los ojos de encima. Él se sentía igual de triste que ella. Las cosas no fueron cómo ella pensaba pero, de nuevo, se rehusaba a escucharlo. Aun así, Yuta estaba dispuesto a esperar y, si era posible, implorarle por su atención.

Cruzó miradas con Yukhei y, para tratar de no ser obvio con respecto a cómo se sentía, le regaló una pequeña sonrisa, gesto que el chico le regresó.

A la hora de su clase, hizo todo lo posible por obtener su atención, mas la chica parecía estar muy determinada a ignorarlo.

Su última alternativa era el final de la clase y, para su suerte, ella se demoró más que el resto en guardar sus cosas. Observó el salón para asegurarse de que no estuviese nadie más y se aproximó a ella.

—Mi amor —la llamó, pero esta hizo oído sordos—. Por favor, escúchame.

—Déjeme en paz, Yuta. —masculló con molestia.

Agarró sus cosas con brusquedad y salió del salón, siendo perseguida por la triste mirada del japonés. Yukhei, que estaba en la puerta, fue testigo de la escena y entonces comprendió el porqué de la actitud de su amiga.

—Hey, quería decirte que me sentaré con Yuqi a la hora del almuerzo. ¿No te molesta verdad?

—No, claro que no. Tus demás amigos me caen bien, así que no te preocupes. Estaré bien. —sonrió lánguida.

Be with You ; Nakamoto YutaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora