Hansol le invitó a salir. Estaba consciente de que la situación con Yuta la tenía muy mal y que sólo se disponía a encerrarse en su cuarto a llorar por horas, por ende, él tomó la decisión de sacarla le gustase o no.
—¿De verdad no piensas comerlo? —preguntó el chico en un tono bastante sorprendido.
Le compró su postre favorito, pero ella parecía no tener la intención de probar siquiera una pequeña cucharada.
—No tengo hambre. —respondió apagada y su vista perdida en la mesa.
Hansol rascó su nuca y frunció los labios sin saber qué más hacer.
—Oye, no puedes estar así. ¡Casi ni comes! Te pondrás...
—Si no tengo hambre es porqué recién comí, Hansol. —habló serena y le sonrió de la misma manera.
El chico alzó la cejas con comprensión y se colocó derecho para continuar comiendo lo suyo. La chica se quedó mirándolo fijamente mientras él comía. Hansol no se percató de aquello hasta pocos segundos después.
—¿Qué... Qué pasa? —sacó lentamente la cuchara de su boca y masticó de la misma forma.
—Hansol... —mencionó bajo y poco a poco fue acercando su rostro a él. El chico retrocedió aterrado y con el entrecejo fruncido.
—¿Qué? —tragó ruidoso al notar su cercanía y su intensa mirada.
La castaña se quedó en silencio, algo que causó una confusión más grande en Hansol. De pronto, notó cómo su labio inferior comenzaba a curvarse hasta formar un mohín de tristeza.
—Te pareces tanto a Yuta. —estrelló su frente contra el brazo de su amigo y comenzó a llorar.
Hansol rodó los ojos y una mueca de disgusto tomó posesión de su semblante. Tenía muy claro el parecido entre los dos, pero no era grato escucharlo tan seguido.
—Uhm... ¿Lo siento? —pronunció sin tener idea de que más decir.
—Eres feo —la escuchó decir. De inmediato la apartó de un suave empujón con su brazo y la miró fingiendo enojo—. Es broma, eres tan guapo —lloriqueó—. Eres tal cómo el. ¡¿Por qué?!
La castaña continuó con sus lloriqueos mientras se quejaba de Hansol y su parecido a Yuta. En lugar de enfadarse, Hansol quería estallar en carcajadas. Se escuchaba tan graciosa diciendo incoherencias, por lo que se mantuvo en silencio prestando atención a sus reclamos, limitándose a simplemente acariciar su cabello cómo muestra de consuelo.
(...)
—Yuta, cariño, hay alguien que te busca. Dice que es tu amiga. —informó su madre desde la puerta de su habitación.
Yuta asintió, indicándole que enseguida atendería a la persona, aunque en su interior estaba confundido ya que no esperaba visitas de nadie, pues sus amigos aún no sabían que él estaba de regreso.
Con mucha pereza, se puso de pie y se calzó para caminar con tranquilidad hacia la puerta principal, tranquilidad que se esfumó en segundos al saber de quien se trataba. Había olvidado que Yurih también era originaria de Japón y que también había regresado.
—¿Y tú que quieres? —preguntó con pesadez en su voz.
Yurih lucía diferente. No tenía aquella mirada dominante y tampoco su usual pose de altanería, más bien, se veía muy tranquila y se podía decir que indefensa.
—Sé que piensas que estoy aquí por ti, pero no es así. Bueno, sí pero no de la forma en la que crees.
—¿Entonces a qué veniste? Ya no tienes la oportunidad de hacerme la vida mierda. Ya lo hiciste desde un principio y te aplaudo; tu plan salió a la perfección. Ni creas que te daré una oportunidad ahora que estoy lejos de ella. Es la única a quien amo. —aclaró elevando un poco la voz y mirándola con cierto enojo.
—¿Ya acabaste? —Yurih se veía seria, pero intimidada— No, Yuta, no vine para eso.
—¿Entonces?
Yurih suspiró pesado y aclaró la garganta.
—Quería pedirte perdón —dijo luego de unos segundos—. Sé que fue muy inmaduro de mi parte haber hecho tremenda estupidez e intentar separarlos. Me ha quedado muy claro que ella es a quien amas y de verdad estoy muy arrepentida por eso. Espero que ambos me perdonen.
Jugó con sus manos, se encogió en su lugar y dirigió la mirada al suelo. Tenía miedo de cuál sería la reacción de Yuta, pero él sólo soltó un gran suspiro y revolvió su cabello.
—Ya qué. El daño está hecho y de nada me servirá guardarte rencor o enojo.
—¿Eso significa que sí me perdonas? —levantó la mirada y sonrió.
Yuta se limitó a asentir con el semblante serio.
—Pero te pido que no te vuelvas a acercar a mí —la señaló—. También me habría gustado que ella escuchara tus palabras. Nuestra relación estaría un poco mejor con eso, pero ya es tarde.
La sonrisa de la chica se desvaneció de a poco y fue reemplazada por una expresión de lástima y vergüenza.
—Lo siento mucho —pronunció entre pausas—... ¿Por qué la dejaste? Pensé que estaban bien.
—Las cosas pasan Yurih, y por ciertas circunstancias ella y yo no podemos estar juntos.
—Oh, es una pena. Si mi consejo te vale, será mejor que luches por ella. Tengo más que claro que la amas y estoy segura de que ella también. No eres el único que sufre, Yuta. Espero que puedan resolver sus problemas y salir adelante juntos. Aunque me odies, me gustaría verte feliz. —rió sin ganas.
—No te odio, sólo tu forma de actuar.
—Pero voy a cambiar —aseguró con una sonrisa de determinación—. Así que eso era todo lo que quería decirte. Debo irme ahora. Lucha por tu chica y hazla feliz, no seas egoísta. —tanteó la mejilla de Yuta y este frunció el ceño.
—Ya entendí. Ahora adiós.
—Gracias, tú también cuidate. —entonó sarcástica.
—Sí, gracias.
—Asegúrate de regresar pronto o alguien podría robártela. —lo señaló mientras reía y comenzó a alejarse.
Yuta sólo se limitó a mirarla sumamente serio. No había ni una pizca de gracia en esas palabras, al contrario, sólo le atemorizaba que aquello se cumpliera. Yurih no era la primera que le mencionaba tal cosa y escucharlo lo ponía nervioso.
¿Y si de verdad alguien más tomaba su lugar?
Mientras tanto su chica, en lugar de seguir triste por él, Hansol se las arregló para detener su llanto y que este fuera reemplazado por unas sonoras carcajadas. Aunque estaba muerta por dentro, decidió cambiar aquello o al menos aprender a ocultarlo delante de sus amigos para ya no preocuparlos.
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Be with You ; Nakamoto Yuta
Fanfiction"-¿En serio te arriesgarás a esto, a perder tu trabajo? -¿Y tú arriesgarás tu reputación? Ella lo miró por unos segundos. Era el hombre más lindo que jamás había visto y que le hacía experimentar sensaciones inefables. Sin duda le gustaba él. -Por...