Aaron {cute}

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Aaron Carpenter había sido tu vecino y mejor amigo desde tus diez años años, cuando te mudaste al mismo barrio que él. Vivía justo en la casa de al lado y esa noche, como muchas otras, se saltó su balcón para llegar al tuyo. Aaron abrió la ventana de tu cuarto, saltando al interior y intentando abrirse paso entre la penumbra de tu habitación. Cuando notaste a alguien sentándose a tu lado en la cama, te giraste hacia aquella presencia.

-Llegas tarde, eh. -Le hablaste a Aaron.

-No hables porque se supone que deberías de estar durmiendo, bicho. -Te acusó alzando las cejas y señalándote con el dedo índice.

-Casi lo hago. Has tardado más que mi hermana en arreglarse una mañana de lunes. ¿Qué ha pasado?

-Exagerada... Pues nada, mis padres que se han acostado más tarde de lo normal, ya sabes. Venga, vámonos que se nos hace tarde.

Os levantasteis de tu cama, y cogistes las bolsas que tenías preparadas bajo ésta. Aaron se dirigió a la ventana nuevamente, bajando trepidamente por las tuberías que recorrían la pared exterior de la casa. Miró a ambos lados de tu patio, y hizo un gesto con las manos para que lanzaras las bolsas. Así lo hiciste, lanzandolas cuidadosamente intentando hacer el menor escándalo posible. Acto seguido, Aaron las dejó en el suelo y volvió a hacer el mismo gesto para cogerte a ti. Pasaste una pierna por el marco, e instantáneamente la otra. Respiraste hondo, cerraste los ojos y saltaste esperando el gran impacto de tu trasero con el suelo, sin embargo, notaste como levitaste en el aire asi que abriste los ojos encontrando la penetrante mirada de Aaron. Te había cogido en brazos perfectamente sin ningún problema.

-Venga, que llegamos tarde. -Dijo soltando tu cuerpo mientras cogía las bolsas y caminaba con prisa.

-La estrellita, Aaron. Se me ha olvidado. -Mirabas hacia la ventana de tu habitación y hacia él.

-La tengo yo. La he cogido antes de saltar porque sabría que se te olvidaría, cómo no. -Exclamó susurrando las últimas palabras aunque pudiste oírlas perfectamente.

-Te he oído. Y que sepas que mi torpeza la he heredado de ti, tonto. En tantos años juntos algo me has tenido que pegar. -Decías riéndote mientras subíais la calle arriba hacia vuestro "sitio secreto".

-En tantos años juntos... -susurró para sí mismo.

-¿Qué?

-Nada, nada... -sonrió.

Al llegar arriba, entrasteis en aquél pequeño descampado dirección al gran árbol centenario que allí había estado tantos años. Era el árbol más viejo de todo el barrio y era al sitio que cada uno acudía cuando estaba triste. Aquél árbol, fue cómplice de vuestro primer encuentro el cuál recuerdas como si fuera ayer.

Mamá te dijo que mientras ordenaba la casa con papá y los señores del camión descargaban, que no te alejaras mucho pero sí fueras a dar una vuelta para conocerlo todo. Te apuntó el móvil en la mano por si te perdías y decidiste aventurarte. Después de recorrer calle abajo y calle arriba, llegaste a un gran descampado dónde había un gran árbol con hojas rojas y naranjas y su tronco desgastado grabado con los nombres de todos los enamorados que allí pasaron. Decidiste ir hacia él ya que llamaba tu atención, siempre te encantó la naturaleza de no ser por los insectos repugnantes. Detrás del árbol había un niño de tu edad, encogido con su cabeza entre las rodillas, que parecía llorar.

-¿Estás bien? -Preguntaste sentándote a su lado, tocándole la pierna con el palo que imaginabas ser tu varita mágica.

No habló, pero sí levantó la cabeza curioso para saber quién eras.

-No. -Dijo frío mientras limpiaba sus lágrimas.

-¿Qué te pasa?

-Mi pequeño pez de colores se ha ido al océano del cielo con los demás pecesitos y lo hecho de menos. -Dijo con los ojos de nuevo empapados.

MAGCON ImaginasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora