Dolor

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Las cosas con Steve habían ido de mal en peor.

Y ahora estaban ahí.

En aquel día gris, opaco y en donde el cielo era un claro reflejo de lo que todo el país sentía. Aún cuando la inminente tormenta no tardaría en soltarse, varios carros negros, desfilando por las calles desiertas, con destino a un lugar lúgubre, seguían su curso.

La policía, los militares y hombres de gobierno, resguardaban y acompañaban en sus últimos momentos a la carroza que era flanqueada por enfrente y detrás por dos autos de seguridad.

Un grande había muerto. Ésta vez, la mayor esperanza de América, su centinela, se apagó para siempre.

Mientras todos los Vengadores eran llevados en una camioneta conducida por Happy, Tony divagó en sus pensamientos, tal y como lo venía haciendo desde hace días.

Recordaba claramente que tras los escalofriantes minutos en los que Steve no respiró y él era sumido en el sueño por Wanda, se despertó con la noticia de que el rubio estaba bien; al menos en lo que cabía. Le informaron sobre las acciones de Shuri y la doctora Cho, y lo que lograron obtener: tiempo.

Pero día tras día, nada resultaba. Alguien había inyectado una sustancia desconocida en el cuerpo de Steve, que de alguna manera degeneraba sus células e impedía el rápido efecto del suero del súper soldado.

Prueba tras prueba fue hecha. Barnes también colaboró al donar su sangre para que se encontrara un antídoto. Tony se pasó días y noches trabajando sin descanso alguno, para recuperar a Steve. No podía perderlo, simplemente no.

A pesar de que lo inducían al sueño, su mente seguía buscando la respuesta. Pensaba y pensaba en cada una de las posibilidades; pero las imágenes de la misión, momento antes, después, de hace años, a su lado, los besos, los abrazos, las caricias; se entremezclaban, provocando que se despertara sudando, con el miedo calándole hasta los huesos y el cuerpo temblando.

Sin embargo, nada sirvió, porque una noche cuando Tony estaba acompañando a Steve en su habitación, con el equipo necesario puesto, para evitar que algún patógeno tanto externo como por parte del cuerpo del Capitán fuera infectado en otra persona o los de los demás empeoraran su situación, Steve dejó de respirar.

El pitido de la máquina anunció que su corazón había dejado de latir.

Tony lloró amargamente, dejando salir su dolor. Gruesas lágrimas le corrían por el rostro. Apoyó su frente en la unión que aún mantenía entre sus manos. El calor de Steve aún estaba muy presente, pero sabía que dentro de poco, sería distinto.

Nat, Bucky, Sam, Clint, Thor, Bruce, y otros más, se encontraban afuera del cuarto, en la misa situación, llorando sin importarles quién los viera, las máscaras de fortaleza no existían en esos momentos. Su amigo ya no estaba. Y eso dolía, dolía demasiado.

Al día siguiente, se anunció el fallecimiento, Hill fue la encargada de comunicar a los medios que el Capitán América murió en batalla.

No querían que el mundo entero, los señalara con el dedo, y los acusara de no haber hecho nada por salvarlo, cuando hicieron hasta lo imposible por que regresara.

El suave toque de Nat, lo sacó de sus oscuros recuerdos. Era la hora. Debían despedirse de su amigo.

Salió con la espalda recta, sin ser pretencioso, hoy no tenía ganas de ser él mismo. No cuando él ya no estaba ahí para verlo como siempre lo hacía.

Dios...qué difícil era hablar de él en pasado. Jamás se acostumbraría.

Tragó el enorme nudo que tenía en la garganta, movió la quijada para evitar llorar, y tomó un hondo suspiro antes de hablar.

Siempre has sido túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora