Hayes Grier {Mix}

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Te encontrabas con tus amigas en un centro comercial, bromeando y riendo sobre teorías y situaciones diversas. De repente, un pequeño grupo de chicas empezaron a correr en dirección contraria a vosotras, y preguntándote el por qué, tus amigas y tú caminasteis curiosas detrás de las muchachas en su misma dirección. No pudiste esperar para saber de quién o quiénes se trataban rodeados por tanta muchedumbre. Te hiciste hueco entre la multitud, acercándote hasta que la cara de los individuos principales se hicieron claras en tu vista. Casi te da un ataque de pánico y el corazón se te sale por la boca. ¡Eran Cameron Dallas y Nash y Hayes Grier! Diste un pequeño gritito, llamando a tus amigas y haciéndote mayor paso entre las niñas amontonadas.

Una vez junto a ellos, sentiste una manada de cincuenta elefantes correteando por tu estómago. Habías deseado este momento durante mucho tiempo, y justo te los habías encontrado dónde menos lo esperabas. Después de esperar un par de turnos, les abrazastes a todos, tomándote tu tiempo en decirles cuán orgullosa estabas de ellos y cuánto les querías. Al estar haciéndoos una foto, notaste cómo alguien hurgaba en el bolsillo trasero de tu pantalón, a lo que miraste sorprendidaby Hayes te dedicó una preciosa media sonrisa. Realmente no te molestó, a ver, era cierto que era un "desconocido" pero era el jodido Hayes Grier en cuerpo y alma. Te alejaste después de unos minutos de cháchara con ellos, lo mismo que las demás chicas. Te volteaste, y Hayes te guiñó un ojo. Otro mini-infarto volvió a recorrer tu corazón, pero manteniste la compostura devolviendole una sonrisa, puesto que no era plan de asustarle. Volviste con tus amigas, las cuáles se alegraban por ti más que por ellas, ya que aunque se habían hecho una foto con ellos, seguías siendo la única obsesionada con los chicos de Magcon.

[...]

Estando en tu casa por fin, sacaste impaciente el papelito de tu bolsillo, en el cuál venía un número de teléfono escrito. Lo guardaste, y en seguida le mandaste un mensaje.

-Hey^^, soy la chica del centro comercial. -Casi inmediatamente, fuiste contestada.

-Me acuerdo, jajaja, hola;) -Alucinaste. ¿El mismísimo Hayes Grier enviándote un emoticono guiñando el ojo? No podías creerlo.

Pasasteis gran parte de la noche hablando por mensajes, hasta que él decidió llamarte y no terminaste de saber el por qué de la llamada a altas horas de la mañana. Aún así, tan pronto como vibró el móvil por una llamada entrante, lo cogiste.

-Hola, ¿puedes hacer algo por mi? -Dijo con un tono ronco y un suave y casi insonoro jadeo salió de sus labios.

-Em, claro, ¿qué pasa? -Te sentías un poco confundia, y bastante nerviosa.

-Te necesito, ahora. Por favor, ven a mi hotel, te haré pasar un buen rato. Aunque si no quieres, no pasa nada y siento mucho haberlo preguntado. -Otro gemido se escuchó.

Para qué engañar, estabas bastante caliente porque las conversaciones habían sido algo subidas de tono. Y escucharlo, aumentaba tu temperatura.

-Claro, ¿en qué hotel estás?

Después de decirte los detalles, conseguiste salir de casa. Vivías en la ciudad, y aunque fueran las dos y media de la mañana, las calles seguían llenas de gente. Además, el hotel estaba bastante cerca del piso de tu padre. Caminaste las cuatro o cinco manzanas, aligerada. Esto era una locura, y quizá te estabas precipitando, pero siempre fue "un sueño de fan", y estabas segura de que no se volvería a repetir si rechazabas, así que valía la pena arriesgar.

Entraste en el recibidor, le volviste a llamar para confirmar el número de habitación y finalmente subiste en ascensor. Estabas nerviosa aunque ansiosa, y pensaste dos veces antes de tocar despacio a la puerta. Escuchaste flojos pasos acercarse y tu calentura comenzó a subir, al mismo tiempo que los nervios.

Finalmente abrió, y allí delante tuya, tenias a nada más y nada menos que a Hayes Grier tapado con solamente una toalla envuelta en su cintura, lo que indicaba una ducha recién tomada, y pensabas en lo tierno que era. Tomó tu mano, sonriendo pícaro y te sentó en una enorme cama blanca, para dirigirse al baño. Miraste tu alrededor, y un pequeño montón de ropa decoraba el suelo. Volvió a salir, y traía puesto unos boxers azules.

Mordiste tu labio, y caminaste hacia él decidida. Agarraste su nuca, y juntaste vuestros labios, empezando una interesante y apasionada batalla de lenguas.

Te tiró a la cama, y se colocó sobre ti. Volviste a besarle, acariciando su cuerpo con tus manos, mientras él directamente retiró tus pantalones junto a tu ropa interior y bajó la mano para acariciar tu centro. Gemiste dentro de la boca de Hayes un par de veces. Te quitó la camiseta, y comenzó a apretar tus pechos. Dabas gracias por no haberte puesto sujetador ese día. Vuestras lenguas seguían acariciandose, y colocaste una mano sobre su amigo, el cuál comenzaba a palpitar y crecer. Le acariciaste, provocando varios gemidos por su parte, hasta que paraste. Ahora, en un movimiento ágil, te colocaste encima de él, empezando a mover tus caderas, rozando tu feminidad con su erección. Le mirabas a la cara, satisfecha por sus ojos apretados y su boca abierta gimiendo, causando algo de gracia.

Jugaste con la gomilla de sus calzoncillos, y los bajaste, dejando la tela húmeda en el suelo. Su longitud, liberada, tocaba parte de su vientre, lo cuál encontrabas totalmente sexy. No era pequeña, podrías jurar que unos diecisiete o dieciocho centímetros tenía allí dispuestos para ti. Bajaste tu cuerpo para lamer la punta, haciendo temblar a Hayes. Pedía por favor con una voz rasposa. Comenzaste a succionar su miembro entero, sorprendiéndote de tus límites.

Al sentir que pronto se vendría, preguntaste si tenía un condón y te lo ofreció. Se lo colocaste cuidadosamente, y le miraste divertida. Trepaste por su cuerpo, y conduciste su miembro a tu entrada. Dejaste tu cuerpo deslizarse, adaptándote a su forma y tamaño. Una vez dentro, te balanceaste provocando, a lo que Hayes desesperado, volvió a colocarse encima para empezar con movimientos bruscos, cada vez más fuerte. Había algunas punzadas que llegaban a doler, aunque apenas se sentían y lo que se sentía llegaba a gustarte. Tus gemidos llenaron la habitación silenciosa, casi gritando que estabas a punto de llegar al climax, el cuál vino justamente al terminar la frase. Hayes llegó unos segundos después. Embistió un par de veces más, acompañando el bombeo de vuestros sexos. Finalmente, se tumbó a tu lado después de retirar el preservativo y tirarlo a algún lado.

Pasó un brazo bajo tu cabeza, acurrucando su cuerpo junto al tuyo y descansando los ojos. Te había agotado, e intentabas recuperar el aliento. Besó tu frente y susurró en tu oreja, enterrando su nariz en tu pelo:

-¿Segunda ronda en la ducha, o la prefieres mañana?

(Para @Natalia2002_1D)

★ ¡Feliz año, mis niñas! Espero que este 2015 sea mil veces mejor que el 2014, que consigáis lograr todas vuestras metas y cumplir todos vuestros sueños propuestos para este año. ¡Un besazo enorme!

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