Finally Free «Niall Horan» #1

03

Meryem.

Negué rápidamente y me abracé al árbol, no me iría de aquí. Ahora es cuando odiaba a James por irse a Oxford. Mi mejor amigo estaría encadenado conmigo si es que fuera necesario.

-Chica, no hagas esto más difícil-me gritó aquel que parecía ser el jefe, pero no lo hizo exasperado, sino que alzó la voz meramente porque quería estar seguro de que lo escuchara- Mi futura casa espera -su voz era rasposa.

-Vete a comprar una hecha, no destruirás este árbol-vi que los trabajadores estaban trayendo una escalera y por inercia me aferré más al árbol.

Miré otra vez al chico, era pálido, delgado, bastante, y podría jurar que era el hermano perdido del cantante muerto. Eran muy parecidos, demasiado, era como el gemelo malvado, pero al menos que me estuviera volviendo en la niña Índigo esta ciudad me estaba dañando severamente el cerebro. Eliminé rápidamente la idea de mi mente y me concentré en lo que era realmente importante

-Chica, el árbol ya está en mal estado, se puede caer en cualquier momento-habló mientras colocaba las manos sobre sus caderas-Les estamos haciendo un favor antes de que aplaste a alguien

-Imposible, los únicos enfermos son ustedes, este árbol le da identidad a Georgetown

-¿Por qué eres tan cabezota? Es sólo un árbol, vamos, baja-dijo algo divertido.

-Haz tu casa al lado, pero no cortes el árbol- le contesté triste, había subido el árbol en un acto de adrenalina, pero sólo ahora me detuve a pensar en lo que realmente significaba para mí. A pocas cuadras de aquí solía vivir James, y antes de que estuviese lleno de complejos de departamentos y casas alrededor esto era un parque. De los más lindos en la ciudad, porque era el único que me hacía sentir como una niña en un cuento que se pierde en el bosque. Los demás tenían juegos y resbalines donde siempre estaba colmado de infantes, pero no aquí, aquí siempre estaba vacío y era como tener nuestro propio parque privado. Un día James y yo éramos piratas, al otro cazadores de tesoros, y al otro arqueólogos que tal como Indiana Jones se adentraban para buscar objetos valiosos. Mas, hoy, era una joven que actuaba como una niña porque luchaba por aferrarse a los recuerdos que por más que añorara nunca volvería.

Me miró por unos minutos, me sentía intimidada por él, había algo en su presencia que me hacía querer sonrojarme y agachar la cabeza; comprendí por qué la deferencia de los trabajadores hacia él, e incluso pensé en si era muy arriesgado y sin sentido lo que estaba haciendo, pero no me iba a degradar en momentos como estos.

Negó con la cabeza para luego sonreír, por supuesto inmediatamente me sonrojé, agradeciendo que dada la lejanía no pudiese verlo y él asintió.

-Chicos, cambio de planes- todos lo quedaron mirando abruptamente- Pablo, trae los planos, veremos qué se puede hacer

Me mantuve aferrada al tronco, por una parte desconfiada y por otra desconcertada. Los miré cómo hablaban en tono bajo, inaudible para mis oídos a esta altura, supuse que Pablo era el señor con gafas enormes y una camisa donde los botones estallarían en cualquier segundo. Claramente, no estaba de acuerdo con la decisión de su jefe, y procuraba en darmelo a entender con su mirada fulminada.

"No seas estúpida, Meryem, es el siglo XXI, van a derribar todos los árboles que quieran y no porque signifique algo para ti podrás impedirlo" me dijo mi conciencia, ¿tendría razón? Mierda. Tal vez tendría razón. "Estás luchando por lo que amas, eso no es estúpido" contraataqué. Empecé una lista de los porqué no debían derribar este árbol, primero, cuando era niña todos los días James y yo veníamos a jugar después de la escuela. Segundo, a los doce di mi primer beso, exactamente aquí, no fue muy agradable y fue con el mismísimo James. Aun recordaba la cara de asco de ambos, que idiotas éramos.