18.

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—Arriba, bella durmiente. —susurró suave al oído de la chica mientras acariciaba su cabello.

No necesitó hacer más, pues ella se encontraba medio despierta desde hace un rato. Ella emitió un ¿mhm? mientras levantaba la cabeza aún sin abrir los ojos.

—¿Tienes hambre? Traje algo para desayunar.

—Tengo sueño. —balbuceó con voz ronca.

—Vamos, ¿o me dejarás desayunando solo? —se recostó a su lado y la abrazó. Ella le daba la espalda.

—Estás frío.

—Por favor ven a desayunar conmigo... —alargó, haciendo caso omiso a su queja.

—¿Realmente quieres que desayune contigo?

Ella sonrió para después girarse a él y rodearlo con un brazo.

—¿Crees que te estaría despertando si no fuera así? Es aburrido hacerlo solo.

La voz del japonés sonó lánguida, por lo que ella finalmente abrió los ojos para mirarlo. Al contrario de lo que pensó, se topó con esa bella sonrisa tan característica de él.

—Sólo quedémonos así un ratito más, ¿sí?

—Cómo quieras. —sonrió.

El silencio los invadió por unos segundo, pero fue interrumpido al momento en el que el móvil de la castaña comenzó a vibrar. Ambos dirigieron sus ojos al aparato.

Era una llamada entrante de Yukhei.

—¿Qué querrá ahora? —rió él.

Ella se acercó para tomar el celular y contestar.

—¿Yukhei?

—Oye, ¿dónde estás? Llevo tocando tu puerta por más de diez minutos. Seguro aún estás echadota.

Ella no pudo evitar reír ante aquello... Hasta que cayó en cuenta de que no estaba en su casa. Enseguida cesó su risa y el pánico la invadió.

—¿¡Estás en la puerta de mi casa!?

Sí, atiéndeme.

—¿Por qué tan temprano?

Me prometiste que pasaríamos este día juntos. ¿Lo recuerdas?

—Ahh... Sí.

Entonces apúrate y abre. ¡Me haré paleta de helado aquí afuera!

—Yukhei, yo... Estoy en...

Guardó silencio sin tener idea de qué excusa poner esta vez.

Estás en...

—¡La pastelería! —soltó nerviosa.

¡Eh! No me grites. Pero... ¿estás bien?

—Sí, sí, estoy bien. Ya estoy a punto de salir —se reincorporó en la cama—. Espérame que no demoraré mucho.

Está bien... Ah, ¡me traes...

—Lo siento, ya pagué. Te veo pronto. Adiós. —colgó con rapidez.

—Yukhei, eh —alargó Yuta, a lo que ella asintió y él suspiró—. ¿Cuándo será el día en que te dejará en paz?

—No lo sé y no quiero —susurró esto último. Su mejor amigo es su mejor amigo—. Me tengo que ir.

—Sí, ya qué.

—¿No que tienes mucho que hacer? De todas formas me iría —resopló—. Ahora tendré que pasar por la pastelería para poder comprar algo, sino me llenará de preguntas como: "¿Y el postre? ¿De dónde vienes? ¿Con quién estabas? Blah, blah blah..."

—¿En serio es así?

—Es mi mejor amigo; un hombre sobreprotector. ¿Qué se podría esperar?

—Bueno, no lo culpo. ¿Quién no querría cuidar de ti? —picó su mejilla.

—Ya —sonrió tímida—. Ahora sí me tengo que ir.

Ella gateó hasta la orilla de la cama. Nakamoto la cogió por la cintura y la jaló de regreso a él. Sin mencionar palabra alguna, unió sus labios en un suave beso mientras la colocaba bajo él. Ella no tardó en seguirle el juego. A pesar de estar en apuros, no desaprovecharía la oportunidad de besar esos adictivos labios una vez más.

—Yuta —susurró en medio del beso—... Yuta, me tengo que ir.

—Déjame despedirme cómo se debe.

—Está bien, pero... —emitió un ronco sonido de placer, entonces Yuta se detuvo y la miró.

—¿Qué fue eso? —sonrió ladino. Sabía perfectamente que él había sido la causa de aquello.

La menor no replicó al sentir sus mejillas arder. Juraba que eso se le escapó sin querer, pero era todo culpa de Yuta y la magia de sus caricias.

—Ya déjame —cubrió su rostro con sus manos—. Debo irme, en serio.

—Está bien.

Descubrió el rostro de la chica para darle un último beso en los labios y se quitó de encima. Ella salió de casa de Yuta con mucha prisa y, sobre todo, precaución. Claro, no quería ser vista por nadie del instituto.

En su cabeza sólo divagaba el recuerdo de lo ocurrido minutos atrás. Era la segunda vez que pasaba. Y es que él no fallaba en provocarle un sinfín de sensaciones plácidas e indescriptibles.

Llevó sus manos hasta sus mejillas y se dio cuenta de lo calientes que aún estaban, cayendo en cuenta de que se estaba sonrojando otra vez.

—Ugh, ¿quién diría que yo estaría con él? Y peor aún... Que me haría sentir así. —habló para sí misma.

Bastaba con solo pensar su nombre para despertar las mariposas en su estómago.

En todo el trayecto iba ensimismada pensando en él, que ni siquiera se percató de que cruzó la pastelería y no se detuvo a comprar algo. Ya era demasiado tarde para regresar, ya estaba frente a su casa y Yukhei estaba ahí.

—Qué mala amiga eres, en serio. —fue lo primero que dijo al verla, se cruzó de brazos y la miró seriamente, se notaba muy molesto.

Ella se detuvo bruscamente y lo miró sorprendida y nerviosa ante aquel comentario... ¿A qué se refería?

Be with You ; Nakamoto YutaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora