Esta noche sería la noche en la que entregarías tu apreciada flor a tu novio Taylor. Él no sabía nada de lo que tenías planeado, y lo ibas a sorprender. Ya habías elegido el vestido para el baile (el de fin de curso). Era un vestido rojo y precioso, hasta un poco más encima de las rodillas y lo ibas a conjuntar con unos tacones negros. Habías rizado tu pelo.
Faltaban treinta minutos para que la fiesta comenzara, y escuchaste el timbre. Esperaste a que tu madre abriera la puerta, y cuando escuchaste los saludos, bajastes las escaleras. Taylor te miró.
-Vaya, Andrea. Estás preciosa.
-Puedo decir lo mismo, Tay. -Le sonreíste, mirándole de arriba abajo.
Salistéis de casa después de las millones de fotos que os hizo tu madre, caminando hacia el coche de Taylor. Abrió la puerta del copiloto, ofreciéndote su mano para que entraras en el vehículo y aceptaste. Cerró la puerta y pasó por las delanteras del coche para entrar a su lado y así empezar a conducir rumbo al baile.
Nadie excepto tu mejor amiga, sabía que hoy sería la noche en la que "convertirías en mariposa". Ella, la cuál se encontraba bailando con Matthew, te guiñó un ojo. Pudiste jurar que ella estaba más emocionada que tú y ansiosa para que le contaras todo al día siguiente.
[...]
Tu madre dijo que deberías de estar en casa a las 12:00pm y eran solamente las 10:00pm.
Caminaste hacia el coche con Taylor nuevamente, el cuál se encontraba en el parking del recinto. No había nadie, por lo que cogiste la chaqueta de tu novio por sus cuellos, acercando su cuerpo al tuyo para besarle tiernamente. Tu cuerpo era aplastado contra el vehículo y Taylor, mientras agarraba decidido tu cintura, dirigió la otra mano a tu muslo (el cuál estaba suspendido aunque apoyado en la cadera de Taylor) y empezó a acariciarlo. Su lengua recorría tu labio inferior, pidiendo permiso para entrar a tu boca, cuya abriste sin problema alguno. Después, comenzó a besar y morder tu punto débil; el cuello. Un suave gemido escapó de tus labios y en seguida te sonrojaste. Él sonrió contra tu cuello.
-Vamos a la parte de atrás. -Dijo y asentiste.
Te tumbó allí y deslizaste tus manos bajo su camiseta. El coche al ser bastante amplio, dejaba bastante movilidad. Taylor continuó dejando pequeños besos por todo tu cuello. Apartaste su chaqueta, insinuando para que se la quitara, y así hizo junto a su camiseta. Su mano viajó a tu parte interna del muslo, y empezó a acariciar de arriba abajo y apretando por veces. Subió la mano hasta dónde quería; tus braguitas, y allí empezó a masajear. Gemiste una vez más y Taylor sonreía puesto que le encantaba oírte. Notaste su erección en tu pierna, y ajustaste vuestros cuerpos para que quedara sexo contra sexo. Comenzaste a mover tus caderas, incitando.
-No provoques tanto, Andrea. -Sonreías mientras Taylor jadeaba encima tuya.
Tus manos ahora se posaron sobre su cinturón. Se quitó los pantalones, y se quedó simplemente en boxers. Acariciaste su erección por encima de la tela y otro gran gemido escapó de su garganta. Sonreíste, y ahora Taylor puso su mano sobre el borde de tu vestido y te miró. Asentiste y quitó de tu cuerpo aquella prenda. Hizo una pequeña mueca alegre, y volvió a besarte. Sus labios bajaron por tu pecho y por el valle de tus senos. Su mano jugó con el broche de tu sujetador.
-No tienes por qué hacerlo. -Dijo Taylor.
Le impediste decir más aplastando tus labios con los suyos, y tomó aquello como un asentimiento. Tus senos quedaron bajo la luz de la luna, y Taylor te admiró. Sólo pudiste sonrojarte.
-Andrea, eres preciosa.
Después de admirarte, introdujo su mano en tus bragas y masajeó tu clítoris suavemente. Gemiste. Movió la mano más rápido, aumento el ritmo. Después, metió un dedo dentro de ti. La primera sensación fue algo rara, pero después los jadeos comenzaron a salir de tu boca. Sentiste un nudo en tu estómago.
-Taylor, estoy cerca. -Intentaste decir.
-Déjalo ir, cielo. -Sonrió satisfecho.
Finalmente te corriste en sus dedos, y mientras tu pecho no hacia más que subir y bajar, él lamió sus dedos, lo cuál en aquél momento te volvió todavía más loca.
-Tu turno.
Como pudisteis, Taylor se tumbó y bajaste a visitar a su pequeño amigo. Lo acariciaste, y suavemente le quitaste sus calzoncillos. Miraste a su longitud, la cuál era enorme. Lamiste la punta para luego soplar sobre ello. Él gimió y empezaste a mover tu cabeza de arriba hacia abajo con su sexo entre tus labios. Gimió una vez más y soltó varias palabras pidiendo velocidad. Te quedaste quieta, admirando cómo había entrado todo aquél cilindro dentro de tu boca, y Taylor no hizo más que mover sus caderas para deslizarlo dentro y fuera de tu boca.
Finalmente se corrió en la humedad de tu cavidad bucal. Sonreías tragando todo aquello que no sabía tan mal como lo pensabas. Taylor intentaba recuperar el aliento. Volvisteis a cambiaros de posición, y ahora sacó un pequeño envoltorio plateado y de ahí un preservativo el cuál no dudó en ponérselo.
-Te vuelvo a repetir que no tienes por qué. -Volvió a decir.
-Te necesito ahora, Tay. -Respondiste suspirando.
-Sólo dime si te duele y pararé. -Advirtió.
Introdujo toda aquella longitud dentro de ti. Te dolió bastante una vez dentro, y un par de lágrimas resbalaron por tus mejillas.
-¿Quieres que pare? -Preguntó secando las lágrimas con su pulgar.
Agitaste tu cabeza, sabiendo que pronto el dolor se acostumbraría y se volvería en placer. Bombeó un par de veces más y finalmente empezaste a sentir aquél nudo de placer. Gemíais ambos, envueltos en placer. Entraba y salía de ti con rapidez hasta que sentías que pronto llegaría el climax.
-Me vengo, Taylor. -Advertiste.
Pegó la embestida final llegando justo a tu punto-G, y ambos cuerpos alcanzaron el orgasmo juntos gimiendo bastante alto. Sentías los líquidos envolviendo el condón. Taylor rió, y respiraba agitado. Como pudo, se tumbó a tu lado.
-Te quiero Andrea.
Era una de las primeras veces que te lo decía, y múltiples mariposas (o más bien elefantes) revolteaban en tu estómago. Él no era una persona que mostrara mucho sus sentimientos, aunque cuando lo hacía, era porque los sentía realmente.
-Yo también te quiero, Taylor.
[...]
Escuchasteis a alguien tocar en el cristal, y rápidamente os colocasteis lo que pudisteis de ropa. Taylor te cubrió con su chaqueta y después, bajaste la ventanilla del coche. Apartaste el pelo de tu cara y viste a tu mejor amiga junto a Matt riendo disimuladamente.
-¿Has hecho lo acordado? -Preguntó tu amiga, riendo.
-A ti qué te parece. -Ironizaste para sonrojarte y agachar un poco la cabeza.
-Oh, ¡Taylor, tío, has triunfado! -Exclamó Matthew a lo que Taylor rió e hizo que te sonrojaras más.
-¿Vienes a la fiesta de Matt ahora en su casa? -Propuso tu amiga.
-¿Por qué no? -Encogiste los ombros.
-Os veo allí, conejillos. -Lanzó un beso al aire y sonreíste.
Volviste a subir la ventana y tanto tú como Taylor, empezasteis a reír a carcajadas. Cuando os calmasteis, colocó un mechón de tu pelo tras tu oreja.
-Eres perfecta, Andrea. -Sonreíste ante aquél gesto.
Le diste un apasionado beso en los labios. Sonrió y cogistes la bolsa que estaba en el asiento del copiloto para empezar a vestirte e ir a la fiesta. Quién sabría qué más ocurriría allí.
(Para: @Magcon_AC_5SOS)
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MAGCON Imaginas
RandomEl fin de estos pequeños Imaginas es hacer que durante un pequeño periodo de tiempo, os olvidéis de todo lo demás y sólo penséis en unos de vuestros chicos preferidos y en las variadas situaciones que se podrían dar con ellos. Quizá alguna se haga r...