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Capítulo dedicado a Baby-Bonnie 💘

Niall.

Los edificios de Melbourne fue lo último que vi antes de entrar al aeropuerto y dirigirme a la línea de embarque donde tendría que despedirme de esta ciudad, lo cual daba para pensar, porque la última vez que estuve en esta posición estaba con otros 3 chicos, todos cansados y deseosos de estar en un avión que por fin nos llevase a casa, pero ninguno, estoy seguro, tenía el vacío sentimiento en el pecho de no estar haciendo lo correcto, de si quiera estar haciendo algo, solamente apretando el botón de automático cada mañana y apagándolo al llegar a cama rogando para que se acabe. En cambio, ahora me encuentro feliz, sumergido en un regocijo enorme que hacía mis mejillas sonrieran hasta doler y ansiando lo que me ampararía al día siguiente, porque si este día había sido tan bueno, ¿qué tendría mañana? Aquí, de la mano con una hermosa chica que me miraba con un peculiar brillo en sus ojos que denotaba conexión, deseo, y por sobre todo: amor; creía que no podía tener nada mejor, el tomar su mano para que luego apoyase su cabeza en mi hombro, bostezando somnolienta, pero aún sonriendo.

Sentimientos similares que embriagaron cuando vi la fecha al despertar esta mañana, curioso, porque los días nunca habían significado nada para mí, sólo uno más. Pero este día en especial me traía devuelta a ocho meses atrás, cuando estaba ansioso y nervioso, sobre todo nervioso, ya que en un día me tocaría la aventura más grande de mi vida, el otro yo. Mañana empezaba el mes de septiembre, y eso significaba que eran casi ocho meses de esta vida, de mí. Eran casi ocho meses de vivir, en vez de sobrevivir.

Parte de mí lo sabía antes de encontrarme con el calendario, porque ayer intuitivamente, e incorrectamente, volví a apretar en las aplicaciones de mi celular: Twitter e Instagram. Por un momento, casi rompí a llorar, mas, aunque Meryem estaba plácidamente durmiendo a mi lado me contuve con todas mis fuerzas y caminé al baño dejando el celular de lado. Enjuagué mis lágrimas dejando que el resto se perdiera con el agua del grifo, preguntándome cómo le explicaría esto a ella, ¿era justo? Nada en la vida era justo, sabía eso de hace mucho, pero Mer ya había sufrido mucho, fuese justa o no la vida, no se merecía que llegase alguien de muy lejos a arruinarle la vida. Arrugué los ojos y convertí mis manos en puños, debí haber terminado esto cuando podía, pero ahora era muy tarde, porque se me era imposible pensar en otra vida sin su cabeza en mi hombro o su mano sosteniendo la mía, no me imaginaba otra mano u otra persona. No podía marcharme ahora, no podía, porque tan claro como el agua cristalina de las playas de México yo sabía que ella me amaba devuelta, lo veía cada vez que me abrazaba durante la noche y sentía su respiración en mi cuello.

Este viaje me había abierto los ojos, debido a que mi plan inicial era decirle a Meryem quién era tan pronto volviera, pero me di cuenta que era muy tarde, demasiado. Perderla no estaba dentro de mis planes, esperaba que ella se diese cuenta que no me amaba, tal vez que estaba enamorada de otro, o simplemente mi presencia ya la había hartado, todo sería más fácil de esa forma, eso decía mi lado racional, pero otra parte de mí, la verdadera, temía aquello, se asustaba de perder el sentimiento más real que había tenido en mucho tiempo, preguntándose qué sería de mí si volviese a como todo estaba antes.

La fascinación por los aviones de Mer se había moderado un poco esta vez, que no daba saltos en cada peldaño que nos acercaba a nuestros asientos, aunque todavía podía percatar que giraba su cabeza para observar cada detalle del medio de transporte, posiblemente preguntándose qué habría detrás de aquella puerta, qué habría dentro de tal compartimiento, y si estaría mal que se acercase cuando nadie la viera a husmear dentro.

Tan pronto se sentó en el asiento junto a la ventana posó sus ojos en mí hasta que despegamos, hasta que por fin habló.

-Bruce Hetch.

Traté de descifrar su mirada, mierda, era ahora cuando se hacía realidad y me decía que me agradecía por el viaje, pero que todo lo que había dicho no era cierto y en realidad estaba buscando por alguien menos misterioso que conozca.

-Meryem Arslan.-respondí cantado tratando de eliminar todo el nerviosismo de mi cuerpo.

-¿Qué somos?-preguntó tomándome totalmente por sorpresa y eliminando la presión de mis hombros mientras evaporaba todo sentimiento de angustia que se fue definitivamente cuando me regaló una de sus bellas sonrisas.

¿Qué éramos Mer y yo? Durante todo mi momento de auto-psicología y meditación no me había formulado tal pregunta. Definitivamente más que amigos, pero, ¿qué exactamente?, ¿acaso nuestra relación necesitaba etiqueta? Todavía impactado tomé su mano.

-Sólo puedo responderte que me gustas mucho, te quiero, como nunca me había pasado, Mer-le contesté el máximo de honestidad al que podía alcanzar- Si te llego a perder, no sé qué...

-Bru...

-Si algo nos va a definir me gusta la palabra novios.-le di una media sonrisa. Durante esos segundos cuando creí que iba a terminar conmigo no pensé con mi lado racional, todo lo que venía a mi mente era "no, por Dios, no", mi corazón se rompió en mil pedazos y se volvió a construir con su respuesta. Así que no podía pensar en otra cosa que en hacer oficial la relación, perderla no estaba en el mapa.

-¿Me estás pidiendo que sea tu novia, Bruce Hetch?-alzó una ceja.

-Algo así.-me reí-creo que sí.

-¿Esperaste que nos acostáramos para esto?-se burló mientras cruzaba sus brazos.

-Hey, no, no soy así, sabes que...

-Lo sé-me interrumpió- te amo, Bru y claro que quiero ser tu novia-susurró y le robé un rápido beso en los labios.

El resto del viaje Meryem lo durmió entero, mientras yo no pegué un ojo ni dejé de pensar en cómo habían sucedido las cosas. Éramos novios. Oficialmente.

Al momento de hacer escala Mer protestó de que la estaba despertando, sin embargo luego de eso no pudo volver a dormir, en cambio, sincronizamos nuestras pantallas para ver la misma película juntos, "Glass" que resultaba ser la tercera película final de una trilogía de la que yo no estaba enterado. Al terminar la película le comenté a ella que muchas preguntas estaban inconclusas, y que me había confundido, ella sin más empezó a reír porque había asumido que yo había visto las otras dos.

Dos películas más adelante el avión aterrizó avisando su llegada a Georgetown, Guyana. Giré mi cabeza para observar la pista cuando los labios de Mer me atraparon por sorpresa, continuando hasta que a ambos se nos cortó la repiración.

-¿Por qué fue eso?

-Porque en cuanto bajemos probablemente esté mi padre y no podré besarte así hasta que lleguemos al departamento-sonrió.

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Capítulo editado y co-creado por SmileWithHoran

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Finally Free «Niall Horan» #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora