21.

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Yuta la invitó a una cita, la cual ella aceptó gustosa, pero sentía que no lo estaba disfrutando debido a que su mente se mantenía ocupada en otras cosas.

—Hey, ¿qué pasa? Estás distraída de nuevo. ¿Las cosas con Yukhei aún no están bien?

Como si fuese adivino, atinó a la razón del porqué ella estaba así.

—No, aún no. Sigue ignorándome. De verdad nunca pensé que se molestaría así, de haberlo sabido jamás hubiese hecho esto. —resopló frustrada.

—Parece que te estás arrepintiendo de estar conmigo y a veces me siento mal cuando hablas así. Sólo disfrutemos de nuestra cita, ¿sí? —acarició la mejilla de la chica mientras le sonreía. Ella suspiró.

—Está bien.

Ella también sonrió y se abrazó a él, refugiándose en sus brazos por unos segundos.

—¿Tienes hambre? Juro que puedo escuchar tu estómago desde aquí.

—¡Hey! —rió llevando su mano a esa zona y luego golpeó el hombro del chico—. No es cierto.

—¿Ah, no?

—... Sólo un poco. —admitó por lo bajo.

—Entonces vamos —entrelazó sus manos—. Se me antojó el takoyaki de la abuela.

La castaña sonrió abiertamente al recordar la tan agradable y dulce señora.

—Sí, ¡yay! Vamos donde ella. ¿Sabes? Desde hace días que se me antoja su comida también. En especial la japonesa.

—Sí, todo lo que es japonés es bueno. —habló engreído mientras una sonrisa ladina se asomó por sus labios. Ella río negando.

—¿Qué haré contigo?

—No sé... ¿Qué quieres hacer conmigo?

La tomó por la cintura y la acercó a él. Claramente aquello cargaba doble sentido.

—Ya... —lo golpeó en el pecho.

—No me pegues —hizo un puchero y acortó la distancia entre sus rostros para unir sus labios—. ¿Prefieres la comida o comerme a mí? —musitó sobre sus labios.

—Ya estuvo —se alejó de él, reprimiendo sus ganas de reír—. Vamos.

Enlazó su mano a la de él para dirigirse al restaurante de la abuela de Yuta.

Después de comer y conversar con la señora por un largo rato, llegó el momento de irse.

Realmente la habían pasado bien una vez más. Hasta los comentarios incómodos, pero graciosos, de la señora hacia Yuta lo habían hecho mejor. Incluso había admitido que era la única chica a la que Yuta había llevado y presentado alguna vez. Sabía sobre sus relaciones pasadas, pero ninguna tan seria cómo para presentarla, eso alegró bastante a la castaña, tal vez le había hecho sentir importante de alguna manera.

De regreso a casa, Yuta decidió pasar por la suya primero para dejar su auto y concluir su cita con una pequeña caminata a casa de la menor.

Charlaban alegremente mientras sus manos se transmitían calor. Ninguno quería que eso acabara, pues era el único momento en el que podían demostrarse afecto. Habían llegado a un acuerdo que implicaba no tener contacto de ninguna forma ni en ningún momento en el instituto.

Yuta nunca fallaba en hacerla reír. Sus comentarios sin sentido siempre le sacaban una sonrisa y una que otra carcajada, pero esta se desvaneció completamente al encontrarse a Yukhei de pie frente a su casa y con la mirada fija en ellos. Sus ojos manifestaban una mezcla de asombro y decepción.

Be with You ; Nakamoto YutaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora