Fiesta

376 40 8
                                        

La mañana llegó antes de lo que se esperaba. El primero en despertar fue él, el cuello le dolía un poco por la posición en la que estuvo por varias horas. Una vez bien despierto y checando su reloj, movió al castaño para que de igual manera se despertara.

-Tony, Tony despierta.- le habló suave y bajo para que no se asustara.

-Mnh, ¿Qué pasa?-le respondió, pero el pobre no podía ni abrir los ojos debido al sueño.

-Debemos de alistarnos, en unos minutos vendrá alguien a abrir y será nuestra oportunidad de salir y regresar a casa.

El castaño soltando un suspiro se alejó del cuerpo contrario y se talló el ojo con una mano, soltando un gran bostezo.

Steve se paró y se limpió el pantalón de mezclilla el polvo que tenía. A pesar de no llevar suéter no sufrió de frío por la noche, su camisa de cuadros que usaba encima de otra de mangas cortas le sirvió bastante.

Y tal como había dicho, una señora abrió la puerta a las 6:30 de la mañana, y parecería que la suerte estaba de su lado porque en cuanto quitó el seguro de la puerta se fue a platicar con alguien.

El rubio abrió la puerta asomando la cabeza miró a ambos lados del pasillo cerciorándose de que nadie estuviera por ahí y los cachara.

Tomó de la mano al otro y viendo que no les faltara nada a ninguno de los dos, caminó rápido por lugares que sabía no eran transitados a esa hora, fue que los pudo sacar hasta la calle.

Tony se había dejado guiar todo el camino sin poner resistencia o queja alguna, tampoco es como si estuviese en condiciones para decir algo, sabía que era muy temprano por la escasa luz y el frío que antecedía al sol. Estando en la calle y oyendo el ruido de la ciudad fue que espabiló de verdad, el más alto lo veía con el ceño fruncido.

-Estoy bien, no me veas así. Soy capaz de irme por mi cuenta sin ningún problema.

-Ok, pero no es por eso que te miraba.- le confesó.

-¿Entonces por qué?- y ahora era él quien lo miraba con el ceño fruncido.

-Es que ayer con todo lo que ocurrió no me percaté de que te quitaste la barba.

-Ah, sí.- dijo tocándose la cara en un gesto nervioso.-Por cierto, te quería invitar a una fiesta.

-¿Fiesta?- le preguntó confuso.

-Sí, de hecho se dará aquí, en la avenida principal. Dame tu número y yo te enviaré la dirección. Es éste sábado, ¿o no puedes ir?

-Sí puedo ir, es que no soy mucho de asistir a fiestas.

-Vas a ver qué te la pasarás bien. Y yo voy a estar ahí, no tienes nada de qué preocuparte, ahora que somos amigos ¿cierto? -le comentó mientras lo veía anotar su número en un papel y luego se lo daba.

"Amigos" la palabra se repitió en la mente del rubio varias veces, y cada una de ellas le provocaba una oleada de calor en el pecho. Terminó asintiendo dejando al castaño contento.

Después de eso cada uno tomó su propio camino para regresar a su hogar. Steve agradecía no tener clases hasta el día siguiente.

Cuándo estuvo en su departamento, lo primero que hizo fue aventar la mochila en un sillón y caminar hasta su recámara. Se aventó en el colchón y no pasaron más que unos segundos en que terminó dormido. Sin embargo, de nuevo escucha aquél susurro de siempre: Steve.

El ir de nuevo a la escuela tras aquellos sucesos era bastante raro; se sentía como si todos supieran acerca de lo que había pasado y en cualquier momento fueran a ir corriendo a avisarle al director Fury, sin embargo, una sonrisa traviesa surcaba su rostro al recordar la noche pasada. Sólo él y Tony, sabrían la verdad y eso le gustaba mucho.

Siempre has sido túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora