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Niall.

Ya frente a las puertas de nuestros departamentos nos mirábamos. Sonreí y abrí la puerta para que Snake entrara, ¿cuántas veces había sonreído en estos días? Era incontable, en cuanto llegué a este país creía que nunca más sabría lo que era sonreír, irónico cuando piensas que hice todo esto para estar mejor. Sin embargo, no tenía planeado que llegaría una loca ambientalista que haría de mis días algo por lo que valía la pena vivir.
Seguí mirando a la bella chica, no me había percatado de su cabello, lo traía más corto.

-Gracias... por todo, Mer-dije al ver que la chica seguía mirando.

-Gracias a ti, Bru-se acercó y me dio un abrazo, la apegué a mí y soltó sus bolsos para acomodarse más.

Unos segundos después del abrazo nos miramos fijamente y se puso de puntitas para darme un beso, sonreí en sus labios. Se lo seguí y avancé dentro de mi casa, con los pies pateamos los bolsos que habían quedado ahí minutos antes.

Mis manos se aferraron en la cintura de mi chica árbol, gemí al sentir cómo levemente mordía mi labio inferior. La respiración se nos estaba comenzando acelerar, mi corazón lo sentía volando a mil, caminé de espaldas hasta el sofá para caer en el.

-Auch-dije y me reí.

Ella se separó para abrir sus ojos y noté que sus labios ya estaban hinchados, sus mejillas más rojas, Dios, era tan tierna. Una mano utilicé para tomar su mejilla y acercarla a mis labios una vez más, la otra continuaba en su cintura. El chocolate brillaba mirando mis ojos.

-Bru-soltó al sentir que mi entrepierna ya había despertado.

Bru... ¿Quién es Bru? Tan ensimismado estaba en esta chica que me perdí de la realidad, por unos segundos había olvidado que ya no era el cantante Niall Horan, era Bruce. Esas tres letras me bastaron para volver a la realidad, ella me conocía con una identidad falsa, ella no conocía a mi verdadero yo.

Pero yo había fingido mi muerte para no vivir más en mentiras y eso era lo que estaba haciendo, mintiendo, tenía que afrontarlo.

-¿Pasó algo?-dijo ella avergonzada y sonreí.

-Me siento incómodo aquí-besé su cuello para ver el rápido efecto que tenía en ella.

Ella jugaba con mi pelo mientras caminaba a mi cuarto besando sus labios, un olor parecido a las avellanas se sentía mejor al saborear su cuello, esta chica era un bombón.
Mis manos ya estaban quitándole esa molestosa camiseta, mientras que yo quitaba mi sudadera.

Ella estaba con los ojos cerrados mordiendo su labio cuando yo besaba su vientre, iba a bajar un poco más, pero su celular sonó.

-Déjalo-dije tratando de alejar su teléfono de nosotros-No debe ser importante-ella me miró insegura unos segundos para luego asentir y besarme otra vez en los labios.

Me agradaba que utilizara faldas, mis manos ya bajaban sus bragas, mientras seguía besándola cuando su celular sonó otra vez, gruñí frustrado.

-Lo pondré en silencio-dijo al separse de mis labios.

Se alejó de mí en busca de su celular, yo iba a quitar mis pantalones cuando vi que su cara se deformó al ver su teléfono, contestó al ver el número.

-¡¿Aló?!-respondió alerta, estaba pálida escuchando la llamada- Okey, iré para alla de inmediato-colgó y comenzó a buscar su camiseta-Mierda, mierda, mierda-decía sin explicarme que mierda pasaba.

-Hey, Mer ¿Que pasa?-dije preocupado, me senté en la cama mirando como la pequeña buscaba sus zapatos.

-Alex, Alex está mal-dijo sin mirarme.
¿Alex?, ¿Quién mierda era Alex? Tomé su mano y la miré a los ojos, lágrimas recorrían su rostro.

-Necesito irme, Bruce, perdona, pero es realmente importante-su voz salía como un hilo, luchando con cada palabra.

No era momento de ponerme egoísta, así que me coloqué la sudadera.

-Vamos

-No es necesario que vengas, Bruce...-ella ya caminaba a la puerta.

-Claro que sí, en el camino me explicarás quién mierda es Alex-dejé el televisor y una luz prendida para Snake.

Nosotros a medio vestir comenzamos a caminar rápido hacia el hospital general de Guyana, nunca había caminado, bueno casi corrido así en mi vida, Meryem, en cambio, era una bala, aún no me explicaba quién era el tal Alex, sólo sabía que era muy importante para ella.

Me sentía un poco frustrado, pero de alguna forma era mejor que entre nosotros no pasara nada sin que ella no supiera la verdad ¿Cómo le diría algo así?

-¿Quién es Alex, Mer?-dije al detenernos en un semáforo.

-Un amigo-su voz se quebró- Él es gay y está en prisión por lo mismo-decía con rabia mientras continuaba con su paso al ver la luz verde.

-¿Lo condenaron por ser gay?-dije extrañado- Me estás jodiendo

-Esto no es Europa, Bruce-dijo amarga, negó y se limpió una de las lágrimas que ya caían de sus ojos.

Aunque tal declaración me dejaba más intrigado que nunca en este tal Alex su tono de voz me dejó claro que no era el momento para preguntas.
Tomé su mano al llegar al hospital, caminamos lo más rápido posible al tercer piso, fuera de la habitacion 128, donde le habían informado que estaba.

-¿Meryem Arslan?-dijo la chica que salía del dormitorio, la morena se alejó de mi en un brinco.

-Sí, ¿Cómo esta él?-dijo agobiada.

No sabía cómo calmarla, no sabía nada de Alex, además de que era gay ¿Cómo tranquilizar a esta chica que siempre que podía defendía a todos los indefensos? Miré cómo mordía la uña de su dedo pulgar, ¿Qué hacer cuando ella era la indefensa?

, golpeado

Hasta a mí se me fue el aire, a mi lado a Meryem le temblaron las rodillas y me apresuré para sostenerla en mis brazos antes de que cayera al piso.

-No... ¿Por qué a Alex?-soltó llorando.
-Tranquila cariño...-dije acariciado su espalda, aunque ni yo me sentía tranquilo.

-¡Él no merecía esto!-ella farfullaba-Todo fue por esa puta fiesta -su llanto era desgarrador.

Me sentí angustiado, no sabía qué hacer, por primera vez había visto a Meryem así de frágil y me quebré con ella. Todo esto me recordó lo poco que sabíamos uno del otro, sin embargo, ella había estado cuando más necesitaba a alguien, cuando casi muero de verdad, cuando necesitaba ser escuchado; esta chica de nombre raro había llegado a mi vida como por arte de magia iluminándola, y ahora yo no podía hacer lo mismo por ella.
Me maldije al no saber qué hacer, sólo la mantuve en mis brazos esperando que mi chica de hierro se levantara.
¿Que se decía en estos casos?, ¿Todo va estar bien? Eso era la mentira más grande que alguien podría decir, porque aunque no conociese ni la mitad de la situación podía presentir que nada iba a estar bien.

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Capítulo editado y co-creado por SmileWithHoran

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