Hayes Grier {Cute}

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"Él no te quiere" "¿Por qué le gustarías?" "Eres patética" "Nunca serás lo suficientemente buena para él"

Eso era lo más suave que llegabas a escuchar mientras caminabas por el pasillo de tu instituto. Desde hace un año y medio, habías estado obligada a soportar este tipo de insultos, desde que empezaste a salir con tu novio Hayes Grier. Él era popular, tú no lo eras. Era atlético, pero tú no. Era amado por todos, cosa que tú no.

Hayes había sido amigo tuyo desde los pañales, y la única diferencia que había entre ambos era que él era el popular y tú la típica nerd. Hayes era popular, atractivo, inteligente... todo lo bueno que se le pueda añadir. Todo el mundo lo amaba, pero él solo te amaba a una persona, y esa persona eras tú, y te sentías más que afortunada.

Entraste en la cafetería con la cabeza bien alta, intentando demostrar que nada te afectaba y no podrían hacerte daño. No importaría cuánto dolieran sus palabras, puesto que nunca lo sabrían. No dejarías que lo supieran jamás. Pasando por la puerta, localizaste a Hayes y vuestros amigos en la mesa de siempre. Aunque pareciera raro, vuestros amigos eran los mismos.

Te colocaste en la cola, esperando a tu recoger tu bandeja de comida, y una ve entra tus manos, volviste a mirar a la mesa para caminar decidida hasta alli. Te enfocabas en Hayes, caminando directamente hacia él, y no te percataste del grupito de chicas que venían hacia ti soltando varias risas irritantes. Cuando derrepente sentiste como toda tu bandeja de comida se deslizó sobre tu cuerpo, manchando tu ropa y al llegar a tus pies, provocó una dolorosa caída de culo. Aquella perra barata teñida se había atrevido a tirarte encima tu almuerzo, y ahora junto a ellas, se reía toda la cafetería. Se reían de ti.

Hayes rápidamente se levantó al percatarse de tu cuerpo indefenso en el suelo, y corrió hacia ti. Extendió sus manos, ofreciendote ayuda, pero lo negaste puesto que debían saber que te valías por ti misma, al menos para levantarte. Una vez de pie, corriste cómo pudiste, saliendo de aquél gran salón con lágrimas resbalando por tus mejillas y fuertes risas acumuladas en tus oídos.

Entraste en el cuarto de baño de las chicas, comprobando que no había nadie más allí dentro antes de encerrarte con pestillo en uno de los inodoros. Unos momentos después, alguien tocó a la puerta.

-Nat, abre la puerta, amor. Por favor.

La voz de Hayes entró en tu cabeza, reconfortando tu corazón y dejando un cargado suspiro salir de tu boca. Desbloqueaste la puerta, dejándole pasar. Pasó sus brazos por tus ombros, para abrazar tu espalda. Lloraste hasta quedarte seca contra su pecho, del cuál salía un calor que hacía relajar tu cuerpo. Susurraba cosas en tu oreja, reconfortándote.

-Escucha, sé que es difícil soportar tanta mierda, pero sabes que para mi eres perfecta. Todos tus  posibles defectos son simplemente perfectos y cada uno de ellos es lo que te hace ser tú. Eres increíble, y no quiero volverte a ver llorando por cuatro imbéciles porque vales muchísimo más que ellos, y lo sabes.

Le miraste a los ojos. Aquellos ojos azules que tanto te encantaban y te hacían sentir protegida aunque fuera el apocalipsis.

-Te quiero. Y te quiero sólo a ti, y por eso están celosos, Nat. Lo siento, pero por favor, no llores más. -Dijo llevándose con sus pulgares las últimas lágrimas y acto seguido, besando tu nariz.

-Yo también te quiero, Hayes.

(Para: @natty_grier)

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