Matthew Espinosa {Cute}

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Hoy era un día más, y qué mejor que pasarlo junto a tus mejores amigos, los cuáles estaban locos, en MAGCON. A ver... teníamos a Shawn, Taylor, Cameron, Jack G, Jack J, Carter, Nash, Hayes, Aaron, Dillon, Sam, Jacob y Mahogany. Oh, bueno. Y Matthew. El amor de tu vida.

Te gustaba, por no decir que te encantaba y le querías. El problema es que apenas os dirigíais palabra alguna puesto que usualmente siempre estás con Cameron y Shawn. Aquellos dos eran tus pilares. Eran graciosos, divertidos, amables, protectores... prácticamente unos hermanos para ti. Les decías todo. Por supuesto, también les habías contado sobre Matt. Ellos creían que Matt te correspondía el amor, pero sabías de sobra que no era así. Sólo lo presentías.

El evento había terminado y lo habías pasado genial, como siempre. Te diste cuenta de que Matt se había ido bastante temprano, pero no habías pensado sobre ello mucho más.

Estabais caminando de vuelta al hotel y lo hacías con Cameron a tu lado.

-Dime, ¿qué harías si Matt apareciera y te pidiera salir ahora mismo? -Preguntó con una enorme sonrisa en la cara.

-Probablemente diría que sí. -Admitiste riendo.

-Bien, bien. -Susurró dentro de un suspiro, apenas pudiste oírlo.

Le habías dicho a Cameron como un billón de veces que Matt te gustaba, así que sabía de sobra que dirías que sí. Raro.

Cuando llegamos al hotel, entramos al ascensor y subimos a la planta dónde todos teníamos nuestras habitaciones.

-¿Por qué se ha marchado tan temprano Matt? -Preguntaste curiosa.

-Dijo que no se encontraba bien. -Respondió Taylor.

Viste a Nash pegarle un pequeño puñetazo en el brazo. Taylor mentía, y lo sabías. ¿Qué estaba pasando? Odiabas cuando parecían tramar algo y tú no sabías de qué iba, por eso no te gustaban mucho las sorpresas.

La puerta del ascensor se abrió y fuiste la primera en salir. Poniendo un pie fuera del ascensor, te paradte ya que había algo raro en el suelo. Miraste abajo y había un corazón rojo de cartulina en el suelo siento pisado por tu pie. No era sólo uno. Levantaste la vista y por todo el pasillo habrían cientos de corazones recortados.

Miraste atrás y viste que los chicos sonreían y te invitaban a seguir adelante, así que eso hiciste.

Seguiste los corazones hasta el final del pasillo hasta la puerta de la habitación de Carter, creías. Entraste en la habitación aún siguiendo los corazones y miraste a tu alrededor. Nadie.

Ibas a darte la vuelta para irte, hasta que escuchaste una voz.

-¿Bianca? -Llamó la voz, y volteaste rápidamente.

Tu mandíbula casi cae al sielk después de averiguar quién era. Sí, Matt. Allí de pie justo en frente tuya, con una rosa entre sus dedos, tan perfecto como siempre.

-Matt... -Dijiste sorprendida. -¿Has hecho tú todo eso? -Preguntaste.

-Claro. -Se sonrojó un poco, a lo que moriste de ternura. -¿Quién más podría ser?

Diste la vuelta y admiraste la preciosa vela encima de la mesa.

-¿Me permites? -Preguntó agarrando tu mano.

-Te permito. -Bromeaste sonriendo.

Os sentasteis en la preciosa mesa, y durante unos minutos no hicisteis nada más que chatear y bromear, hasta que decidiste sacar el tema al que querías llegar.

-¿Por qué siempre me has ignorado? -Preguntaste sincera.

Sabías que los demás estaban escuchando afuera, ya que habías oído como peleaban con sus voces sobre la puerta.

-Eso es por lo que te he traído aquí. -Agarró tu mano, mirando abajo y de vuelta mirando a tus ojos. -Bianca, me gustas, y honestamente creo que lo has hecho todo este tiempo. Nunca te he hablado porque pensé que alguien tan preciosa como tú nunca saldría conmigo. Quiero decir, la manera en la que tus ojos brillan o como brilla tu pelo al sol me puede. Todos los días que pasan me enfado un poco más conmigo mismo porque sé que podría haber pasado esos días conociéndote, y lo siento. Bianca, te quiero, y no podría querer tener a alguien más que a ti a mi lado.

Miraste a sus preciosos ojos. Estaba aquello pasando realmente. El amor de tu vida acababa de decir que también te quería.

Creíste haberle asustado en todo el tiempo que habías tomado para asimilar lo ocurrido y responderle. Se había empezado a poner nervioso, lo cuál te hizo sonreír.

-Yo también te quiero, Matthew.

Antes de darte cuenta, él ya se había inclinado sobre la mesa y había juntado sus labios con los tuyos. Un zoológico entero parecía removerse en tu estómago, no eran animales de nerviosismo, si no de felicidad.

-Me alegro, pequeña. -Dijo con una sonrisa de oreja a oreja. -Ahora déjame invitarte a una cita de verdad. -Besó tu mejilla.

-Será todo un honor, Matthew. -Respondiste riendo.

(Para: @biancastillo)

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