45.

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Los siguientes días fueron un tormento y cuando creyó que la situación no podían empeorar, un llamado a la dirección le puso lo pelos de punta, pues sabía a lo que se enfrentaría.

Caminó detrás de la asistente del director mientras sentía sus nervios crecer con cada paso que daba. Al llegar a la oficina, miró a Yuta sentado esperando y eso sólo aumentó su inquietud. Sentía que su corazón se saldría y unas horribles ganas de vomitar le llegaron.

Yuta le sonrió cálidamente y tomó asiento junto a él. Ambos esperaron por unos cortos minutos que parecían ser una horrible eternidad, hasta que la asistente les indicó que podían pasar. Se pusieron de pie y caminaron por el corto pasillo que daba a la oficina del director.

Se detuvieron frente a la puerta y se miraron mutuamente. Nakamoto acarició su mano tratando de trasmitirle tranquilidad. Ella dio dos suaves toques en la puerta y de inmediato escuchó la voz del director indicándoles que pasaran. Hicieron una reverencia y tomaron asiento tal cómo el director les ordenó.

—Supongo que han de saber porqué están aquí, ¿no?

La imponente voz del hombre resonó por el pequeño espacio. Ambos se mantuvieron en silencio, ella más nerviosa que él.

—Les refrescaré la memoria. Se ha estado corriendo el rumor de que ambos están en una relación amorosa y no sólo eso, también hay imágenes que comprueban lo que se dice. —abrió uno de los gavetines y sacó dichas fotos para lanzarlas sobre su escritorio.

Ambos echaron un vistazo de manera disimulada. Era sorprendente, habían fotos de ella y Yuta mientras tenían una cita y otras mientras se abrazaban en el salón.

Lo cierto era que el director no sólo contaba con esas pruebas, sino también con los testimonios de las personas que aseguraron verlos en más de una ocasión; incluso una de las secretarias se prestó para compartir parte de su testimonio.

—Señor director... —habló ella con voz temblorosa.

—¿Es cierto todo esto? —el hombre cruzó sus manos mientras las colocaba sobre el escritorio— ¿Me dirán que estas fotos son arregladas y que ustedes dos no están en una relación?

—La verdad es que...

Ella quiso hablar, pero el director la interrumpió.

—No puedo creerlo de usted, profesor Nakamoto, pero claro, ¿qué esperábamos al contratar un profesor tan joven cómo lo es usted? Aun así, jamás imaginé que se involucraría con una alumna.

—Lo siento mucho señor director, pero debe de saber que mi alumna y yo terminamos todo tipo de conexión desde hace mucho. —habló procurando mantener una firme postura, pero los quiebres en su voz delataban cómo se sentía realmente.

—¿Y eso cómo lo sé a certeza? Aquí pueden decir que no tienen nada, pero pueden encontrarse al momento de estar fuera o peor, dentro de su salón mientras nadie los ve.

—Lo que él dice es cierto. Nosotros nos alejamos hace mucho porqué lo que menos queremos es vernos afectados.

—Estaban conscientes de lo prohibido que es hacer algo cómo esto, pero no les importó y lo hicieron de todas formas. Esto trae repercusiones consigo, normas que debo seguir al pie de la letra. 

—Por favor, director Kim, aceptamos que fue un grave error, pero no nos perjudique por ello. —le suplicó ella a punto de llorar.

—Yo no soy quién pone las reglas. El distrito es muy estricto y no toleraría algo cómo esto en caso de enterarse. No hay mucho de qué hablar. Debo expulsarlos a ambos.

—Por favor, no.

Ya las lágrimas amenazaban con salir y se le estaba haciendo difícil reprimirlas. Yuta se mantuvo cabizbajo y en silencio hasta que finalmente volvió a hablar.

—¿Podría hablar con usted en privado? Por favor.

Ella lo miró curiosa al oírlo decir esto. Yuta hizo lo mismo y le sonrió, tratando de decirle que todo estaría bien.

—Claro. Señorita, por favor pase a la sala principal y espere allí.

Ella se levantó dudosa, salió de la oficina a paso lento y regresó donde esperaría hasta que Yuta terminara de hablar con el director, lo cuál la llenó de incertidumbre.

Mientras estaba allí, trató de controlar su llanto para así evitar las miradas de las personas que entraban.

Por otro lado, Nakamoto estaba listo para darle su propuesta al director. Era algo que le dolería, pero mientras ambos estuviesen allí, no podrían estar juntos, así que para él era casi lo mismo.

—Señor director, yo tengo planeado irme de aquí pronto, así que me gustaría pedirle que no la perjudique a ella por algo así —pausó cortamente—. Yo fui quien la arrastró a esto porque ella me gustaba y, claro, ¿quién no caería ante tanta insistencia y muestras de atención? Asumo toda la culpa porque así es. Así que por favor déjela fuera de esto.

—¿Qué me está queriendo decir?

—Yo pondré mi renuncia, regresaré a Japón y todos olvidan lo sucedido sin hacerle ningún daño a ella. —explicó mientras sentía sus manos sudar.

El hombre frente a él lo miró dudoso. Se quedó pensativo por unos segundos que parecieron eternos. Yuta le rogaba con la mirada que aceptara aquel trato, después de todo, era algo bastante justo.

Al menos para el instituto.

Era cierto que regresaría a Japón, eso estaba más que confirmado, así que no había porqué sacarla a ella siendo que ya no la volvería a ver. ¿Cuál era la gracia de estar allí si no podían estar juntos? Estaba dispuesto a hacer de todo con tal de que su pequeña no sufriera las consecuencias.

—¿Eso era todo lo que quería decirme?

—También si me permitiría acabar esta semana. Prometo no acercarme a ella el resto de los días. —tragó fuertemente y se colocó cabizbajo.

El director guardó silencio, soltando un suspiro y procedió a hablar segundos después.

—Está bien. Usted renunciará, se irá y la señorita ___ no saldrá perjudicada. ¿Se da cuenta de los grandes problemas que causan este tipo de situaciones? La próxima vez sea más sensato, joven Nakamoto. Puede retirarse y dígale a la señorita que pase por favor.

—Sí —pausó, mirando al suelo—. Sobre esto... Por favor no le diga que me iré.

—Está bien. Ahora retírese y haga pasar a la señorita... —lo recorrió con la mirada—... Ah, y puede acabar esta semana aquí, después de eso, debe renunciar.

Nakamoto asintió y salió después de hacer una reverencia de noventa grados y musitar un «gracias». Miró a su pequeña jugando nerviosa con sus manos y su pecho se estrujó. Cuánto la extrañaría. Aclaró la garganta y le dijo que pasara para escuchar las noticias del director, quien simplemente le hizo saber que todo estaría bien y que no habría necesidad de expulsarla.

La chica salió confundida de la oficina, pensando en qué le habría dicho Yuta para hacerle cambiar de opinión. Sacudió su cabeza y regresó a su salón para continuar con su día cómo normalmente acostumbraba, pero algo en su corazón le decía que nada estaba bien.

Be with You ; Nakamoto YutaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora