63.

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La situación se había vuelto difícil para Yuta y al parecer su retorno no sería tan pronto cómo creían. Ella tuvo la esperanza de que Yuta regresara unos días antes de su cumpleaños, pero no fue así.

Fue inevitable y sus ánimos decayeron otra vez.

Para tratar de animarse un poco, Hansol, Yukhei y ella habían planeado pasar la tarde juntos. Después de todo, nunca faltaban las risas con aquel par.

—¡Solecito! —exclamó con felicidad al ver a Hansol frente a ella— No sabes cuánto he extrañado pasar tiempo contigo. Ya casi ni me visitas.

—Lo siento, linda, pero es que he estado bastante ocupado. Encontré un trabajo nuevo y, aunque es bastante ajetreado, pagan muy bien.

—Me alegro por ti —sonrió amplia—. Entra, no te quedes ahí parado. Sabes que esta es cómo tu casa.

Se hizo a un lado para darle paso al mayor, quien miró a su alrededor en busca del otro.

—¿Y Yukhei dónde está?

—Fue al supermercado por algunas golosinas y ese tipo de comida chatarra. Ya no tarda en regresar.

—Ya veo...

—Sí. ¿Te gustaría ayudarme a preparar una tarta de mora? Así estamos un poco más adelantados en lo que Xuxi regresa.

—Claro, pero... No quiero ensuciar esta camisa. Hace poco la compré y procuro cuidarla.

—Mhm, no te preocupes —chasqueó los dedos—. Tengo algo para ti.

La castaña abandonó la cocina y fue a su habitación. En cuestión de segundos regresó con una prenda superior masculina.

—Toma. Estoy segura que te quedará a la perfección.

—Oh, gracias. ¿Es de Yukhei? —cuestionó inspeccionándola.

—No, de Yuta. —contestó sin verlo, buscando lo necesario para preparar el dichoso postre.

—Oh —alargó—. No te vayas a voltear —Hansol se despojó de su camisa y rápidamente se colocó la otra—. Vaya, tenías razón. Justo somos la misma talla.

—¡Qué bueno! —dio cortas palmaditas— Hansol, ¿me ayudas a alcanzar el polvo para hornear? —se empinó, haciendo un último intento por tomar este.

Sintió las manos de Hansol sobre su cintura y de inmediato se congeló. Volteó a verlo y notó cómo este sonreía ladino.

—Claro, sólo dame espacio. —musitó con voz profunda, aún sin borrar aquella atractiva sonrisa.

—¡Hansol, no bromees así! —le regañó, mientras le soltaba un débil codazo.

—Yo no estoy jugando —el mayor se estiró para tomar lo necesario—. ¿Necesitas algo más aparte del polvo?

—... No, no. Eso es todo. —musitó, evitando su mirada a toda costa.

Hansol soltó una carcajada y ella lo miró confundida. ¿Qué era tan gracioso?

—Sólo juego, bonita. Aunque no miento al decir lo afortunado que fue Yuta al conocerte primero. Pero ya qué, me conformo con tu amistad.

—¿Realmente te llegué a gustar? —lo miró con horror. Hansol volvió a reír.

—Eso no importa ya. ¿Cómo se supone que haremos esto?

Ahora él evitaba mirarla, colocando su atención en lo que sea que no fuese ella.

—Vacíalo aquí —le entregó un contenedor, manteniendo sus ojos fijos en él—. No entiendo. ¿Por qué nunca hiciste nada para llamar mi atención?

—¿Acaso serías capaz de reemplazar a Yuta? —la miró, elevando una ceja. La castaña se mantuvo callada y él lo tomó cómo una respuesta— Es exactamente lo que pensé.

Hansol es una increíble persona, y de alguna manera le hacía sentir mal el no haber podido corresponder a sus sentimientos cómo él lo hubiese querido. Sin embargo, el cariño que le tomó era bastante fuerte y definitivamente quería mantenerlo dentro de su círculo amistoso para toda la vida.

—¿Sabes? —ella se encargó de romper aquella atmósfera incómoda que se abrió entre ellos— Me alegra mucho el haberte conocido. Me hizo darme cuenta de que a veces las personas pueden entrar a tu vida de la manera más inesperada, pero volverse más importantes de lo que podemos imaginar.

—¿Qué me estás queriendo decir? —la miró divertido.

—Que te quiero... —volvió a sonreír—... En el buen sentido, claro, y sinceramente quiero que sigamos siendo amigos por mucho. —empleó énfasis en esta última palabra.

—También te quiero y no te preocupes, aquí me quedaré contigo hasta que te aburras de mí porqué yo no pienso hacerlo. —afirmó en tono seguro.

—Ouh, tanta ternura va a provocar que el postre quede más dulce de lo que debería. —entonó burlona, pues Hansol no era mucho de expresar sus emociones.

Tal vez fue por esa razón que nunca percibió los sentimientos que él tenía por ella. Era muy bueno ocultándolos.

—Ya, ya. Hagamos esto cómo se debe y en silencio.

—De acuerdo, ternurita. —canturreó.

Hansol la miró mal y ella sólo sonrió inocente.

(...)

—¡Yuta! —entonó alegre.

—Hola, cariño. —pronunció desde el otro lado de la línea. A diferencia del tono de la fémina, el de él era apagado.

—¿Cómo estás?

—Un poco cansado pero todo bien. ¿Tú cómo vas?

—Bien... —se limitó a responder.

Hace días que se comunicaban tan poco. Tenían simples conversaciones y estas no duraban más de cinco o diez minutos. A pesar de eso, su cariño por él no disminuyó y, por ende, le ponía muy triste ver como las cosas se tornaban difíciles.

—Me alegro.

Y ahí ambos cayeron en un incómodo silencio.

—Aah... Gracias. ¿Sabes Yuta? Si estás cansado, será mejor que descanses.  Hablamos otro día. —rió incómoda.

Le dolía el desinterés del chico.

—Está bien. Adiós.

—Te amo.

—También te amo. —y dicho esto, la llamada finalizó.

La castaña suspiró y lanzó su móvil sobre la cama. No sabía qué le ocurría a Yuta; si estaba pasando por problemas o, cómo lo presentía, simplemente se estaba aburriendo de ella. No quería que esta última posibilidad fuera correcta, pero de todas formas, ¿cómo podría una relación a distancia mantenerse estable?

Be with You ; Nakamoto YutaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora