Todos los chicos son iguales

Capítulo 4

La cabeza me daba vueltas ¿Qué diablos iba a hacer? Al menos tenía la ventaja que por ahora estaba viviendo en unos edificios cerca de aquí, mi único adulto responsable era mi tía Yura, ya que mis padres justamente ayer por la noche, emprendieron vuelo para un viaje de negocios que duraría al menos 6 meses, era obvio que faltaba mucho para que regresaran, además mi tía me trataba como una amiga más y no creo que me pusiera en mal con mis padres, eso era algo bueno para mí, incluso ya mis amigos sabían cómo era el comportamiento de esa mujer y agradecía eso en ese momento, ya era un problema menos, lo que ahora si me daba miedo era entrar a mi salón cuando el recreo ya había acabado, suspiré antes de entrar a esa selva, sabía que se iba armar un escándalo de monos… al menos dentro de mi cabeza, al atormentarme imaginando lo que mis compañeros pensaban.

Trate de fingir que nada me importaba y entre al salón luego de dar un gran suspiró, por fuera mostraba tener todo el valor del mundo aunque por dentro estaba muriendo, sabía que todos me estaban juzgando, lo primero que vi fue la severa y extraña manera de verme de Midoriko, me veía con incredulidad y desaprobación luego de haberme llevado a la dirección, nunca le había causado problemas y menos de ese tipo, jamás había pasado por una situación así en vida, y todo por culpa del maldito de Bankotsu; trate de ignorarla olímpicamente pero entonces miré a Sango de reojo, ella me veía un poco asustada y sorprendida, pero en cuanto crucé mi mirada directa con ella, me guiñó el ojo para luego señalarme con sus ojos a Bankotsu, que estaba en el último puesto de la última fila con su maldita sonrisa triunfante, entonces al dar media vuelta a mi cabeza vi a Inuyasha, él me estaba viendo de lo más furioso que alguna vez hubiese imaginado, jamás había visto esa expresión en su cara y un par de segundos después desvió la mirada para tomar un lápiz y escribir fuertemente en su cuaderno, luego no volvió a levantar su mirada de allí, tomé asiento y entonces noté que desde el momento que entre al salón, nadie había dicho una palabra, todo era un silencio sepulcral.

Midoriko: Señorita Kagome *Levanté la mirada* Joven Bankotsu… sus actitudes son intolerables y además van contra las normas del colegio, guárdenselas para cuando se gradúen y enfoquense en estudiar.

Bankotsu se limitó a sonreír de lado, en verdad no le importaba una palabra de lo que esa mujer tenía que decir, yo me limité a asentir con la cabeza y me concentré en el cuaderno.

Midoriko: Comportense si no quieren problemas… bueno, entonces sigamos con la clase…

Al tocar el timbre todos empezaron a salir, muchos aún me veían con curiosidad y yo solo traté de ignorarlos, la vergüenza que sentía era increíble y deseaba desaparecer de allí, ni siquiera tenía ánimos de salir, toparme con Inuyasha y tener que explicarle algo que ni siquiera sabía cómo había pasado, vi a Bankotsu salir del salón como si nada, ni siquiera me miró para disculparse o decirme al menos que todo iba a estar bien, no sé qué diablos esperaba en ese momento de él pero en serio estaba molesta, al siguiente instante vi como Inuyasha mostraba su faceta más enojada y noté también cómo tuvo la intención de decirle algo al moreno, sin embargo fue Kikyou la que lo detuvo en ese momento.

Kikyou: ¡Inuyasha! *Chilló* ¿Tomaremos el almuerzo solo nosotros dos verdad? Veo que tus amigas tienen cosas que charlar…

Me di cuenta en ese momento que Sango venía en dirección a mi pupitre y también vi de reojo la sonrisa de triunfo de esa chica tan estresante, Inuyasha asintió y de malos modos salió del salón como alma que lleva el diablo.

Yo suspiré justo en el momento en que Sango se sentaba delante de mí, cerré los ojos y antes de que ella pudiera decir algo, fui yo la primera en hablar.

Kagome: ¿Y ahora que dicen los chismes?

Sango pareció sorprenderse por mi pregunta pero entonces sonrió y suspiró.