Viaje 1

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Se sentía como un completo...

Ni siquiera podía decirlo. Pero estaba devastado, no entendía por qué Tony lo había citado en un lugar si al final no iba a llegar.

La camisa gris de mangas cortas y el pantalón negro, habían quedado completamente empapados por la torrencial lluvia, y cuando llegó a su casa, había dejado pequeños charcos de agua al subir por las escaleras, pero eso tampoco le importaba en ése momento.

Todo lo que quería hacer era echarse en su cama y no salir por un buen rato.

"Tal vez con esto quiera decirme que ya no quiere verme", "O ya se dio cuenta que realmente no vale la pena ser amigo de alguien como yo", cada uno de los pensamientos que tuvo por el camino le aumentaban una carga invisible en los hombros.

Pero una vez que dejó los pesares en la ducha y salió un poquito mejor, la mente se le aclaró. Y casi se golpea así mismo por pensar tan mal del castaño.

"Tal vez, le sucedió algo", fue su primer pensamiento, después de todos los anteriores.

Sin embargo, ya era casi media noche y a pesar de querer volver a marcarle no quiso ser una carga para el otro.

Pero las semanas fueron pasando y su tristeza y confusión también le cobraron factura.

Había llamado a los amigos del castaño y hasta a Thor, pero ninguno le devolvía o le contestaba las llamadas, y en su desesperación empezó de nuevo a creer que todo aquello realmente no existía, que todo se lo había inventado en una forma rara de protección.

Era triste el pensar que Tony había regresado a la pintura y lo había dejado solo.

Por todo ese tiempo en que estuvo mal, no contestó a ninguno de sus amigos, sólo les decía que estaba bien, pero ellos sabían que no era así. Hasta la señora Peggy sabía que algo raro le pasaba, pero él tan solo le sonreía tratando así de que creyeran que no había nada malo.

Pero su subconsciente le jugaba malas bromas, ya que todos los días en los que no supo nada, al levantarse en sus manos había rastros de pintura, al principio no las tomo en cuenta, pero fue al terminar la semana que cuando se levantó de la cama y sus pies tocaron la fría madera, oyó el murmullo de una hoja.

Y al bajar la vista, lo que vio lo sacó completamente de su adormilamiento, eran dibujos de Tony, cada una de las hojas regadas por toda la habitación tenía algo del castaño, sus ojos, pintado al carbón de perfil, su casa, su rostro enmarcado por aquellos lentes que tanto le habían gustado.

Un nudo en la garganta le imposibilitaba el respirar bien; no quería sentirse así, quería volver a ver a Tony y que esté le dijera el porqué no había llegado a su encuentro.

Sabía que no todo iba a ser de maravilla, tarde o temprano algo como esto iba a suceder, y si lo veía desde otro punto de vista, él mismo se diría que se estaba ahogando en un vaso de agua, pero ya había intentado de todo, pero él seguía sin respuestas.

Una vez que el cuarto volvió a estar como siempre, se dirigió a la cocina para desayunar algo, pero ni eso le apetecía. Harto de la situación y de sus lamentaciones decidió cambiarse y salir a dar una vuelta, y tal vez se arriesgaría de nueva cuenta a viajar durante 4 horas para ver a los padres de Tony y preguntarles qué le había pasado.

Por supuesto que pensó en llamarles o de alguna manera contactarlos, pero se dijo que eso sería demasiado, pero también la preocupación por saber si algo malo le había ocurrido al castaño le estaba comiendo las entrañas, pensó que si algo así ocurriera no se perdonaría el haber dudado y casi haber defraudado su confianza.

Siempre has sido túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora