El viejo Volkswagen sufría mucho en época de invierno, siempre debía ser sometido a un sinnúmero de arreglos y nuevos repuestos. Eran asuntos que Nick podía manejar desde el garaje de su casa, así que se dispuso a revisar el coche con la caja de herramientas a un lado de la estantería. Tenía recogidas las mangas de la ya usada camiseta de cuadros y sus lentes puestos que le ayudaban a ver junto a una pequeña linterna que sostenía con cuidado.
El tocadiscos acústico sonaba desde la sala, por lo que podía escuchar las canciones que sonaban por todo el lugar, al mismo tiempo que oía la risa de sus nietos jugando en la sala, suponía que bailaban las anticuadas canciones de los discos de vinilo que guardaban en la biblioteca. Por un instante creyó que los pasos que se acercaban eran de Denisse, pero al voltear a mirar hacia la puerta se encontró con su hija, quien venía a él con un trozo grande de pastel y vaso de leche.
—¿Dormiste bien? —preguntó él al sentarse para comer con tranquilidad junto a la estantería donde podía colocar el pequeño plato y el vaso de vidrio. La silla de madera era pequeña de modo que parecía acurrucado junto al Volkswagen mientras comía el pastel.
—Lo intenté —contestó Karla al acercarse a acompañarlo al recostarse en el coche—. ¿Qué tal el pastel?
—Es demasiado para un par de ancianos, pero me alegra que estés con los niños aquí para ayudarnos con eso —sonrió al probar el primer bocado.
—No sé si sea bueno para Charles y Josh tanta azúcar...
—No es bueno para ninguno, pero estamos juntos para que se haga todo más llevadero, prometo que pronto acabará.
—No estoy segura de querer que termine —dijo al sumergir su mirada en el azul del Volkswagen al pasar la mano sobre la superficie del maletero como si lo acariciara con ternura—. Todavía recuerdo la mancha que dejó en la pared.
—Entonces no olvides que para cada fiesta hay un pastel, pero ningún pastel es para toda la vida, aunque siempre haya uno nuevo. Mientras tu madre y yo estemos aquí, nunca estarás sola, y me temo que nosotros siempre estaremos para ti.
Karla se inmutó con su mirada perdida entre el coche y la caja de herramientas al tratar de aclarar sus ideas.
—Debo ir por algunas cosas al apartamento —suspiró ella al ponerse en pie para retirarse—. Regresaré en la tarde con los niños.
—Tu madre y yo saldremos hoy, toma las llaves junto a la biblioteca para cuando regreses. ¿Traerás tu auto?
Ella se lo pensó dos veces antes de responder, por lo que la sensación de que algo iba mal con su vehículo era evidente, así que no le quedó más remedio que decir la verdad al suspirar.
—Anoche sucedió algo con el coche, venía con exceso de velocidad y había tomado unos tragos en un bar cerca al apartamento, la policía me multó y terminaron por llevarse el auto.
—¿Necesitas dinero?
—No —contestó rápidamente—. Voy a encargarme de esto.
Nick se quedó mirándola mientras ella caminaba a la puerta, él se quedó con su porción de pastel, sin embargo, Karla se detuvo sintiendo que no podía ocultarle cosas a su padre en ese momento, por lo que el peso de sus acciones la llevó a darse la vuelta una última vez y ver a su padre a los ojos antes de marcharse.
—Anoche... Firme el divorcio con Jack... Sólo quería que lo supieras.
—Hiciste bien —dijo con la intención de hacerla sentir segura con sus decisiones, creía que le hacía falta recuperar la confianza en sí misma y que él debía ayudarla en eso, por lo que asintió mientras sus miradas seguían firmes.
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No me sepulten todavía
RomanceSon pocos los amoríos que cruzan la barrera de la juventud, aquella época de las aventuras, los riesgos y las nuevas experiencias, pero todo tiene un final. La vejez es, por excelencia, la antesala a la muerte y no hay mejor momento para despedirse...