33.

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Despertó encontrándose sola en la cama. Su cuerpo estaba cubierto por una polera holgada de Yuta y su ropa interior. Reincorporó su postura y estiró sus extremidades. En ese instante sintió un ligero dolor recorrer su cuerpo, que se sentía muy diferente y pesado.

Los recuerdos de la noche anterior no tardaron en llegar y sus mejillas en reaccionar, poniéndose rojas al instante. Se levantó con cuidado de la cama para salir de la habitación e ir directamente a la cocina, donde encontró a Yuta.

Lo observó de espaldas, vertiendo un poco de jugo en un vaso. Parecía que andar sin camisa se le había vuelto una costumbre. Gracias a eso, se percató de unas extrañas marcas en su espalda, marcas que parecían ser la clara evidencia de rasguños.

¿En que momento yo...?
Pensó al caer en cuenta de que había sido ella misma y, de nuevo, no pudo evitar ruborizarse.

Nakamoto se giró, notando su presencia y rápidamente mostró una sonrisa ancha. Por alguna razón, ahora le parecía el doble de incómodo tener que verlo a la cara.

—Buenos días, pequeña.

—Buenos días. —su voz tembló y sintió sus mejillas calentarse.

Yuta acunó el rostro de ella entre sus manos y plantó un pequeño beso sobre sus labios. La tomó por los muslos, elevándola del suelo y obligándola a enredar sus piernas alrededor de sus caderas para así sentarla cuidadosamente sobre la barra.

—¿Cómo te sientes?

—Cansada... —respondió sin verlo directamente.

—¿Tienes hambre? —intentó buscar su mirada pero ella no cedió, entonces Yuta rió.

—No.

—¿Estás bien?

—Es sólo que es un poco incómodo. —se separó con lentitud de él para jugar nerviosamente con los bordes de su polera.

Nakamoto la tomó del mentón y le obligó a mirarlo, sonrió y una vez más la besó.

—Te amo —susurró—. Lo que hicimos es normal, así que no hay razón para tener sentimientos extraños.

—Ya no me incomodes más.

Recargó su frente sobre el hombro del japonés para evadir sus dominantes ojos que le provocaban mil y un sensaciones.

—Ah... ¿Tú no me amas? —fingió estar dolido.

—Claro que sí, pero sé que ahora sólo lo dices para molestarme. —respondió desde su escondite.

—Claro que no. Lo digo porqué quiero que te quede claro.

—Bien, bien... —alargó en un tono fastidioso—... Yo también te amo. —susurró segundos después.

—¿Qué? No te oí.

—¡Yuta! —se separó de él para golpearlo.

—Ya está, ya está —rió picando sus mejillas y la besó por tercera vez—. La abuela Chiasa me llamó para que le ayudara con unas reliquias pesadas que le llegaron de Japón. ¿Qué te parece si en lo que voy con ella, tú descansas? Cuando regrese podemos pasar tiempo juntos.

Ella no pudo evitar tomar sus palabras con doble sentido y sus mejillas enrojecieron por milésima vez. Quiso golpearse a sí misma. ¿Por qué de repente pensaba así?

—Trato. —se limitó a decir mientras Yuta la veía con una mueca chistosa.

—¿Por qué te sonrojas? Por cierto, ten más cuidado la próxima, me arde un poco la espalda.

—¡Nakamoto! —lo golpeó, esta vez un poco más fuerte. El chico rió, sobando la zona afectada.

—Lo siento, lo siento.

—No habrá próxima vez. —se cruzó de brazos.

—Uuh, ya lo veremos —sonrió y besó su sien—. Me pondré una camisa porque ya debo irme. Te veré luego.

—Está bien. Sólo ten mucho cuidado al hacerlo. —elevó la voz para que la escuchara, ya que este había salido corriendo con prisa.

Yuta no sólo iba a ayudar a su abuela con sus cosas, también tenía planeado reunirse con Yurih, así que tan pronto cómo terminó con su compromiso, emprendió camino hacia el lugar en el que habían quedado encontrarse.

La divisó sentada en una mesa para dos. Parecía estar inmersa en su teléfono, pero dejó el aparato a un lado cuando notó la presencia de Yuta frente a ella. Sonrió instantáneamente, sin embargo, Yuta se mantuvo con la cara neutra.

—¡Hola, Yu!

—Hey.

Yuta alzó fugazmente las cejas y apretó los labios, tratando de ocultar lo incómodo que era tener que verla otra vez.

—¿Quieres ordenar algo?

—No —cruzó sus manos sobre la mesa—. Sólo quiero hablar algo rápido contigo.

Su tono de voz fue áspero y pronto la sonrisa de Yurih se esfumó.

—¿Sobre qué?

—Seré breve —suspiró—. Sé que tú quieres algo conmigo, y tal vez pienses que yo también lo quiero contigo, pero no es así.

El rostro de la fémina decayó al oír sus palabras.

—Mira Yurih, sé que en el pasado yo sentía cosas por ti, pero ahora estoy en una relación y no quiero que se arruine. Estoy muy feliz con esa persona y quiero que dure al menos hasta que ella se canse de mí. —explicó con serenidad, al contrario de Yurih, que no parecía muy contenta.

—Pero me besaste y nunca me detuviste cada vez que me acercaba a ti.

—En primera, ese fue un grandísimo error. Segundo, nunca captaste mis indirectas cuando te pedía que te fueras o notabas lo incómodo que estaba con tu presencia.

—¿Y vas a decir que no te gustó? ¿Que no sientes al menos algo pequeñito por mí? Vamos, Yuta, si la quisieras de verdad, desde el primer momento habrías sido directo.

—Trataba de no perder la compostura contigo y ser grosero porqué sé que eres una dramática —dijo con una pizca de desagrado—. Tampoco eres quién para deducir si la quiero o no.

Eso molestó a Yurih, quien apretó sus manos con enojo bajo la mesa. Yendo en contra de sus emociones, mostró una sonrisa amplia.

—Está bien. No te buscaré más y no arruinaré tu relación.

—Gracias al cielo. —musitó él.

—Pero...

—Oh, no.

—¿Al menos podríamos vernos una última vez?

—¿Que tal si consideras esta vez cómo la última?

—No seas así. —fingió tristeza. 

Nakamoto fue tan distraído que no se percató de las verdaderas intenciones de la chica, intensiones que no eran para nada buenas.

Él resopló con fastidio y frotó su sien con sus dedos.

—Está bien, pero luego de esto no me vayas a buscar más. —sentenció y la señaló con advertencia.

Creyó que al aceptar lo dejaría en paz de una vez por todas.

—Es una promesa. —sonrió amplia, pero con notable falsedad que Yuta pasó por alto.

Be with You ; Nakamoto YutaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora