—¡Lo pasé, Profesor Nakamoto! ¡Sí lo hice, pasé la prueba de cálculo!
—¿Sí? Felicidades, pequeña. Sabía que podía hacerlo.
—También el profesor Cha me dijo que mi nota iba mejorando. ¡Ah! Estoy muy feliz.
Sin tomar control de sus acciones, se abalanzó a él para darle un abrazo pero esta vez sin la intención de separarse.
—Era sólo cuestión de que creyera en usted misma.
—Muchas gracias —habló en medio del abrazo—. Realmente estoy muy agradecida, no sé como pagarle.
—Bueno... ¿Recuerda que me debe una salida?
—Ajá...
—Pues podríamos salir hoy como una pequeña celebración por ser una buena alumna y yo un buen profesor, ¿no cree?
Era buena idea, pues ya necesitaba algo de aire fresco y una salida. Eso de estar de casa al colegio y del colegio a casa era tedioso.
—Está bien, pero... ¿usted no tiene trabajo por hacer o papeles que revisar?
—No sé preocupe, todo está bien.
—Oh bueno, pero ¿podría ir a mi casa para cambiarme el uniforme? Si quiere nos encontramos aquí.
—No, no, yo la llevaré y esperaré... Y no aceptaré un "no, yo puedo ir y regresar".
—Cómo quiera. —se encogió de hombros y resopló.
Una vez estando en su casa, dejó a Yuta pasar en la sala de estar mientras ella fue a cambiarse. Se colocó algo casual, unos jeans y una blusa sencilla. Pequeños nervios comenzaron a aparecer, ¡saldría con él! Terminó de alistarse lo más rápido que pudo y salió.
—Que linda foto. —dijo Yuta tomándola mientras sonreía. Era una foto de ella de pequeña.
—¡Démela! —intentó arrebatársela— Yuta —alargó—... Le dije a mamá que la quitara de allí. —se giró cruzándose de brazos y haciendo un puchero.
—No se preocupe —se acercó por detrás y besó su mejilla—. Se ve linda —volteó a verlo sorprendida mientras intentaba controlar el sonrojo que se había apoderado de sus mejillas. Yuta sólo río—. ¿Nos vamos?
—... Sí.
Salieron de allí y subieron al auto. Claro, Yuta tuvo el gesto caballeroso de abrirle la puerta para después subir él y emprender rumbo al centro.
—¿Tiene hambre?
—No le voy a mentir, estoy que cazo. —rió acariciando su barriga.
—Perfecto. La llevaré a un lugar que le encantará. —sonrió.
No podía borrar esa sonrisa, estaba saliendo con ella, algo que quería desde que la conoció.
Nakamoto prendió el radio y lo puso a un volumen bajo, muy relajante a decir verdad. Ella por su parte, miraba hacia la ventana. ¿Quién lo diría que ella estaría saliendo con su profesor? Y con tan sólo pensar en ello se le revolvía el estómago como muestra de la emoción y nervios que sentía. Al cabo de unos minutos, Yuta se detuvo frente a un restaurante, podía notar que estaban un poco lejos de la ciudad.
—Comida típica, eh.
—Coreana y Japonesa. —la tomó de la mano para adentrarse al lugar.
Tenía una bonita decoración muy hogareña, y el olor a comida, eso bastó para que su estómago rugiera.
—¿Ah sí? —Yuta asintió, ella miró sus manos y una leve sonrisa se apoderó de sus labios y el calor de sus mejillas.
—¡Yuta! —lo saludó una señora con mucha alegría al momento de entrar.
—¡Abuela Chiasa! —la saludó de la misma manera.
—¿Cómo estás, cariño? —lo abrazó y con eso se dio cuenta de la presencia de la chica— Oh, ¿quién es esta linda jovencita?
Vaya, con eso se podía decir que le cayó bien.
—Es ___, una amiga... Pero muy pronto algo más. —susurró lo último, colocando su mano sobre su boca, pero ella logró escucharlo.
—Ah, ya veo. Yo soy Chiasa, amiga de la abuela de Yuta pero él me llama abuela también. —sonrió mirándola.
—Un placer, señora. —hizo una pequeña reverencia.
—El placer es mío, linda. Vengan, pasen por aquí. —los dirigió hasta la mesa y ahí se retiró.
—El lugar es muy lindo, y además es acogedor. Su abuela es muy agradable.
—Ella reconoce el tipo de persona desde que las ve.
—¿Entonces sí le caí bien?
Yuta se limitó a sonreír y continuó viendo el menú. Al cabo de unos minutos, ordenaron, Yuta y su abuela le habían sugerido un platillo japonés típico y además exquisito. Todo fue bastante bueno: pláticas, risas, comentarios por parte de la abuela de Yuta (quien los hacía las veces que se acercaba para saber como estaba todo, los cuales por cierto, hacían sonrojar a la menor) y miradas juguetonas. Al final Yuta por fin consiguió saber más de ella y viceversa y tal cómo Yuta lo había dicho, a ella le encantó el lugar. Luego de un rato de haber comido se despidieron y agradecieron a la señora, quien estaba muy feliz por Yuta al fijarse en una chica cómo ella.
Yuta dejó el auto en el estacionamiento del restaurante para poder caminar un poco junto ella mientras la tomaba de la mano.
—Qué abuela más simpática. —admitió la chica.
—Le dije, es dependiendo la persona.
—Sí, lo sé —sonrió viendo hacia abajo—. ¿Sabe algo? Me gusta estar así.
—¿Así cómo ahora? ¿Usted y yo caminado juntos y tomados de la mano?
Ella asintió tímida.
Al momento de llegar al puente, se detuvieron y se recargaron sobre los barrotes para mirar al río. La luna se reflejaba sobre el agua, que corría con tranquilidad bajo este y el aire fresco rozaba contra sus rostros; el ambiente no podía ser más perfecto. Ambos estaban envueltos en un silencio absoluto y para nada incómodo, cada uno hundido en sus pensamientos. Lo que a él le encantaba de estar en silencio era que podía tomarse un momento para contemplar sus facciones sin que ella se diera cuenta.
Tenía en claro que le gustaba, que quería algo con ella sin importar que fuese a escondidas de todos en el instituto y, sobre todo, quería asegurarse de que ella también quisiera lo mismo.
—¡Yuta, mire! —señaló al cielo— Una estrella fugaz. ¡Qué linda!
—Sí, muy linda. —comentó sin siquiera molestarse por ver tal cosa, no le quitaba la mirada de encima a ella.
Sus ojos se encontraron. La mirada de Yuta le causaba un sinfín de emociones indescriptibles; era una mirada muy suave y tierna, pero a la vez dominante. Acunó el rostro de la chica entre sus manos y se inclinó hacia adelante mientras lo acariciaba con el pulgar. Una sonrisa se plasmó en los labios de ambos y ella comenzó a acortar la distancia entre sus rostros, a la vez que cerraba sus ojos.
Sintió los labios de Yuta sobre los de ella y no deseó tener más que sólo el cálido roce de estos. Lo estaba besando, él la estaba besando, era algo que los dos ansiaban desde hace mucho y al fin podían experimentarlo con libertad. Yuta tomó la iniciativa y comenzó a moverlos despacio para que así ella lo siguiera. Un millón de sentimientos los rodearon y fue como si el mundo se detuvo por un instante, principalmente por aquella sensación tan placentera que los llenó al saber que sí podían estar juntos sin importar qué.
Al fin y al cabo, eran sólo ellos dos y nadie más debía importar.
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Be with You ; Nakamoto Yuta
Fanfiction"-¿En serio te arriesgarás a esto, a perder tu trabajo? -¿Y tú arriesgarás tu reputación? Ella lo miró por unos segundos. Era el hombre más lindo que jamás había visto y que le hacía experimentar sensaciones inefables. Sin duda le gustaba él. -Por...