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Las semanas siguieron transcurriendo y cuando menos se dio cuenta ya estaban a pocos días de celebrar Halloween.

A Steve en lo particular le divertía ésa época del año, el ver a los niños correr por las calles con su bolsa o caja de plástico en la mano hacia la próxima puerta para conseguir más dulces le provocaba una enorme sonrisa.

Había platicado de eso con Tony en sus cartas, y éste le mencionó que en vez de darles dulces a los niños cuando tocaran a la puerta de la casa de Hela ( que era donde tanto él como Loki se estaban quedando), les daría un billete y una taza de café. Él por supuesto que había reído ante las ocurrencias y disparates del castaño, y también lo regañó al saber de lo que era capaz el otro, sin embargo le pesaba un poco el que no estuvieran juntos para salir en esos días y pasarla bien.

Pensaba en eso mientras caminaba al Instituto, no es cómo si quedara tan lejos de su casa, porque prácticamente los separaba una cuadra y media, ambas estaban en la misma calle. Pero lo que nunca se esperó es que al ingresar al aula, se encontrara a Tony sentado a un lado del escritorio y de espaldas al pizarrón sonriéndole plenamente.

-¡Tony!- exclamó feliz al verlo, acercándose para dejar la mochila en un banquillo y saludar al castaño.

-Hola Steve- le contestó poniéndose de pie y abrazándolo para saludarlo como los hombres usualmente hacían.

-¿Cuándo llegaste?, ¿Por qué no me avisaste?, ¿Ya viste a tus padres?- Steve sin quererlo lo había bombardeado de preguntas sin consideración alguna.

-¡Eh, eh!, para.- le dijo riendo sentándose de nuevo en su silla- llegué ayer por la tarde, y por supuesto que tenía que ir con Howard, hubiera explotado medio Nueva York si no iba con él. Y no te avisé porque de eso se tratan las sorpresas anciano.

Steve sonrió aún más de lo que ya lo hacía y estuvo a punto de preguntar más cosas, pero el profesor Pym ingresaba al salón con carpeta en un brazo y un termo de café en la otra.

-Ya veo que por fin está recibiendo su sorpresa joven Rogers.- le comentó mientras caminaba hacia su escritorio.

-Buenos días profesor.- saludó Steve asintiendo ante su comentario.

-¿Y mi café?-preguntó intrigado el castaño viendo fijamente el termo del maestro.

-Doblando a la izquierda por éste pasillo y bajando las escaleras lo encontrará joven Anthony.- le respondió tomando asiento en su silla reclinable mientras tomaba un sorbo de su café.

-¡Hum!-bufó Tony- genial

Y Steve rio ante el gesto enfurruñado de su amigo, quien se había cruzado de brazos y volteado hacia otro lado a la vez que ponía los ojos en blanco.

En una pequeña conversación entre los tres el rubio se enteró que Tony había llegado tan sólo unos minutos antes que él, pero que eso le había bastado para comenzar a hacer un drama a su maestro sobre a qué hora llegaría, lo que provocó que Hank saliese de ahí dejándolo hablar solo.

Pronto los demás alumnos comenzaron a llegar, y cada uno tomó su lugar correspondiente, a Steve todo aquello le producía un poco de sentimientos encontrados y hasta le parecía surrealista. Pues en aquella habitación fue donde pintó a Tony "cuando supuestamente era un desconocido" y ahora él se encontraba ahí a tan solo unos cuantos pasos de sí, molestando a Hank con toda clase de preguntas y dando su opinión sobre los trabajos de sus compañeros.

Tony arrastró un banquillo de metal desde la esquina derecha del salón hasta ubicarlo al lado de Steve, sin importarle las miradas reprobatorias y los ceños fruncidos por parte de los demás en el lugar. Así, quitado de la pena empezó a evaluar el trabajo del rubio como si fuera todo un experto.

Siempre has sido túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora