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Meryem.

Hoy Josh cumplía diecisiete, yo apenas tenía quince y mis padres sobreprotectores no querían que fuera a la fiesta de mi novio, ¿cómo podía tener padres así? No sólo era mayor que yo, sino que no era lo "suficientemente bueno", ¿Qué significa eso?, ¿por qué ellos deciden lo que es o no bueno para mí?

Frustrada en mi cuarto mirando unos posters de Tokio Hotel se me ocurrió escapar; nunca antes había sido de las chicas que son de desobedecer a sus padres, pero Josh era todo para mí y no quería que su cumpleaños lo festejara sin mí. Era su novia, tenía que estar allá.

Me coloqué unos jeans, una camisa cuadrillé y mi chaqueta de cuero que me hacía sentir una chica ruda, o al menos acorde a mi novio. Abrí la ventana de mi cuarto, respire hondo, dudé un segundo de si hacerlo o no al ver que repentinamente el suelo parecía sumamente lejano. Cerré los ojos y me lancé rezando por no romperme ningún hueso en la caída.

Gemí al sentir mi cuerpo en el piso y me dolía un poco el pie por la caída súbita que se me había ocurrido. Me alegré de que mi madre colocara la televisión a un volumen alto, de lo contrario, habrían escuchado mi caída porque estaba segura se había oído tan alto como lo fue para mí. Me levanté lo más rápido posible y comencé a caminar a la casa de Josh cojeando todo el primer trayecto prometiéndome que nunca más haría esto, ya que no era ninguna Gatubela y la próxima vez podría ser peor. Al llegar eran las diez de la noche, la música ya sonaba alto y la puerta de la casa de mi novio estaba abierta hasta atrás.

Siempre que había una fiesta toda nuestra escuela asistía, sin importar los bandos que se formaban en ella, cada uno disfrutaba a su manera y creo que era lo único genial que existía en Georgetown. Reconocí las caras de varios, algunos de la escuela, otros tantos por ser amigos de Josh, y unos pocos que se me hacían desconocidos, pero que estaba segura no tardaría en conocer.

Entré y sonaba "Call me maybe" de Carly Rae Jepsen, veía grupos de chicos bromeando con la canción y reí. Había mucha más gente de la permitida en la casa, por esa misma razón, tenía que disculparme cada vez que me quería mover, debido a la aglomeración formada. Las luces de varios colores complicaba mi búsqueda con la mirada a mi chico entre la gente, estaban todos, aquellos que se besaban en las esquinas pero que probablemente mañana ni siquiera lo recordarían, los que bailaban sin coordinación o sentido a la música, los que estaban totalmente sobrios grabando las tonterías de los demás, otro par llegando a segunda base, un grupo de chicos reunidos, sonreí al ver a mi novio rubio hablando con sus amigos de banda o pseudo banda, mejor dicho, que tenían.

Vi cómo Kenia se acercaba a ellos y abrazaba a Josh, supuse que lo estaba saludando, me acerqué de a poco, tímida lo saludé con la mano hasta que Josh me miró.

-¡Nena! ¡Viniste!-corrió a abrazarme, escondiéndome en su pecho.

-Claro que vine, no podía no venir al cumpleaños de mi chico-le di un beso en los labios, una pequeña sonrisa se nos escapó y limpie rápido mi labial en su boca.

-¿Quieres algo para beber?-me aferró a él.

-No bebo, Josh- traté de liberarme un poco pero su agarre era más brusco de lo normal-Y, hola chicos-saludé a Lucas, George y Gabriel.

-Hola Mery-dijeron al unísono.

-Bueno, nena, iré hacer algo rápido y vuelvo-besó mi sien y sonreí-Kenia, Lucas vamos

Me quedé sentada en el sofá, hablando con Amelia, una chica con la que compartía Física, me contaba que el otro año se iría de Georgetown para migrar a Estados Unidos. No hice más que sonreír, pero en mi pecho sentí envidia, odiaba este país, esta ciudad, bueno no tanto, al fin y al cabo, ¿quién podía odiar su hogar de toda la vida?, pero quería viajar, volar de aquí y poder ser alguien más, una ilustradora quizá.

Finally Free «Niall Horan» #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora