Epílogo: Sueños

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El ambiente que se desarrollaba dentro de la casa, era todo una locura.

Pero no una normal y que se pudiera controlar, no. Se trataba de un verdadero caos por donde quiera que se viese. Gritos por aquí y allá, órdenes de las damas de honor y padrinos dirigiendo a los camareros y otras personas del servicio de bodas que se hallaban por ahí acomodando lo que debía en cada lugar que uno de los exigentes novios había querido, o más bien exigido.

Tony se había resguardado tras el argumento de ser "la novia" en ese caso, para hacer su santa voluntad en cuanto a su boda se refería.

Que si quería flores en tonos pastel y rosas blancas, que si su anillo debía de al menos tener un diamante o que el diseño de los de él y su prometido, debían ir a juego y tener algo grabado en su interior que fuera casi un secreto. O que si quería comida hecha y traída desde Italia e Irlanda para conmemorar el origen de los novios.

Sus amigos habían estado apunto, no una, ni dos, sino muchas veces de tirarse del cabello o de ahorcarlo por cada petición casi "ridícula" que salía de la boca del ingeniero. Pero sus deseos homicidas se frenaban cada vez al ver la ilusión que eso le producía. Era verlo contemplar modelos de trajes, los manteles o el lugar para que una sonrisa se les dibujara en el rostro, igual a la que tenía el moreno en su rostro, semejante a la que se posaba en la del rubio cuando lo miraba.

Pero el encanto no duraba mucho, así que era un constante tire y afloje.

En una tarde, mientras Tony y él se encontraban tirados en medio de la sala en la sala del penthouse en la Torre Vengadores, rodeados de miles de muestras y cosas relacionadas a la boda, el castaño le preguntó cómo había sido su boda en su 'otra vida' y Steve le dijo en medio de una sonrisa bobalicona, que no distaba de la realidad que tenían en esos días.

Pero fue el hablar sobre Howard, María y Jarvis lo que los dejó sumidos en un profundo silencio.

Tony, ahora más que nunca tenía presente a sus padres y a su querido amigo. No es como si no los hubiera pensado en todos esos días, pero ahora que Steve los mencionaba, la melancolía se hacía presente en su corazón.

—Ellos estarán presentes amor.— le susurró Steve con la boca pegada a su oreja.

—Lo sé,—respondió él en el mismo tono. Aquello parecía una confidencialidad, y le gustaba.— sólo que me hubiera gustado ser parte de tu sueño y verlos a todos una vez más.

Steve asintió. Comprendía por lo que Tony estaba pasando.

Pasados unos minutos, le contó sobre los preparativos de la boda y de cómo en el gran día, Howard había ido a molestarlo mientras se cambiaban para el tan esperado momento.

—Sí claro,—Tony rodó los ojos.— eso era típico en mi padre. Le fascinaba molestarme.

Así se la pasaron varias horas hasta que el sueño los venció y ambos acabaron rendidos, durmiendo entre los brazos del otro.

Fue hasta la mañana siguiente, cuando sus amigos los levantaron y los hicieron que se pusieran al día, pues el tan esperado evento, se acercaba a pasos agigantados.

Pasado el tiempo, al fin se encontraban a menos de 12 horas para casarse. Steve y Tony durmieron en habitaciones separadas, ignorando cualquier tipo de protesta de parte del castaño y siendo 'traicionado' por sus mejores amigos.

Al día siguiente, todo fue exactamente igual, aunque adecuado a su realidad, a cómo había sucedido en su sueño.

Steve por primera vez y sin importarle lo que dijeran, lloró al ver a Tony acercarse a él, del brazo de Natasha con un hermoso traje blanco y camisa azul.

Siempre has sido túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora