34.

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La situación se mantuvo al margen por un par de días. Todo parecía ir a la perfección con Yuta, su madre y Yukhei. Hasta ese día, en el que caminar por los pasillos del instituto le era incómodo.

Había estado recibiendo miradas extrañas de parte de algunos alumnos y no sólo eso, también se dio cuenta de los murmullos de un grupo de chicas. Ellas ni siquiera se molestaron en disimular sus muecas exageradas, cosa que la puso nerviosa y alerta.

—¡Hola! —Yukhei apareció de golpe, dándole un abrazo por detrás.

—Xuxi... —sonrió ella.

—¿Tienes comida? Al menos una galleta. Tengo hambre.

—La quería para mí pero, por ser tú, es toda tuya.

Tomó su mochila y esculcó en esta hasta encontrar el aperitivo y dárselo a Yukhei.

—Gracias. —sonrió, tomándolas con ansias y no tardó en abrirlas para comenzar a devorarlas.

Luego de eso ambos caminaron hasta el salón en silencio; Yukhei iba entretenido comiendo y ella ensimismada en sus pensamientos. Una vez que llegaron a sus respectivos lugares, ella rompió el silencio para salir de sus dudas.

—Xuxi, ¿no has notado algo raro en la gente? Es cómo si yo fuera el centro de atención para algunos. ¿Has escuchado algo? —le miró con intriga y preocupación, esperando que no fuera lo que ella tenía en mente.

Yukhei se atragantó con las galletas y tosió violentamente. Tragó con dificultad y asimismo la observó con palpable consternación.

—Te seré sincero y no quiero que te alteres. Yo te ayudaré ¿entendido? —acarició su mano.

Aquellas palabras sólo la alarmaron más y bajó su cabeza, soltando un leve lamento. Estaba segura que era lo que ella pensaba.

—Adelante.

—Hace poco escuché a un grupo de chicas hablar sobre ti y el profesor Nakamoto —susurró—. Una de ellas te vio con él, pero según no tenía pruebas para demostrar lo que decía, así que supuse que las otras no le creerían y lo olvidarían, pero hoy que pasaba por la entrada escuché a un par de chicos hablar de lo mismo.

—Oh Dios, sabía que esto pasaría. —apretó su cabello.

—Hey, tranquila, yo te ayudaré. No demuestres tanta preocupación, eso sólo te delata.

—No puedo evitarlo. Tengo miedo, Yukhei.

—Mientras no llegue a los oídos del director, todo estará bien.

—¿Y tú crees que no se dará cuenta con todo el mundo hablando de ello?

Ahora agitaba su pierna y apretaba sus dedos debido al temor y la ansiedad.

—Shh... —siseó suavemente al ver que los alumnos comenzaban a llegar.

Algunos la volteaban a ver y otros parecían no estar al tanto de la situación o tal vez no les interesaba.

Parecía ser que el principal problema eran las chicas, pues los chicos simplemente ignoraban y seguían con lo suyo. En cambio ellas la miraban con notable enojo y se podía decir que hasta con envidia.

—Yukhei, esto es incómodo. —susurró al sentir la mirada y murmullos de unas chicas a sus espaldas.

—Sólo ignóralos.

Fue lo único que Yukhei logró decir, ya que el profesor había llegado.

El resto del día fue sumamente incómodo, incluso Yukhei comenzaba a sentirse inseguro. En última instancia, acudió a la ayuda de sus amigos y les pidió negar el rumor donde sea que lo escuchasen; ellos accedieron.

La clase de Nakamoto fue peor aún, ya que a sus compañeros se les ocurrió la grandiosa idea de bombardearlo con preguntas sobre su vida personal. Entre ellas: Cuál era su tipo ideal, si estaba en una relación amorosa y cosas relacionadas al tema. Yuta los detuvo con mucha calma y les aseguró que no tenía ningún tipo de relación con nadie.

Le pareció muy extraño, pues sus alumnos jamás habían hecho algo así. Ver a su pequeña notablemente incómoda, aunque trataba de disimularlo, le dio a entender que algo ocurría.

—Mi amor. —la llamó en voz baja una vez que todos había salido. Sin embargo, ella se fue de paso, ignorándolo completamente.

Por un momento pensó que tal vez estaba molesta y celosa debido a ciertas preguntas. Decidió que mejor se lo preguntaría una vez estuvieran libres, así que aprovechó el final del día, cuando siempre se reunían en su salón después de clases.

—Me temo que no podré quedarme hoy. —informó tras entrar a su salón.

—¿Y eso? ¿Está todo bien?

Yuta detuvo su quehacer para mirarla, percatándose de la angustia en el rostro de la chica.

—Necesitamos hablar.

—¿Hice algo malo, pequeña?

—No, te diré cuando llegues a tu casa. Aquí podría llegar alguien y no quiero que escuchen esto.

Nakamoto fue paciente. Terminó con sus deberes y salió del edificio para dirigirse a casa, donde no esperó nada y fue directo al tema.

—Ahora sí, ¿qué ocurre, amor? —se dejó caer a su lado sobre el sofá. La chica suspiró con pesadez.

—La gente en el instituto sabe de lo nuestro.

—No te creo.

—¿Por qué crees que de la nada ellos comenzaron a hacerte preguntas personales?

—Por eso te veías tan incómoda —la miró de reojo y alcanzó su mano—. Detesto no saber qué hacer en situaciones cómo estas.

—Yukhei dijo que mientras el director no lo sepa, estaremos bien, y supongo que tiene razón pero con todas las personas alborotadas hablando de ello, creo que es imposible que no lo haga.

—Sólo debemos negar cualquier cosa que los demás digan. De no ser así, es mucho más probable que el director se entere y será perjudicial para los dos. Intenta mantenerte tranquila ¿sí? Ambos saldremos de esta.

—Yo no quiero alejarme de ti, Yuta. —acarició el dorso de su mano, su faz expresando tristeza.

Claro que después de haber tendido ese encuentro en donde ella se entregó a él, lo habían hecho un par de veces más, lo cual sólo hacía que ese amor recíproco se fortaleciera. Estaba claro que se amaban y no querían dejarse, por lo que debían encontrar una solución tan pronto como pudieran.

—Yo tampoco y no permitiré que suceda. Haré todo lo posible por estar a tu lado y necesito que tú también me ayudes. —acarició su mejilla en un intento de tranquilizarla. Ella sonrió con resignación y se recostó sobre su hombro.

—Lo haré.

Yuta tenía más que claro que la amaba y, por ende, no podía tener secretos con ella. Sentía que debía contarle sobre Yurih, decirle la verdad y así olvidar ese tema de una vez por todas. Lastimosamente, no tuvo el valor para hacerlo en ese instante, algo que lo estaba matando por dentro.

Be with You ; Nakamoto YutaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora