Encerrados

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Debía de sacarlo inmediatamente de ahí.

Tan rápido iban sus pensamientos en su cabeza que no se dio cuenta que entre todo el alboroto dejó caer sus cuadernos, hasta que al intentar caminar tropezó con ellos.

En un movimiento veloz los tomó como fuera y de nuevo se los puso bajo el brazo apretándolos con demasiada fuerza. Sin meditarlo por más tiempo se echó a correr para tratar de alcanzar al moreno.

Tenía que darse prisa si no quería que Pym lo viera con el "supuestamente desconocido joven de la pintura".

¿Qué hacía Tony ahí?, ¿Acaso lo había seguido o es que de nuevo él le había dicho donde estudiaba, sin siquiera recordarlo?

Tuvo que guardar para otro momento sus dudas, mientras corría como desesperado hacia el jardín. Pasaba entre sus compañeros, evitando chocar con ellos y llegar hacia su objetivo, pero era difícil lograrlo cuando la mayoría salían de sus clases.

Cuando por fin llegó al exterior del edificio, vio que ambos le llevaban un buen trecho de distancia. Así que tomando una profunda respiración, retomó la carrera. Los chicos que lo veían pasar lo miraban como si estuviera loco, 'y tienen razón' se dijo Steve. Aquél chico lo iba a llevar hasta la locura si no descubría de una vez por todas lo que estaba sucediendo y si su profesor lo llegaba a ver sería su fin.

Tras esquivar unos cuántos obstáculos, logró llegar hasta ellos. Con la respiración normalizada, fue que colocó una mano en el hombro del castaño. Éste volteó hacia atrás con confusión al principio, pero en cuanto se dio cuenta de quién se trataba, una sonrisa demasiado cálida se instaló en su rostro.

-¡Steve!

-Hola Tony.-lo saludo cortamente sin dejar que se viera nervioso.

-Buenas tardes.- volteó a saludar a la mujer. Ella le devolvió el gesto sonriéndole.

-Justo te estaba buscando, le decía a la profesora Janet que...-Tony le hablaba sobre algo muy emocionado, pero no pudo centrar su atención completamente al ver de manera discreta su alrededor y saber dónde se encontraba Pym, que para su mala fortuna iba en dirección a ellos.

No tuvo tiempo para arrepentirse de sus acciones; tomó a Tony del brazo y corrió en la dirección opuesta a su maestro, arrastrando consigo al castaño, quién le gritaba desde atrás que parara y le dijera qué estaba sucediendo.

-¡Steve!...¡para, yo...no...tengo la...condición que...tú tienes!- le dijo con dificultad.

Hasta que estuvieron lo bastante lejos lo soltó, éste se había dejado caer de rodillas al suelo, tomando profundas y casi dramáticas respiraciones, mientras se ponía una mano en el pecho.

-¿Porqué...todo...ése...alboroto?- le preguntó entre cada inhalación.

-¿Qué haces aquí?- a él como bien dijo Tony, la repentina carrera no le afectó en nada. Y dejó caer sus libretas al suelo.

-¿Otra vez vamos con la mala costumbre de responder con preguntas?

No le contestó, sólo se le quedó viendo mientras que el otro se tomaba su tiempo en recuperarse. Durante ése lapso, Steve pudo observar detenidamente a Tony; llevaba una chamarra café oscuro, debajo una camiseta negra y un pantalón un tono más claro que el de la chamarra. Por último reparó en sus zapatos, y se dio cuenta en que él no traía tenis, sino un par de lustrosos George's (los cuales suponía eran caros). Pero ése no era el momento para entretenerse en su vestimenta.

-¿Cómo me encontraste?- le volvió a preguntar

-Más bien, aquí el que me encontró fuiste tú.- le reclamó el castaño viéndolo desde abajo.

Siempre has sido túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora