CAPÍTULO CUADRAGÉSIMO QUINTO | Conticinio

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Caminaba sola en la oscuridad que se hallaba entre las farolas de luz junto a la acera, de forma que cada seis pasos en las sombras, volvía de nuevo a iluminarse todo su cuerpo. Llevaba una antigua chaqueta que con el uso y los años había desgastado; no aparentaba ser ruda, sino imponente en su solitario caminar. La extraña mujer tuvo que resguardar sus manos en los bolsillos de la chaqueta para calentarse.

Whitney vivía con muchos sentimientos, pero el miedo no estaba entre ellos, por lo que su mirada fija al final de la calle resaltaba su determinación. Fue dueña de un bar por muchos años, no era para menos. Tenía la costumbre de salir a caminar sola en la noche luego de cerrar el WW en los días de otoño, así que pasearse de la misma manera en invierno era toda una eventualidad, no obstante, algo dentro de ella lo anhelaba profundamente.

Vaho emanaba de sus labios al respirar, lo que le incitaba a querer fumar un cigarrillo. Le resultó extraño darse cuenta de que no lo hacía desde el cierre del WW, de modo que le invadió una fuerte ansiedad por calentar sus labios en la colilla de un cigarro y emanar de su aliento el agrio aroma de la nicotina.

Aunque sus largas caminatas no tenían nunca un rumbo fijo, aquella velada se sintió atraída por un pequeño bar que encontró en su largo paseo. Tenía licor en casa, por lo que al entrar no lo hizo pensando en el whisky sino en una cajetilla de tabaco.

El lugar no era ni la mitad de lo que fue el WW, pero si era mucho más acogedor; las luces amarillentas iluminaban muy bien el lugar a diferencia de su antiguo bar, el cual carecía de buena luminosidad incluso en el día. Era un sitio bonito y agradable, bastante ameno para su gusto; Whitney se guardaba sus apreciaciones al dirigirse a la decorada barra para ser atendida. Supuso que parecía más un estudio fotográfico que un lugar para beber un trago de alcohol.

—Hola —saludó el joven que atendía tras el mostrador—. ¿En qué puedo ayudarte?

—Busco un cigarrillo... —Whitney levantó la mirada para detallar los licores del estante y pensarse mejor lo que quería—. Mejor deme una cajetilla y sírvame un trago de vodka.

El chico de cabello rubio y rizado parecía un estudiante que trabajaba allí de medio tiempo, él le hacía recordar a sus antiguos ayudantes en el WW, por lo cual no evitó preguntarse si sus muchachos estarían bien sin el empleo, o si lograron ocupar nuevas bacantes. Muy pronto el jovencito colocó frente a ella un vaso de Vodka con hielo y una cajetilla de cigarrillos light.

—¿Disculpe? —dijo al tomar los cigarros y mostrárselos al barman como si fueran una ofensa—. Creí que tendría cigarrillos de verdad, quiero unos de Red Apple.

Mientras el joven buscaba su pedido, ella se dio la vuelta a mirar la gente que había en el bar, cada uno parecía con el ánimo de querer ahogarse en alcohol como si fuera el fin de mundo. Sin embargo, sólo una mujer se veía seriamente desesperada, así que le llamó la atención, estaba en las mesas sin compañía; desde allí Whitney observó como la chica servía licor en su vaso desde una botella que parecía no compartir con nadie. La reconoció de inmediato. Era Karla.

°°°

La preocupación se acrecentaba conforme pasaba el tiempo, Josh y Charles se preguntaron toda la tarde dónde estaba su madre, pero ninguno estaba en condiciones de responder a tal cuestionamiento. Nick se había esforzado por mantenerlos ocupados y alegres durante todo el día, de modo que a la hora de dormir sentían el cansancio encima.

Denisse acobijó a los pequeños en la que antes fue la habitación de Will y Jake. Besó a cada uno en la frente antes de apagar la pequeña lámpara y salir del cuarto al desearles dulces sueños.

No me sepulten todavíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora