Todavía escuchaba la voz de Nick pronunciando su nombre mientras la seguía por toda la calle; sabía que debía regresar pronto, por lo que procuraba terminar su vaso de licor para volver a casa, le parecía extraño volver a considerar la casa de sus padres como la suya, pero al mismo tiempo le resultaba nostálgico, como si después de tantos años sólo logró terminar en el mismo lugar.
Tenía pánico de ir a su apartamento, dónde Jack podría llegar y abordarla indefensa, del mismo modo que evitaba contestar el teléfono, sentía que era vulnerable y pretendía evadirlo hasta el límite. Cargaba en su bolso una carpeta con los documentos del divorcio, toda una papelería que quería ocultar por el momento, pero que tenía toda la intención de firmar.
Su último trago se vio interrumpido por Whitney, quien apareció de la nada frente a ella con una tímida sonrisa preguntando si podía sentarse un momento, a Karla no le quedó de otra que asentir mientras bebía el último sorbo.
—Disculpa si interrumpo algo, sólo te vi y pensé que sería bueno saludar y ver si estabas bien —explicó Whitney al acomodarse en la silla y colocar su vodka en la mesa junto su cigarrillo.
—Es un lindo gesto —Karla no tenía intención de responder o hablar de sus problemas con nadie, prefería tragárselos con un poco de whisky—. ¿Cómo están todos?
—Supongo que están preocupados desde que te fuiste, querrán saber que estás bien.
La ansiedad que tenía por fumar desapareció desde que vio a Karla, pero eso no evitó que por lo menos bebiera de su vaso por inercia más que otra cosa. Karla evadía mirar a Whitney a los ojos, verla directamente significaba encontrarse con todo aquello de lo que pretendía huir.
—Sólo necesitaba pensar...
—Sé lo que es, a veces hace falta alejarse para ver todo con más claridad, perderse un momento de todo y escapar a algún lugar dónde nadie te encuentre.
Karla levantó su mirada, y vio en los ojos de Whitney el sinsentido prófugo de angustia, como un alma fugitiva del dolor.
—¿Es por eso por lo que estás aquí? —preguntó Karla al asimilarse comprendida con mucha precisión por alguien más—. ¿Viniste a huir?
—Mira a tu alrededor —señaló ella al examinar el lugar sin mucho detenimiento—. Todos aquí venimos escapando, no son mesas en un bar, sino las trincheras de una guerra, un refugio de la incertidumbre.
—¿Qué te persigue?
Whitney se perdió ensimisma frente su vaso y la ansiedad por encender ese cigarrillo regresó con más fuerza.
—No ha todos nos ha sonreído la vida —explicó Whitney con un tono de tristeza en su voz—. No todos nos casamos, tenemos hijos y formamos un hogar ideal; a algunas personas se nos van más rápido el tiempo, por la simple razón de haber hecho menos... Al principio crees que tienes toda la vida para cumplir tus sueños, pero te das cuenta demasiado tarde que las oportunidades pasaron.
El silencio entre ellas eran tan incomodo como introspectivo, aunque las palabras se escapaban los pensamientos abundaban en el interior de cada una. Whitney hacía ver a Karla que su vida no era tan mala como creía al contrastarla con la suya, llevaba mucho tiempo en la plenitud de su vida: un trabajo estable, un gran apartamento, un matrimonio y un par de lindos hijos. Por lo que consideró que sólo una cosa había fallado en su vida y no estaba mal, no todo podía ser perfecto y no siempre podría ganar.
Whitney por su parte, yacía sin rumbo en la vida, carente de planes y objetivo, no estaba muy lejos de todo lo que podía desear, ya que prefería no abarcar mucho en cosas que nunca terminaría pasando. Vivía el día a día, sin saber con certeza lo que acarrearía todo aquello.
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No me sepulten todavía
RomanceSon pocos los amoríos que cruzan la barrera de la juventud, aquella época de las aventuras, los riesgos y las nuevas experiencias, pero todo tiene un final. La vejez es, por excelencia, la antesala a la muerte y no hay mejor momento para despedirse...