Matt {cute}

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Matt y tú erais amigos desde pequeños. Desde muy temprana edad compartiáis tanto comida, como juguetes. Vuestros padres se conocían también desde hace mucho tiempo, de hecho, vuestras madres se pusieron de acuerdo para tener los bebés a la vez y así tener un romance entre hijos como el de las películas. El problema que surgió en el entonces, es que tus padres no pudieron egendrarte ese año por ciertos problemas físicos, así que sólo naciste al año siguiente. Aún así, eso no fue ningún problema para ambas familias y ambos amigos. Vuestras madres más de una vez os pusieron en una de esas situaciones típicas dónde necesitas con urgencia que la tierra te trague, debido a que en comidas familiares y/u otras reuniones de amigos, siempre saltaban con el tema de que Matthew sería tu hombre ideal para tu vida, y tú para la vida de él mientras vosotros os limitabais a agachar la cabeza sonrojados por la ocasión.

Aparte de todas esas tonterías que soltaban las madres, tú realmente querías que se cumplieran algunas. Llevabas bastante tiempo enamorada de Matt. Y no te atrevías a preguntarle si sentía lo mismo por temor al rechazo, ya que era algo imposible que tú le llegaras a gustarle cuando él se limitaba a decir que eras como una hermana pequeña.

-¿En qué piensas, bebé? -Preguntó mientras se sentaba a tu lado con las palomitas y las bebidas, posandolas en la mesita.

"Bebé". Ese mote que para muchos era una palabra, pero para ti era como si una pequeña farola se iluminara en una inmensa oscuridad cuando salía de su boca. Cuando te llamaba así, una persona que no os conociera, podría pensar perfectamente que erais una pareja feliz aunque realmente no fuera así por mucho que lo desearas.

-Nada en especial -le sonreíste.

-Bueno, ¿preparada para la noche de películas? -preguntó devolviendo la sonrisa frotándose las manos.

-Claro, ¡empecemos! -le arrebataste el cuenco de palomitas mientras comías algunas.

Era viernes, y sí, teníais amigos, pero en estas fechas se iban todos unas semanas de vacaciones con sus familias a otros lados mientras vosotros erais los que siempre se quedan en casa aburridos. Y sí, también era un viernes más dónde te quedabas a dormir en su casa y nada más. Y no, no pasaba nada porque aparte de estar los padres de Matt en casa, seguramente él nunca querría nada contigo.

En una segunda película, apareció la típica escena de mejores amigos dónde más tarde confesarian su amor incondicional. Irónico, pensabas. Aunque una de tus características personales, es que eras muy impulsiva, y actuabas sin pensar. Muchas veces, esa faceta tuya llevaba a hacerte arrepentir de muchas cosas. Estabas dispuesta a preguntarle si sentía algo más, ya que quizá podría haber cambiado de opinión hacia ti después de la última respuesta, la cuál dio un año atrás. Ibas a lanzarte cuando tu mano y la suya chocaron al ir directas a las palomitas sin segundas intenciones. Él te miró, y tú a él.

-Matt, ¿puedo preguntarte algo? -Era hora.

-Claro, ¿qué ocurre? ¿No te gusta la película? -Señaló la televisión preocupado.

-No, no, no es eso. Mira yo quería preguntarte...-Venga, eran tres simples palabras, aunque muy grandes a su vez.- ¿Tú me quieres?

-Claro que te quiero, loca. ¿Por qué no iba a quererte? -rió nervioso.

-¿Pero cómo me quieres? Es a lo que me refiero.

-Eres como una hermana para mi, tonta. ¿Cómo te voy a querer si no? -No, no podía ser. Aunque claro que podía. ¿Por qué tendría que quererte? Normal que te quiera como hermana después de toda una vida juntos, y más teniendo chicas a sus pies mil veces mejores que tú según tu punto de vista.

-Perdona la estúpida pregunta -Finjiste una sonrisa, aunque estabas muy decepcionada y aturdida. -Si me disculpas, voy a dormir ya.

Sus padres ya estarían durmiendo, así que sin hacer ruido, te levantaste con escasas fuerzas y te dirijiste a las escaleras, las cuales parecían no tener fin entre tantos pensamientos negativos. ¿Por qué no te querría? No era la mejor del mundo, pero tampoco la peor... ¿Estarías condenada a vivir toda una vida con falsas ilusiones? Posaste el pie en el segundo escalón con la cabeza agachada.

-Bebé... -Escuchaste tras tu espalda junto a la mano que cogía tu muñeca haciendo girar tu débil cuerpo. Levantó tu barbilla con sus largos y finos dedos, mirándote a los ojos. -Eres más que una hermana.

Acto seguido, pasó lo que tanto tiempo ansiaste. Aquél beso era mágico. Eras bastante bajita a su lado, aunque los escalones provocaban la igualdad de alturas entre los dos. Abrazaste su cuello, y él repitió con tu cintura. Lo que sentías no eran simples mariposas en el estómago, eran elefantes e hipopótamos bailando por todo tu cuerpo. El beso estaba siendo perfecto hasta que él cortó. Unas pequeñas lágrimas escapaban de los cantillos de tus ojos, por la emoción del momento. La tenue luz de la televisión permitía veros las caras, tampoco hacía falta porque sabías cómo era su cara de memoria después de admirarle tanto tiempo a escondidas.

-Te quiero. Y he estado demasiado tiempo engañandome, obligándome a pensar que sólo eras una hermana para mi porque creía que tú no sentías lo mismo. Tuviste que ser la que irrumpía mis sueños, los cuáles nunca llegaba a alcanzar. Todas esas historias de nuestras madres, me creía que se quedarían ahí por ti, porque nunca quisiste algo más. Y vuelvo a repetir, te quiero, o mejor dicho, ¡te amo! Y siento decirlo todo en plan guión de película, pero llevaba este día preparado durante mucho tiempo. Hoy también te iba a preguntar lo mismo que me preguntaste, pero me adelantaste y sentí miedo. -le callé con un beso. No hacían falta más palabras. Era la chica más feliz del mundo ahora mismo y nadie podría llevarse esa felicidad a ningún lado.

-Yo iba a decir lo mismo, aunque básicamente has descrito mi situación pero de tu punto de vista. Te amo, Matt.

-Te amo, bebé.

Él te elevó por la cintura, dándote vueltas por el recibidor, dónde se encontraban las escaleras. Torpemente, él tropezó con la alfombra, así cayendo tú encima de él causando un escándalo.

-Vamos a despertar a tus padres. -Advertiste, riendo como loca, intentando que tu risa no sonara mucho más de lo que había sonado la caída.

-Lo sé. -Reía también.

Ya no os importaba nada. Dos mejores amigos, desde muy pequeños ocultando su amor por el otro desde que tienen memoria. Definitivamente, existe el destino. Dos personas las cuales se conocen de toda la vida, estaban predestinadas a estar juntas en algún momento, por muchos problemas que tengan en un futuro. Nada es imposible, y repito; nada. Quizá parezca muy difícil ahora, pero dentro de un tiempo quizá se cumpla, porque los sueños se cumplen, desde luego. No importa nada cuando lo que quieres, lo consigues, y más cuando lo consigues junto a otra persona.

MAGCON ImaginasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora