CAPÍTULO QUINTO | Elogio

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Era una amalgama de colores que creaban figuras en el cristal, se trataba ilustración formada por los vitrales. La imagen contaba 'la parábola de la gran fiesta', en la cual un hombre era atado y echado a las tinieblas porque había aparecido en la fiesta sin una invitación.

—¡A pesar de haberlo perdido todo Job se mantuvo fiel al Señor! ¡Dios permitió que le quitaran los bienes! ¡Que arrebataran su familia! ¡Que perdiera su salud y su integridad! Pero Job se mantuvo firme —anunciaba el predicador y la congregación gritó: amén.

La mayor parte del tiempo que duró la reunión, Nick estuvo observando al crucificado en la pared, como si él Cristo respondiera a su mirada desde su agonía, esa mirada amorosa empañada de sangre bajo aquella corona de espinos era para él. Era como si en el auditorio no hubiese nadie más que aquel judío y aquel anciano mirándose en silencio durante casi dos horas.

La reunión terminó luego de las canciones alegres, antes de irse todos charlaban y se saludaban, algunos sin siquiera conocerse.

—Nick —saludó Claire con una sonrisa forzada.

—Agradezco lo que hiciste el otro día —dijo Nick estrechando su mano.

—No te acostumbres, no lo hice por ti, lo hice por ella —respondió antes de alejarse.

Cuando pudieron alejarse de la multitud subieron a un taxi para ir a casa. Nick tomó a Denisse de la mano y ella se recostó sobre su hombro con la mirada sumida en nada.

—¿Cómo te sientes? —le preguntó él sintiendo su cabello en la mejilla.

—Fue un lindo sermón. Hay que permanecer hasta el final.

—Mañana serán los exámenes médicos, estaba pensando que era un buen momento para hablar con nuestros hijos.

—Creo que tienes razón... Pero quedé de encontrarme hoy con Claire, pensaba que podías llamarlos e invitarlos a venir con nosotros mañana al hospital.

—No quiero presionarte, será como tú digas ¿de acuerdo? —dijo al acariciar su mano—. Hay algo que debo decirte... Se trata del auto.

—¿Qué dijo Bill?

—Que sería mejor comprar uno nuevo, le dije que lo consultaría contigo, antes de tomar cualquier decisión. Sabes cuanto aprecio ese auto. Fue el regalo de bodas de mis padres. ¿Recuerdas cuando nuestros amigos amarraron tarros de aluminio al coche con aquel letrero de recién casados?... O cuando llevábamos los niños a la escuela. Significa mucho para mí.

—Quizás sea el momento para dejarlo ir —comentó mientras se reincorporaba en su asiento para mirar a Nick a los ojos—. A pesar de que hayan pasado tantos años, no podemos aferrarnos al pasado. Merecemos cosas nuevas, a veces no se puede seguir luchando contra la corriente y sólo hay que dejar que las cosas se desenvuelvan naturalmente.

—Sabía que un día pasaría, pero soy un hombre terco; hay muchas cosas que no puedo abandonar, aún no estoy preparado para hacerlo —dijo apretando la mano de Denisse.

—Nadie nunca está preparado.

°°°

Una línea negra se balanceaba de un lugar a otro sobre fondo blanco, dejando un rastro imborrable a su paso, era incesante y repetitiva, parecía ausentarse por un segundo, pero pronto regresaba a dejar las estelas de su largo camino. La pluma escribía sobre el papel las palabras más sinceras y difíciles de escribir: una carta de despedida.

—Cuando yo no esté... —dijo Denisse a su hermana Claire—. Quiero que le entregues esto a Nick, lo va a necesitar.

Denisse fue a pasar la tarde de ese domingo a la casa de Claire, distraerse era la razón aparente y con la que Nick estuvo de acuerdo, pero su intención real estaba en aquel papel.

No me sepulten todavíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora