28.

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Todo se sentía mejor desde el día en que las cosas con su familia se habían arreglado, pero por otro lado, Yuta no dejaba de actuar extraño, sobre todo cuando salían.

Su amistad con Yukhei volvió a ser la misma, a excepción de que Xiao trataba de robárselo por momentos, pero era simplemente para acercarse más a Jungwoo.

—Xuxi, ¿te gustaría salir este sábado?

—¿El sábado? —se colocó pensativo— No puedo. Tengo planes con Xiao.

—¡¿Qué?! ¿Por qué con ella? —agrandó sus ojos. Yukhei estalló en carcajadas.

—Sólo bromeo, boba, pero sí tengo planes con los chicos.

—Ouh, está bien —apretó los labios a la vez que encogía sus hombros—. ¿No será que me estás regresando de a poco todas esas veces en las que te cancelé por estar con Yuta? —entrecerró los ojos.

—Parece que me quieres ver enojado otra vez. —se cruzó de brazos. La chica rió negando.

—Es broma, mi Xuxi —se abrazó a él—. Detesto esta clase porqué no estás conmigo. Es taaan aburrida.

—Tú decidiste tomarla.

—Y me arrepiento mucho —resopló—. En fin, te veo en la siguiente clase, grandulón.

—Adiós, enana.

—Lo soy para ti porque pareces una torre.

—"Piricis ini tirri" —hizo una mueca—. Ojalá llegues tarde y te regañen.

—¡Mierda, es cierto! —se dio la vuelta y comenzó a correr— ¡Adiós!

Yukhei sólo río negando mientras la veía casi tropezar.

(...)

—¿Soy yo o ahora que sé que estás saliendo con el profesor Nakamoto, encuentro sus miradas más que obvias? —dijo en un susurro casi inaudible.

—Concentrate en tu trabajo, Xuxi.

—Bueno, siempre ha sido así, no me sorprende. —continuó hablando cómo si fuese para él mismo.

—Yukhei... —masculló.

—¿Por qué no deja de comerte con la mirada? —preguntó en un tono inocente. La castaña agrandó sus ojos y lo miró de forma amenazante.

—¡Shh! —ella golpeó su brazo, estropeando lo que él escribía— Ya cállate.

Pero cómo de costumbre, no fue capaz de callarlo y él sólo continuó murmurando idioteces. Cuando la campana sonó indicando el cambio de clase, ella se demoró un poco más que los demás en salir y así poder hablar con Yuta.

—Profesor Nakamoto —lo llamó, este volteó a verla de inmediato—. Quería avisarte que no llegaré a tu casa hoy.  Mamá quiere que cene con su familia que vendrá de visita.

—Está bien, pequeña. Cuídate, ¿sí? —le sonrió con suavidad y ella asintió— Te voy a extrañar.

—Sólo será por hoy.

—Igual lo haré.

—Estarás bien —palmeó su hombro—. Nos vemos.

Ya que no la esperaría, Yuta procuró terminar con sus deberes los más rápido posible y así ir a casa. No tenía mucho que hacer, por lo que pronto se encontraba conduciendo de regreso a casa.

Hizo lo mismo de siempre sólo que esta vez tenía más tiempo para relajarse. Luego de tomar una ducha, se preparó un té y fue hasta la sala para ver alguna serie, película o cualquier cosa que lo entretuviera.

Apenas cerró sus ojos cuando oyó tres toques desde la puerta principal.  Rápidamente se levantó pensando que podía ser su pequeña. Tal vez su cena ya había finalizado y se decidió a ir con él.

Su pensamiento fue erróneo pues, al abrir la puerta, Yurih era quien se encontraba ahí. El japonés frunció el ceño al instante.

—Yurih, ¿qué haces aquí?

—Quería visitarte Yuta. ¿No se puede? —rió, encogiendo sus hombros.

—No. Quiero decir, es que yo... —rascó su nuca.

Era inevitable sentir incomodidad al estar tan cerca de ella.

—¿Estás ocupado?

—No, pero es que...

—¿Puedo pasar?

Aquello lo tomó desprevenido. No fue algo que esperó y ¿ahora cómo se negaría? No quería mostrarse insolente, pero tampoco quería darle la bienvenida y estar a solas con ella.

Joder, ¿por qué no sólo te vas y ya? Me estás frustrando.

—... Sí, adelante.

Se hizo a un lado e inmediatamente se arrepintió de aquello, pero ya no había retorno.

La chica miró con detenimiento a su alrededor. No recordaba esa casa tan acogedora, suponía que con el tiempo Yuta había puesto un poco de empeño en ella.

Nakamoto la invitó a tomar asiento y le preguntó si se le ofrecía algo a lo cual ella contestó que estaba bien así. Después de eso, él se sentó en el otro sofá frente a ella. Platicaron un poco de cómo iban las cosas en sus vidas y temas relacionados a esto.

No supo cómo ni en qué momento ella se colocó a su lado; la tenía prácticamente encima, cosa que le incomodó con demasía.

—Es tarde. Creo que deberías irte. —se levantó bruscamente para alejarse de ella.

—Pero yo estoy...

—Estoy cansado Yurih y necesito descansar. —habló un poco harto.

La pelinegra suspiró y se puso de pie.

—Está bien.

Nakamoto se adelantó para poder abrirle la puerta y despedirla.

Por otro lado, la castaña caminaba feliz de regreso a casa de Yuta. Creyó que tendría que quedarse en su propia casa, pero su mamá le sugirió quedarse con Yuta y que así haya más espacio para sus familias que se quedarían temporalmente mientras encontraban un lugar donde instalarse.

Iba con la idea de encontrar a Yuta dormido, pero esta esfumó al verlo de pie en su puerta con una chica. Enseguida suspendió su caminar. Estaba segura que no la verían, ya que se encontraba a una distancia prudente y la tenue luz de la noche le favorecía.

Esperó unos segundos, observándolos para asegurarse de que sólo era una amiga, pero ¿por qué tan de noche? Jamás había visto a esta chica. Sacudió la cabeza, convenciéndose a sí misma de que sólo era eso, una amiga.

Notó cómo la chica se le acercó para darle un beso a Yuta. No estaba segura si era por el ángulo en que se encontraba, pero ese pareció ser un beso en los labios. Vio a Yuta frotar su cuello y agitar su mano en despedida para después cerrar la puerta.

Esperó un poco más hasta que la chica se alejó totalmente, sólo entonces decidió reanudar su camino.

No sabía que pensar, pero ya vería si Yuta tenía el atrevimiento de comentarle sobre lo recién ocurrido. Suspiró buscando tranquilidad y tocó la puerta un par de veces; Nakamoto abrió en segundos y su rostro se llenó de sorpresa al verla.

—Hola...

—Pensé que no vendrías esta noche.

Estaba notoriamente nervioso.

—Sorpresa, sí regresé —fingió una sonrisa. Yuta se hizo a un lado para dejarla pasar—. ¿Qué hacías?

—Estaba dormido, pero recién me levanté por un vaso de agua cuando escuché que tocaste. —contestó, aquello le hizo sentir un malestar en el pecho.

Mentiroso, pensó. Mordió el interior de su mejilla para no gritarle. ¿Acaso le escondía algo para haberle mentido de esa manera?

Be with You ; Nakamoto YutaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora