Jack Gilinsky {Cute}

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Jodido baile de graduación. No iba a ir y lo tenía muy claro. ¿Para qué? ¿Para recordarme lo sola que estoy viendo a todas esas parejitas pegadas? ¿Para no hacer nada más que llenarme a ponche? Para eso no iba. Además, no es que hubiese venido alguien a pedirme ser su pareja, no cómo a mis amigas que muy rápidamente han conseguido pareja.

Escuché el timbre desde mi habitación.

-¿Abres tú, mamá? -Grité, quitándome los auriculares.

-¡No puedo! Estoy con las plantas. -la oí gritar desde el jardín trasero. Miré a la ventana y allí estaba con unas raíces en sus manos.

-Voy. -Volví a gritar.

Bajé sin ganas las escaleras, y abrí sin mirar quién era. Expuesta a que fuera un bandido el que entrase por la puerta. Pero no era un bandido, si no el tozco de mi mejor amigo.

-¿Qué haces aquí? -Pregunté extrañada aunque ya sabía lo que me iba a decir.

-Hola a ti también. ¿Todavía no estás lista?

-Jack... ya te he dicho que no quiero ir. Además no tengo pareja. -Dije rascando mi frente.

-Ahora sí. -Sonrió.

-¿Cómo?

-Comiendo.

-Ja-ja. ¿Cómo que sí tengo pareja?

-Pareces tonta en serio, que tu pareja soy yo.

-Pues a tiempo vienes. Aún así no tengo nada que ponerme.

-Eso también está solucionado. -Sacó una gran caja de una bolsa que tenía a sus pies y me la entregó.

-¿Qué es esto?

-Ábrelo.

Giré sobre mi misma. Puse la caja encima se la mesa del salón. Jack se sentó en una de las sillas, observando cómo abría aquella extraña y familiar caja roja metalizada.

-No puede ser. -Le dije.

Dentro de la caja estaba lo que parecía ser un vestido doblado. Lo cogí como si de una bomba se tratara. Era el vestido que hace tiempo le dije que quería, pero era demasiado caro como para permitírmelo, así quedándose como un sueño.

Era azul marino , de palabra de honor y hasta un palmo más arriba de las rodillas. La parte de abajo era bastante voluminosa pero sin pasarse, lo justo, mientras que la parte de arriba era lisa y ceñida. Dentro de la caja también venían unos tacones ni muy altos ni muy bajos para mi gusto, quizá de unos 10 cm de color dorado pero para nada llamativos. Básicos. Y por último, dentro de una cajita más pequeña, venía un collar dorado también, era ancho, y bastante ligero. Estaba alucinado cuál niño el día de Reyes.

-Dios mío, Jack... esto es increíble.

-¿Sí, verdad? No puedo esperar para verte con eso puesto. -Rió. Estaba alegre por mi sorpresa.

-¿Cuánto te ha costado todo? -Pregunté esperando sinceridad.

-Eso no se dice, cariño.

-No puedo aceptarlo, Jack. Es mucho dinero.

-Digamos que lo cogí en rebajas. Tómalo como un agradecimiento por todo lo que hayas hecho por mi. Además, está feo rechazar los regalos.

-Todo lo que haya hecho por ti en cinco años no llega a valer lo que esto te ha valido, seguro.

-Pues sigue a mi lado cinco años más y terminas de pagarlo. -Volvió a reír. -Vamos a ir al baile. Paso por ti a las ocho.

-Pero...

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