CAPÍTULO TRIGÉSIMO SEGUNDO | La tormenta de las luces

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Aquella tarde de invierno una mujer adulta con ropa ostentosa dirigía a un trabajador uniformado del establecimiento, para indicar en que sitio del museo debía ir la obra magnifica. La nueva adquisición que llevaba el nombre de Steve Straub, fue ubicada en la sección principal y más importante del museo de arte moderno.

—Esta construcción expresionista es rica en colores y formas, se reflejan los sentimientos agresivos y frustrantes del autor, simplemente increíble —elogió la mujer admirando la nueva adquisición de su museo.

—Yo sólo veo una mancha en una pared —dijo con sinceridad al marcharse el hombre que recién ubicaba la obra.

°°°

Escuchaba en la radio el pronóstico del tiempo para finalizar el día, el presentador decía que se acercaba una fuerte tormenta para la noche, pero que esta sólo duraría unas horas sin hacer mucho daño.

El abuelo Nick le enseñaba a sus nietos a hacer las tortillas en la cocina; luego de todo el trabajo invertido en aquel muñeco de nieve tenían hambre, y el coche de Karla apenas aparcaba frente a la casa. Josh cargaba la bolsa de harina y el pequeño Charles con cuidado traía los huevos a Nick.

—Cocinar es como vivir —explicó a sus nietos mientras vertía la harina en un recipiente—. Cuando juegan a correr tienen el riesgo de caer y lastimarse ¿no es así?, también para conseguir buenas notas en la escuela, hay que hacer los trabajos y las tareas, esforzarse y sacrificar muchas cosas. Para ser un buen jugador de soccer hay que entrenar, para aprender música hay que dedicarle horas de práctica. Siempre hay un precio que pagar para lograr lo que queremos.

—¿Qué tiene que ver la cocina? —preguntó Josh asomándose al recipiente con la harina.

—Sacrificio, Josh —respondió Nick con una sonrisa—. Para hacer tortillas, primero hay que romper los huevos.

Karla sacó del maletero del su coche una gran caja donde traía lo que Denisse había elegido traer a casa. Cargaba el obsequio al caminar con Denisse hasta la puerta. Se detuvieron un segundo a admirar el muñeco de nieve antes de entrar.

—Parece que estuvieron divirtiéndose —comentó Karla dirigiéndole una sonrisa a su madre.

Salió de la cocina con las mangas se suéter recogidas para recibirlas junto a Josh y Charles en la entrada. El encuentro fue propicio y las tortillas estaban casi listas, la gran caja quedó sobre la mesa de la sala, mientras iban a compartir un rato en familia en la cocina antes del atardecer.

La sala de la casa estaba hecha un desastre, Nick y los chicos sacaron las luces de navidad que tenían en el sótano, y se había encargado de desarrendarlas por toda sala para instalarlas en la noche. Josh y Charles insistían que debían decorar como cada año, ya que Nick no tenía pensado hacerlo, al escuchar la insistencia de los niños, consideró que debía celebrar la fecha de una manera especial, pudiendo ser la última con toda la familia.

Al final del día Karla y sus hijos se despidieron, y decidieron volver a casa antes de la fuerte tormenta que amenazaba llegar.

°°°

Nick observó las luces que se extendían desde la cocina hasta la biblioteca, y suspiró por todo el trabajo que le quedaba por hacer, lo único que quería con el cansancio encima, era conectar las luces para ver cuales de ellas funcionaban y cuales debía tirar a la basura. Luego de encenderlas e iluminar la sala de una manera casi mística con la larga sucesión de bombillos, Denisse se acercó a él a mirar lo bien que se veían las luces a pesar de los meses. Eran los únicos en toda la calle que faltaban por hacer su decoración para la fecha, pero ellos no tenían afanes por esas cosas.

No me sepulten todavíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora