Beisbol

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Entre el trabajo de ambos, las obligaciones que lentamente se acumulaban con el paso de los días, Steve veía a lo mucho 3 veces a la semana a Tony, sino es que hasta menos. Pero ambos disfrutaban esos breves lapsos de tiempo juntos.

Fue en una de esas veces que un viernes cuando el sol se estaba poniendo, y él estaba en su mini estudio, escuchó la puerta de su casa abrirse abruptamente, así como azotarse y luego unos pasos apresurados.

-¡Stevie!- gritó Tony, revisando todos los lugares donde podría estar.- ¡Aquí estás!

-Tony...¿qué pas...-quiso preguntar, pero los labios del castaño sobre los suyos le cortaron cualquier duda que pudo tener, cuando sintió que Tony se alejaba de él, lo tomó de la nuca y profundizó el beso.

-Wow Rogers.- dijo el castaño pasando la lengua por su labio inferior degustando el sabor del rubio, mordiendo su labio al final.- sí que me extrañaste.

-No te he visto por una semana, no me puedes culpar.- se excusó él sonriéndole y levantando los hombros.

Tony se rio y lo miró con una gran sonrisa.

-¿Qué haces por aquí? Y no lo digo porque no me guste que hayas llegado, sólo que no te esperaba de ésta manera, ¿pasaste a ver a tu tía?- le preguntó sin siquiera tomar un respiro.

-Tengo pases para el próximo partido entre los Dodgers y los Phillies de Philadelphia.-le mostró los boletos, que brillaban en el papel blanco, con franjas rojas, y donde se leía la fecha y hora.

-Son para...¡mañana!- mencionó sorprendido Steve levantando los ojos hacia los castaños.

-Sí, ella está bien, de hecho me corrió de su casa en cuanto le dije a qué venía- asintió Tony antes de sentarse en un banco de madera.- y ya que estás libre pensé que sería bueno, además, quise llevarte en tu cumpleaños, sin embargo, surgieron unos desajustes en el equipo y la liga y cambiaron la fecha hasta hace un par de días, y cómo tengo un conocido en la venta de los boletos, él los apartó por mí.

Steve estaba maravillado.

-¿Qué opinas?- susurró Tony.

-Que es excelente Tony, hace años que no voy a un partido de los Dodgers.

El castaño asintió orgulloso de su logro.

Por la mañana, por más extraño que fuera, Tony brincaba por todo el departamento. Era bastante obvio que se encontraba emocionado por el partido. Steve se reía al verlo con el rostro radiante, a pesar de vestir una camiseta de tirantes blanca, sus calzoncillos largos de tono oscuro y calcetas grises.

Después de bañarse, vestirse y tener los boletos en la mano, salieron del departamento hacia el carro.

-¡Que se diviertan!- les gritó Peggy desde la puerta principal, agitando su mano en el aire, ambos le devolvieron el gesto.

-Tengo algo para ti.- le dijo Tony con las manos escondidas detrás de la espalda.

-¿Qué es?- inclinó el rostro frunciendo levemente el ceño, lo que le pareció demasiado adorable a Tony.

- Cierra los ojos.-pidió el castaño.

Una vez los ojos azules de Steve quedaron ocultos, Tony llevó hacia adelante sus manos, colocándose una de las dos gorras que sostenía.

-Ábrelos.

-Jajaja, Tony es...- comentó el rubio sin encontrar las palabras correctas, debido a que la emoción y la euforia le burbujeaban en el estómago- sorprendente.

Las gorras eran azules, con las letras L y A, en blanco una sobre otra. Mientras Steve se colocaba la suya, Tony se ponía sus lentes negros. Subieron al auto, y fueron cantando en el camino, demostrando su alegría.

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-¡Fue un partido memorable!- gritó Tony alzando los brazos, echando la cabeza hacia atrás, pero sin dejar que su gorra se cayera.

En lo particular, Tony jamás había ido a un partido de beisbol, lo suyo eran más las carreras de Fórmula 1, esos preciosos autos con sus rugientes motores le fascinaban, y hasta podía ser capaz de patrocinar a alguno y ser él mismo quien condujera uno de esos veloz carros; pero seguramente su madre lo mataría, al igual que Pepper y por si no fuera poco Steve podría ser capaz de ahorcarlo. Así que mejor no.

-Definitivamente pasará a la historia como uno de los mejores partidos en todos los tiempos.- apoyó Steve. Su mirada, se perdía en el horizonte, rememorando una y otra vez la jugada final, suspirando en el proceso.

Para Steve, la experiencia era otra, entrar de nuevo a uno de esos campos con altas gradas, el pasto verde, los cuadros blancos, y el piso lleno de tierra roja que con la carrera de los jugadores se alzaba y hacía una cortina de polvo, le era nostálgico. Desde los asientos, que por cierto, eran VIP, pudo ver de cerca a los jugadores, sentir la adrenalina de sus cuerpos al pasar enfrente de él para evitar que les anotaran un punto, elevó su emoción a niveles inalcanzables.

-Tienes potencial para el beisbol Steve. Atrapaste la pelota y luego la lanzaste hacia el pitcher en línea recta.- dijo Tony sacándolo de sus pensamientos.

-Bueno a Bucky y a mí nos gustaba jugar beisbol cuando éramos pequeños, creo que el amor hacia los Dodgers nació al escuchar a su abuelo hablar sobre un partido en mayo del 41, y exactamente se enfrentaron los mismos equipos que hoy.

-Vaya.- exclamó Tony- de seguro fue un hombre increíble.

-Sí, lo era.-respondió Steve.- una vez nos llevó a un partido, eran otros equipos, pero las sensaciones eran las mismas.

El castaño sonrió por la melancólica sonrisa del rubio.

-Pero lo máximo, fue cuando el bateador te firmó la pelota, ¡Steve!, ¡Tienes autografiada la bola del triunfo!

El rubio se rio ante las expresiones y algarabías de su novio.

-Eres adorable.-le dijo y Tony se vanaglorió más de lo que ya lo hacía.

Seguido de eso, ambos se fundieron en un besoprofundo y lleno de tranquilidad, sin importarles quién los viera.    
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Aquí hay varios guiños hacia las películas de Marvel, como Ironman 2 y Capitán América.
Ciao

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