CAPÍTULO TRIGÉSIMO SEXTO | Ecos

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Llevaban al menos una hora bajo las sábanas, parecía que ninguno de los dos lograba dormir, de manera que Nick se paró de la cama y caminó hasta la ventana. Se hallaba mirando el cielo oscuro del invierno al hacer de lado las cortinas y alzar su rostro hacia el firmamento sombrío.

—¿Por qué lo hiciste? —preguntó Denisse desde las sombras.

Su rostro se asomaba a la noche espesa, en la que las nubes negras no permitían la más mínima lucidez. El faro de luz frente a la casa, junto a otros postes distribuidos por la carretera, eran los únicos que le permitían siquiera ver algo, no era como si pretendiera ver algo más allá del vidrio, lo que buscaba estaba dentro del cuarto, por lo que sólo quería encontrarse en el cristal consigo mismo

—¿Por qué lo hice? —repitió al cerrar las cortinas para vislumbrar a Denisse en la oscuridad—. Tú sabes por qué. Querías que lo hiciera.

—Me acorralaste —Denisse miraba el rostro de Nick el cual era iluminado por un rayo de luz que se entremetía por una abertura en las cortinas, aquel destello era lo único visible en toda la penumbrosa habitación.

Sentía que Nick sostenía su vida en medio de lo que transitaba en ese difícil momento, lo único que veía con claridad entre tantas sombras, era él y lo que sentía por él. Estaba agradecida con el cielo, con Dios o con la vida, con quién sea que le permitió pasar su vida junto a él.

—Para soñar hay que vivir —dijo inmóvil en la luz—. Y quiero que vivas todavía... hasta el último segundo no quiero que dejes de soñar.

Ambos se quedaron en silencio, pero no un silencio cualquiera, era uno en el que se encontraban con el otro, uno donde las palabras no se cruzaban, pero los pensamientos se juntaban al vacío que les separaba. Era como hablarse sin decir, sin ver, ni escuchar al otro, era sentir un algo que habitaba dentro de ellos.

—Sé que no me lo estás preguntando, también sé que no es mi decisión, y que ya es demasiado tarde, pero habría querido intentarlo —agregó Nick. Él salió la luz y se sumió en las sombras de la habitación para adentrarse de nuevo en la cama.

Denisse sabía que se refería al tratamiento y no pudo evitar acongojarse por él. Nick era un terco con la vida misma, siempre nadaba contra la corriente y parecía disfrutar ir contradiciendo todo, así fue siempre y lo seguía siendo después de tantos años.

—Se supone que debería ser más fácil creer en algo cuando estás tan cerca de descubrir lo que hay más allá, pero es difícil mantener la fe en algo. Es como si cada vez que piensas en ello perdiera sentido y se alejara de ser real.

—Volveremos a encontrarnos, haya o no un paraíso luego esto —Denisse lo abrazó con los ojos encharcados de lágrimas al oírle decir esas palabras.

—Ojalá volvamos a encontrarnos en algún cielo utópico.

—Podría ser el mismo averno de Dante, y con sólo verte a los ojos se convertiría en un paraíso mejor que el edén. ¿Qué importa lo que pase más allá?, lo que importa es lo que hemos construido aquí y esto hará eco en cualquier eternidad.

°°°

Abrió la cajuela del Volkswagen frente a la casa de Walter. Traía un regalo especial para ellos conociendo la necesidad que estaba pasando en esos momentos. Nick sacó de allí unas bolsas con comida que recién compraba en mercado.

Llevaba un saco marrón con el que se cubría del frío esa mañana y una boina en su cabeza que le hacían parecer un anciano agradable.

Llamó por teléfono a Whitney antes de ir, por lo que al tocar la puerta, ella no tardó en salir a recibirle con especial alegría y un abrazo. Le invitó a pasar mientras le ayudaba a cargar algunas de las bolsas.

No me sepulten todavíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora