Expo

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Los suaves golpes que se daban en la puerta fueron los que lo sacaron del sueño. Abrió los ojos, y al estar aún medio dormido, no le dio mucha importancia al lugar en donde estaba. Pero de repente recordó que ésa no era su habitación y que no estaba solo.

Se sentó de un salto en la cama matrimonial, sin tomar en cuenta que el castaño tenía su cabeza apoyada en su pecho, por lo que también había sido bruscamente despertado y tumbado de la cama.

-¿Qué diablos te sucede Steve?-le preguntó Tony sobándose la cadera debido al golpe por caer en el suelo. Y mientras él se quejaba, un hombre de aproximadamente 40 años vestido con un traje negro y camisa blanca ingresaba a la recámara.

-Buenos días joven Anthony.-saludó cortésmente primero al que estaba tirado y luego dirigió su vista a él.-Buenos días para usted también joven...

-Steve...Steve Rogers.-contestó después de que se le pasara un poco el desconcierto y la vergüenza de ser encontrado en la cama del otro. El hombre asiente dándole una pequeña sonrisa.

-Ah...Steve, te presento a Jarvis es el mayordomo de la casa y mi mano derecha aquí.-le dijo Tony, levantándose, señalando uno y otro mientras habla.

-Supongo que los señores no saben que el joven Rogers se encuentra aquí.- dice intercalando su mirada entre los dos.

-Y supones bien Jarvis, sólo sigue lo que yo diga en cuanto baje ¿sí? Danos una hora, y estaremos listos.-le dice el castaño viéndolo de manera dulce y una sonrisa traviesa.

-De acuerdo señor.- acepta Jarvis despidiéndose al cerrar la puerta. Ahora entendía por qué Tony había dicho que era su mano derecha ahí, él lo ayudaba en situaciones como esta.

Steve se tapa la cara con ambas manos, mientras piensa que esa ha sido una de las situaciones más vergonzosas que ha vivido, por su parte Tony se ríe burlándose por su reacción, y le palmea el hombro cuando camina de nuevo hacia su cama.

El rubio lo ve con el ceño fruncido, no creyéndose que esté tan tranquilo de nuevo recostado.

-Lo más seguro es que quieras darte una ducha ¿cierto?- comenta Tony, con la cabeza contra el colchón, lo que provoca que su voz salga amortiguada.

-Sí.-le contesta viendo hacia todos lados, buscando su mochila.

-Es por esa puerta.- dice señalando con su mano izquierda una puerta gris que está a unos cuántos pasos de su cama.

Steve camina hasta donde está su mochila y saca de ahí lo necesario para luego caminar descalzo en el suelo de madera en diferentes tonos, hasta la puerta que le indicó el castaño, una vez dentro el sonido de la ducha se oye enseguida.

Pasados 20 minutos, el rubio sale perfectamente vestido con una camisa de botones azul marino y un pantalón negro, con el cabello aún húmedo, que dejan un camino por su cuello, cuando bajan y se pierden dentro de la ropa.

Tony al verlo no puede quitarle los ojos de encima. Ve que Steve lo mira y mueve la boca, pero no escucha nada puesto que sólo está enfocado en verlo de arriba para abajo.

-¡Tony!, te toca.

-¿Qué?- dice al parpadear varias veces cuando por fin reacciona. Estaba muy entretenido detallando como los músculos de los brazos de Steve se marcaban demasiado bien en aquella prenda.

-Que ya debes meterte a bañar, o sino Jarvis volverá y nos regañará por no estar listos.-le dice volteándose al percatarse de la mirada que el otro le dirige, evitando que el sonrojo que se forma en su rostro no sea visto por Tony.

Siempre has sido túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora