La varita elige al mago

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Al llegar al callejón Diagon, mamá fue a llevar algunas de sus obras a una tienda cercana. Mientras papá me llevó a comprar mi primera varita. ¿Y que mejor lugar que la tienda Ollivander?

No se si fue la emoción o por culpa de mi imaginación, pero antes de llegar corriendo a la vidriera del lugar, tropecé con mis propios pies. Pensé que había visto una persona pelirroja salir de una tienda.

- Hija, ten cuidado. - Dijo sujetando mi brazo, para ayudarme a levantar.

Antes de entrar, frené mis sentimientos, logrando así calmarme. Al ingresar, un chico rubio salía con una sonrisa de oreja a oreja. Papá me empujó hasta el mostrador, donde un hombre con pelo gris aguardaba detrás de ella. Su rostro se iluminó al verme.

-Pero si sin los ____. ¿Cómo estás, ____? La última vez que te vi... - miro de reojo a mi padre.

- ...Había venido con Elizabeth y Henry. - Completo la frase, ya que el señor Ollivander no lo podía hacer.

- Siento mucho tu perdida - Papá sonrió sin ganas, en modo de agradecer su respeto. - Recuerdo que ese día... - Se acercó a mi para comenzar a medirme de pies a cabeza. - Una personita me dijo que esperaba que su varita tuviera algo de un fénix. Que a mi entender, puede ser su núcleo.

Se dirigió hacia uno de los estantes. Al sujetar la caja sonrió. Se notaba que no se había tocado por mucho tiempo. La apoya sobre el escritorio, y desenfundó una varita algo torcida, con unos dibujos en forma de espirales sobre el mango. No era hermosa, pero parecía perfecta. La sujeté con mi mano derecha, un poco temblorosa. Lo que más recuerdo de ese momento es sentir una cálida brisa.

- ¿Qué esperas? Agítala. - ordenó el señor Ollivander.

Trate de realizar un hechizo que aprendí de uno de los libros de mi hermano, "lumos". Al ver la luz al final de la varita, miré al señor Ollivander, esperando su respuesta. Él sonrió. Papá lloró un poco.

- Interesante, __. Roble inglés con núcleo de pluma de fénix. 10" pulgadas, ligeramente elástica. - Tras oír esas palabras, mi rostro se iluminó. - Creo que te estaba esperando. Hace años que no podía venderla, pero... llega usted. - Volví a sonreír. - Como si fuera el destino.

Mientras el señor Ollivander guardaba la varita en su estuche, no paraba de templar. Esa varita me estuvo esperando a mi. Me sentía orgullosa y honrada, por lo sucedido.

Al salir de la tienda, me puse un poco triste saber que volvería a verlo dentro de quince o veinte años, con mis hijos. Pero igual seguí muy entusiasmada por mi compra.

- Siguiente parada...

- Flourish y Blotts - dije ansiosa.

Al entrar a la librería, me olvide de mi padre, para desaparecer entre los estantes. Busque libro por libro yo sola. Los encontraba facilmente, como si trabajará allí desde hace años.

Tan solo me faltaban encontrar los últimos dos, hasta que sentí unos dedos hundirse en mis costillas, acompañado de un "ajá" cerca de mi oído. Del susto, tire algunos libros, los cuales fueron a parar a mi pie izquierdo. Al darme vuelta, los gemelos Weasley estaban parados al lado mío. Por ponerme nerviosa por Fred, choque contra los estantes, provocando que un libro golpeara mi cabeza. Es algo obvio, pero debo confesar que estaba loca por Fred.

Mi vida en Hogwarts  1er añoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora