No recordaba la última vez que viajaba en el asiento de copiloto en el viejo coche de su padre, por lo que sólo le traía a la memoria los años de su infancia y gran parte de su adolescencia. Cada mañana Nick la llevaba hasta el instituto y adoraba escuchar la música que colocaba en la radio del auto, el aroma mismo le daba nostalgia. Estaba allí evocando el pasado al oír de nuevo las antiguas canciones sentada al lado de su padre.
Recuperar esa sensación de mirar por la ventana del Volkswagen era demasiado valiosa para ella, ya que mundo desde aquel asiento se veía diferente.
Karla tomó una decisión luego de pensárselo por un par de horas encerrada en su habitación. Determinó que no tenía el valor de hablar con sus hijos y explicarles lo que un divorcio significaba, pero entendía la necesidad de ellos de pasar un tiempo con su padre, por lo que optó darles ese regalo que tan merecido tenían.
Ella no tenía ánimos para afrontar a Jack, por lo que le pidió a su padre que fuera él quién se encontrara con su exesposo mientras ella permanecía en el coche. Más que sentirse cobarde, se sentía protegida y apoyada por Nick, cosa que agradecía al voltear a mirarle manejar el escarabajo celeste.
No era una mala idea para ella.
En los asientos traseros jugaban Josh y Charles algo emocionados con la noticia de ver a su padre luego de varias semanas sin saber de él.
Nick conducía el Volkswagen camino al parque Morelia donde Karla había acordado reunirse con Jack, el lugar de encuentro era una vieja cabina telefónica que se hallaba cerca de una heladería en el inmenso bosque que componía el gran parque en el centro de la ciudad.
—Es un mal esposo, pero no es un mal padre —dijo Nick en un tono de voz que los niños no lograrían oír mientras jugueteaban—. Imagino que es algo difícil, pero me alegra que hayas logrado... tomar esa distinción.
Karla se limito a asentir con una sonrisa incomoda, al no tener la intención de responder las palabras que aún le costaban asimilar. Pero tenía razón y no quería hacerle sentir inapropiado, por lo que luchó contra sí misma para contestar, aunque deseaba que su conversación tomara otro rumbo.
—Agradezco que estés haciendo esto por mí...
—No es nada —dijo al voltear la mirada un segundo hacia ella—. Iré, intimidaré un poco, dejaré a los niños y luego volveré.
—No pido otra cosa —bromeó dejando alivianar sus angustias con una débil sonrisa.
Un sujeto alto y bien vestido se hallaba parado en el lugar indicado, llevaba consigo un gabán de tono pardo y sujetaba un periódico en sus manos mientras miraba a la distancia al viejo Volkswagen detenerse en la acera. Observó el momento en el que Nick salía del auto abría la puerta para que los niños caminaran afuera con sus pequeños abrigos, por lo que entendió que Karla no bajaría del coche.
—Feliz navidad, corran a saludar a papá —permitió Nick para que fueran a abrazar a Jack.
Josh y Charles vinieron a Jack con mucha emoción, de la misma forma que él se inclinó a ellos para recibirlos con una gran sonrisa. Aunque su encuentro obvio era con Nick que se acercaba despacio e intimidante, no evitó lanzar su mirada tras él para ver a Karla observando la escena desde el coche.
Nick se detuvo a unos metros de Jack, quedando ambos de pie como si se tratara de un duelo western, el abuelo tenía una mano sobre la otra a nivel de su cinturón, reflejando su insatisfacción con él y una total prevención.
—¡¿Quién quiere un helado?! —animó él para distraer a los niños y hablar con Nick tranquilamente. Los pequeños salieron celebrando hacia el puesto de helados sin hacer mucha objeción.
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No me sepulten todavía
RomanceSon pocos los amoríos que cruzan la barrera de la juventud, aquella época de las aventuras, los riesgos y las nuevas experiencias, pero todo tiene un final. La vejez es, por excelencia, la antesala a la muerte y no hay mejor momento para despedirse...