08.

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Ese mismo día, en la cafetería el coquetón de Yuta le dejó su número, en una servilleta, mientras Yukhei no lo miraba. Por alguna razón iba feliz de regreso a casa, tal vez porqué había conseguido su número.

Cargaba el papel en su mano y de vez en cuando pequeñas sonrisas se formaban en sus labios.

—Esto está mal —musitó para ella—... Aunque, ¿por qué lo estaría?, si es muy guapo, joven, caballeroso, lindo y sobretodo... coqueto —rió y rodó los ojos para luego hacer una leve pausa— espera... ¡ay no, me gusta él!

Frunció los labios y bajó los brazos. Lo había aceptado, le gustaba su profesor. Si eso era lo que él quería pues lo había logrado y lo único que faltaba era averiguar si sus intenciones eran buenas cómo lo aparentaba.

Entró a su casa anunciando un "llegué" pero no recibió respuesta. Su madre aún no llegaba. Últimamente se la pasaba mucho en su trabajo y, como siempre lo hacía cuando su madre no llegaba, decidió hacer la cena.

(...)

¿Debería escribirle?

Ese era el pequeño debate que su mente estaba teniendo, aunque pensaba que era muy tarde o que él podría estar ocupado. Se limitó a simplemente registrar su número y apagó su celular para continuar haciendo sus tareas.

A la mañana siguiente despertó e hizo su rutina diaria con suma pereza, puesto que se había desvelado por terminar sus tareas. Estaba cansada. ¿Por qué últimamente todos los maestros dejaban tarea el mismo día? Bueno, no todos.

Mientras tomaba algunos libros de su mochila para colocarlos en su casillero, soltó un bostezo y se dio un pequeño estirón. De pronto sintió que alguien le hacía cosquillas.

—¡BOO!

—¡Yukhei!

—No es "Yukhei" es "gatito". —dijo haciendo una pobre imitación de la niña.

—Serás ridículo. ¡No me asustes así!

—Lo siento —rió y la miró—. Te ves cansada.

—Ni que lo digas —cerró su casillero—. Estuve haciendo tareas. ¿Que tú no las hiciste?

—Sí pero, por lo que veo, soy más rápido que tú.

—O será que yo sí las hago bien.

—Cómo sea. —rodó los ojos y comenzó a caminar hacia el salón.

Lucas se veía bien. Parecía que lo del día anterior no le había afectado nada, al contrario de su amiga quien parecía un zombie.

—Lo peor de todo es tener a Nakamoto a primera hora.

—Ay sí, hazte la que no te gusta. —la codeó.

—¡Ya basta, Yukhei!

—Cuando me quieres me llamas Xuxi, cuando estás enojada me llamas Yukhei.

—Y cuando quiero favores te llamo Lucas. —sonrió con cansancio.

—Te ves horrible, fea. —la despeinó.

—¡No ayudes!

—Así te ves mejor. Dejame darte una mano. —continuó despeinando el cabello de su amiga mientras ella reía e intentaba alejarlo.

La voz del profesor Nakamoto los hizo detenerse, quien por cierto los miró fijamente hasta llegar a su escritorio. Ella se limitó ordenar su cabello e ignorar lo que Yukhei hacía hasta que la clase comenzó.

No iban ni por la mitad y ya deseaba que aquella clase terminara, más bien, que todas las clases terminaran. Recargó su codo en el escritorio y su cabeza en su mano mientras lentamente comenzaba a cerrar los ojos. Nakamoto llamaría su atención por eso pero era lo de menos; necesitaba descansar. Cuando menos lo esperó, se recostó sobre su escritorio y cayó dormida.

Unas suaves caricias en su cabellos la hicieron despertar lentamente, miró a su mejor amigo al lado con una sonrisa.

—¿Estás mejor, bella durmiente? La clase ya terminó.

—¿Qué? —restregó sus ojos.

—Ew, tienes saliva en tu cabello. —la miró con una mezcla de horror y asco.

—Calla. —dijo acomodándolo.

—Tienes suerte que el profesor Nakamoto no te haya regañado por dormir.

—La verdad que sí.

(...)

—¿Estaba muy cansada hoy, no es así?

Joder, sí la vio. Seguro se venía un regaño.

—Sí... ¿Me vio dormir? —se encogió apenada en su lugar.

—¿Puede creer que ni aún así le puedo quitar la mirada de encima?

Eso no se lo esperaba.

—¿Podríamos sólo...

—¿Sabe que expliqué un tema nuevo?

—Lo siento, es que estaba realmente casada. Tenía muchas tareas y me quedé hasta tarde terminándolas —se excusó tímidamente—. ¿Pero por qué no me despertó?

—Por lo mismo, sabía que estaba cansada —un pequeño silencio se formó—... ¿Sabe? Pensé que me escribiría ayer.

—... ¿Ah sí? Bueno, no lo hice porqué pensé que era muy tarde o que...

—Pero puede hacerlo hoy... ¿Puedo hacerle una pregunta?

—Claro.

—¿Qué piensa de mí? Cómo hombre, no cómo profesor.

—Aah... ¿A qué viene esa pregunta?

—¿En serio es así de inocente?

—Bueno yo...

—¿Quiere saberlo?  —ella asintió— Pues... usted es muy linda, simpática, amable, buena persona. El que la logre tener será muy afortunado.

—Profesor, yo... —dejó las palabras en el aire, no sabía que decir.

—Está bien, no diga nada.

—Realmente no sé porqué hace esto... Digo, hay muchas chicas mucho más lindas allá afuera, incluso hay profesoras lindas y jóvenes aquí.

—Pero ninguna me atrae como usted.

La castaña mordió su labio y se colocó cabizbaja, jugando con sus manos, Yuta la tomó por el mentó y la obligó a verlo.

—Ahora no sé como realmente me siento.

—¿A qué le teme? ¿cree que no me doy cuenta que también le atraigo? Que se jodan las reglas de este instituto, ya somos adultos.

—Es algo difícil. —musitó; Yuta acarició su mejilla.

—No lo será si los dos queremos.

Be with You ; Nakamoto YutaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora